Estamos a 9 días de que se venza el plazo de Argentina para hacer el pago a los Fondos Buitres que le cobran una deuda inmutable desde los inicios del milenio. Una deuda de aquél 3% de los acreedores que no quiso aceptar ninguna quita del gobierno, y que bajo la protección de la Suprema Corte de Estados Unidos, está reclamando el pago de 3,250 millones de dólares.
El pago que debe hacer Cristina Fernández para tranquilizar a estos “buitres” este mes va en 1,330 millones de dólares, pero todos tienen miedo, que si Argentina cede, entonces el otro 93% de acreedores comience la lucha de un reclamo y termine por solicitar al país el pago de 15 mil millones de dólares, más de la mitad de las reservas que tiene el país argentino.
Desde que esta peripecia comenzó a inicios de julio la presidenta de Argentina no ha tenido otra cosa en la cabeza que buscar una forma de hacerle frente al proceso que enfrenta en Estados Unidos. Primero mandó a hacer las negociaciones respectivas con los holdouts de los Fonos, haber en qué términos podía realizarse el pago, sin caer en “extorsión”.
Luego convocó a la Organización de los Estados Americanos, para que hiciesen un pronunciamiento “moral” sobre el tema, que le valió para poca cosa.
Un día antes de que su selección jugase la final en Brasil, y la perdiese, Cristina Fernández se reunió con Vladimir Putin, y establecieron acuerdos sobre su joya energética “Vaca Muerta”, a fin de que el mandatario del Kremlin ofrezca una alianza energética, que le conceda confianza a Argentina para pedir algunos prestamos en el futuro, a cambio de la reserva que tiene en su pozo negro.
Después, el 15 de julio, la presidenta acudió desesperada a los BRICS, tratando de que estos se convirtieran en BRICSA, pero que tras el recazo “sutil” de Brasil, espera poderse enlistar en los prestamos que del “New Development Bank”, cosa que tampoco le pareció a Dilma, y dónde espetó que ningún préstamo se haría sin la certeza suficiente de que el país podría realizar los pagos (pedrada para Cristina).
Pero la cumbre le sirvió a la presidenta para allegarse a alguien más, que fue al presidente Chino Xi Jinping, cuya cartera en dólares es comparable al propio Estados Unidos. Así las ironías.
Y nada mal, porque de último momento, y a una semana de que Argentina pueda enfrentar su segundo default, la presidenta Cristina Fernández ha conseguido un préstamo de China por 4,700 millones de pesos para construir dos represas hidroeléctricas en la provincia de Santa Cruz, donde Kirchner ejerció 12 años como gobernador antes de llegar a la presidencia en el 2003. China también le dio un crédito de 2,300 millones de dólares para comprar nuevas vías y locomotoras en la línea de Belgrano Cargas.
Pero el préstamo que más requería Cristina era a cuenta de su Banco Central, que enfrentará un pozo sin fondo la próxima semana si Argentna cae en default, y se activa una corrida bancaria. Pues bien, los especuladores tendrán que toparse de frente con la chequera de Xi Jinping, quein le ha concedido al país sudamericano un crédito swap en dólares por un valor de 11,000 millones, un tercio de las reservas actuales de Argentina, nada mal para navegar por las turbulentas aguas que se avecinan si alguien busca derrumbar el peso argentino.
Pero la candidez de China no llegó ahí, también se otorgó un tercer crédito de 423 millones de dólares a Argentina para la compra de 11 barcos, y con el principio de construir un reactor de agua pesada en este país, dónde China hincó el diente y firmó más de 20 convenios de asociación estratégica “integral” en energía.
Cristina no sólo vanaglorió a Xi Jinping este fin de semana, sino que prácticamente le rindió culto, a capital de poder ayudar a la industrialización del país, pero en el fondo ha sido toda una hipoteca que ha hecho Argentina con China y Rusia para salvaguardarse del problema de default que puede estar por enfrentar.
“La patria China comprende y apoya a Argentina en materia de su reestructuración de deuda” dijo Xi el fin de semana, “y esperamos que logre su solución adecuada”, pero por sí no es así, ya van cerca de 20 mil millones de dólares a cuenta de China por si las negociaciones fallan.
Ha sido un chaleco salvavidas para Argentina, y a buena hora se lo han lanzado, porque Cristina ya no tenía a dónde patalear.