En mayo de 2025, Bitcoin dio un nuevo impulso al acercarse nuevamente a los 100 000 USD, apoyado por dos fuerzas clave: el reciente pacto comercial entre EE. UU. y Reino Unido, que alivió tensiones arancelarias, y la inyección masiva de capital institucional a través de ETFs. Solo en tres semanas, estos fondos acumularon más de 5 300 M USD, un indicador claro de que los inversores tradicionales están dispuestos a apostar por la criptomoneda cuando goza de respaldo regulatorio.
Además, la compra de Deribit por parte de Coinbase (NASDAQ:COIN) por 2 900 M USD revela una estrategia decidida: controlar el mercado de derivados cripto, un segmento que promete altos márgenes y crecimiento acelerado. Sin embargo, no todo es tranquilidad. La propia comisionada de la SEC, Hester Peirce, ha señalado fallos en la tramitación de estos ETFs, un recordatorio de que la supervisión aún está en construcción. Y a la vuelta de la esquina, la decisión sobre los ETF de Solana, XRP y Dogecoin podría abrir nuevas compuertas de liquidez.
No obstante, el ecosistema sigue marcado por la incertidumbre regulatoria. La comisionada de la SEC, Hester Peirce, ha criticado la manera en que se han gestionado las aprobaciones de ETFs, advirtiendo que el proceso ha sido “muy desorganizado”. Aun así, estos fondos ya reúnen unos 60 000 M USD en activos bajo gestión desde enero. En las semanas venideras, la decisión sobre la aprobación de ETFs basados en Solana, XRP y Dogecoin suscita gran expectativa: si se da luz verde, ése podría ser el siguiente impulso para la entrada de capital institucional en un universo cripto cada vez más diversificado.
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