Cuando José Antonio Meade llegó a su cargo de secretario de Hacienda, un día antes de presentarse el presupuesto de 2017, recibió una papa caliente. La tendencia de la deuda se había deteriorado, el costo financiero de la deuda iba en aumento, la inercia de gasto en el rubro de pensiones iba al alza, los ingresos petroleros permanecían deprimidos, Pemex estaba en apuros y las agencias de calificación internacional estaban al acecho, escudriñando los números y amenazando con una nueva rebaja en la calificación crediticia de México. Y así tuvo que presentar un presupuesto que había diseñado su antecesor, con un recorte sustancial en el gasto de 239,700 millones de pesos (mdp), o un 1.2% del PIB.
Pues bien, un año después,Meade ha volteado la situación. Las cuentas públicas lucen mucho mejor de lo esperado, y el presupuesto para el 2018, crucial por tratarse de un año electoral, no será lo dramático del año pasado. En primer lugar, Meade logró cumplir las metas fiscales de 2016 “con creces”, tal y como se presumió desde la propia administración, y se logró el objetivo de contener el crecimiento del Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, el concepto más amplio de deuda pública, por debajo de ese 50% que tanto preocupaba a las agencias calificadoras. Y en segundo lugar, va camino de prolongar los logros del 2016 y obtener en el 2017 unos números mucho mejores de lo inicialmente previstos.
Esa mejora se ve en el conjunto de las cuentas fiscales, a su nivel más agregado. A brocha gorda, entre enero y julio los ingresos presupuestarios aumentaron un 13.3% en términos nominales, lo que supusieron casi 360,000 millones de pesos (mdp) más que el año pasado, mientras que el gasto público neto pagado apenas se incrementó en un 3.7%, o 105,000 mdp. Eso implicó que el balance presupuestario pasó de un déficit de 155,103mdp entre enero y julio de 2016 a un superávit de 99,383 mdp en el mismo período de este año, o ese ahorro de casi 255,000 mdp. Si a esa cifra se le suma el superávit de las entidades bajo control presupuestario indirecto, cuyo monto es de 19,906 mdp, el balance público se elevó este año a 119,290 mdp.
Esas cifras, de por sí, no se ven nada mal. Pero mejoran sustancialmente si se excluye el costo por el pago de intereses de la deuda. Ese indicador, conocido en la jerga económica como balance primario, refleja mucho mejor los esfuerzo de disciplina del gobierno. De enero a julio arroja un superávit de 431, 278 millones de pesos (mdp), lo que contrasta con un superávit de 129,070 mdp en el mismo período del año pasado, lo que supone un incremento del 234% en términos nominales.
Las cifras son espectaculares, pero cuentan con un inconveniente: esas cifras, se dice, están distorsionadas por el remanente de Banxico, los cuales han sido muy abultados en los dos últimos años. En el 2016 se ingresaron 239,100 mdppor ese concepto, y este año el monto fue de 321,653 mdp. Si excluimos el remanente, de enero a julio de 2016 se registró un déficit primario de 110,030 mdp. Pero en el 2017 las cuentas públicas logran generar un superávit de 109,625 mdp este año,es decir, los ingresos presupuestarios excluyendo el remanente de Banxico es capaz de pagar todo el gasto de gobierno si no se cuenta el costo de servicios de la deuda. El objetivo del gobierno es que el superávit primario, excluyendo el remanente, sea de 0.4% del PIB. Y actualmente esa cifra ronda el 0.6% del PIB, lo que sí demuestra una mejora sustancial en la tendencia subyacente de las cuentas públicas por encima de la trayectoria esperada. ¿De dónde proviene?
Por el lado de los ingresos, excluyendo el remanente de Banxico, las cosas van mejor de lo previsto. Los ingresos presupuestarios se han incrementado entre enero y julio un 11.2%, lo que significa 277,245 mdp adicionales. Y en esta ocasión han contribuido de forma positiva tanto los ingresos no petroleros, que aportaron 172,218 mdp, o un 62% del aumento de los ingresos totales, y los petroleros, que con 105,028 mdp contribuyeron con el 38% restante.
La reforma tributaria aunando a un crecimiento económico por encima del proyectado sigue rindiendo frutos. Eso se ha reflejado sobre todo en los impuestos más ligados al ciclo económico, como el ISR, con un aumento entre enero y julio del 10.5%, y el IVA, con un incremento del 7.0%. Entre ambos han aportado 123,320 mdp adicionales a los reportados un año antes, si bien esta vez se vieron menguados por la contracción en los ingresos por el IEPS, que restaron casi 30,000 mdp. La otra gran sorpresa fue la contribución a los ingresos no petroleros de la CFE, con 39,518 mdp, y del IMSS, con casi 16,000 mdp.
Pero además los ingresos petroleros se han dado la vuelta. A finales de noviembre, poco después de que Meade regresara a la secretaría de Hacienda, la OPEP junto con algunos miembros externos al cártel, acordaban un recorte en la producción de crudo, lo que impulsó los precios del barril y mejoró los ingresos petroleros. Así, el barril de la mezcla mexicana entre enero y julio promedió 43.79 dólares comparado con 32.94 dólares un año antes, lo que supone un incremento de 33%. Desgraciadamente, la plataforma petrolera ha seguido descendiendo: entre enero y julio se extrajeron en promedio 2.011 millones de barriles comparado con 2.197 millones en 2016. Aun así, la recuperación de los precios del crudo hizo que los ingresos petroleros se hayan elevado en un 27.2%.
Frente a la buena evolución de los ingresos, el esfuerzo de austeridad es latente. El gasto público neto pagado se ha incrementado entre enero y julio un 3.7%, o 105,312 mdp. Como se temía los tres rubros más problemáticos se han seguido incrementado: el costo financiero se ha elevado casi un 20% consecuencia del aumento de las tasas de interés; las participaciones se han incrementado un 14.7% y las pensiones en un 9.4%. Los tres rubros suponen casi 150,000 mdp más que el año pasado, donde sorprende sobre todo los elevados egresos destinados a participaciones (60.970 mdp), lo que indica que las entidades locales se han abstenido de contribuir a la austeridad de las finanzas públicas. Ahora bien, el gasto total excluyendo esos tres rubros se ha contraído un 2.4%, o 43,456 mdp. El asunto aquí es que el mayor esfuerzo de ahorro se ha concentrado en la inversión en capital, que se ha reducido en lo que llevamos de año en un 15.8%, o 85,529mdp.
El asunto es que el nivel de deuda en relación al PIB se ha logrado contener y podría revertir su trayectoria en el 2017. En el 2016 dicho ratio acabó en 50.1%, pero así las cosasdescenderá con fuerza en el 2017: entre la tarea de disciplina fiscal, el poderoso remanente de Banxico, equivalente a un 1.5% del PIB, y un crecimiento más firme a lo pronosticado, la razón de deuda sobre PIB podría descender por debajo del 48% que estima la SHCP, una sustancial mejora que ahuyentará los riegos de que Moody’s o Standard &Poor’s sigan inquietando a la calificación crediticia.
Gran parte del costo político de la estrategia de austeridad fiscal lo tuvo que asumir Luis Videgaray. Él fue el que tuvo que anunciar, conforme transcurría el 2016, varios recortes de gasto. El presupuesto de 2018 será anunciado en los próximos días y a Meade, entre esos recortes DEL pasado, Banxico, y el petróleo, sacará buenos números. Meade ha llegado poco desgastado a esta fase final del mandato de Peña Nieto y tiene mucho que presumir.
INFOGRAFÍA
La mejor evidencia de la mejora de las finanzas públicas en este 2017 es el balance primario. En el 2017, el superávit de enero a julio fue de 431,278 mdp. El inconveniente es que gran parte de ese superávit provenía de un ingreso extraordinario, el remanente de Banxico (321,653 mdp). Pero incluso excluyendo el remanente, da para pagar el gasto excluyendo intereses y sobra 109,625 mdp.
Fuente: SHCP
… gran parte de ese éxito es que los ingresos públicos, excluyendo ese remanente de Banxico, se ha comportado mejor de lo esperado: entre enero y julio de 2017 han crecido en 277,246 mdp respecto al mismo período del año pasado. Meade contó con suerte y el precio del petróleo repuntó, revirtiendo la pérdida de ingresos de los años anteriores, y la reforma tributaria sigue dando frutos…
Fuente: SHCP
.. así es, la providencial reforma fiscal de Videgaray ha contribuido a dar un fuerte impulso a los ingresos tributarios. En términos del PIB, los ingresos tributarios no petroleros representaron un 13.9% del PIB en 2016 comparado con 8.4% en 2012. El crecimiento económico, más firme de lo esperado, ha seguido fortaleciendo los ingresos tributarios, sobre todo en ISR e IVA…
Fuente: SHCP
… finalmente, por el lado del gasto, se empiezan a sentir los esfuerzos de contención en el gasto programable presupuestario. Tras los fuertes crecimientos de 2014 y 2015, el gasto entre enero y julio se contrajo en 2016 y 2017. Sin embargo, este año el esfuerzo ha sido muy elevado en el rubro de gasto en capital, con una contracción de 83,000 mdp en tanto el gasto corriente se elevó sustancialmente.
Fuente: SHCP