El Banco de México se reúne este próximo jueves para tomar una nueva decisión en política monetaria. El consenso de mercado anticipa una nueva subida de tasas en línea con las actuaciones de su homólogo estadounidense, la Reserva Federal, y que situarían el precio del dinero en el 6.50%, frente al 6.25% actual. Sin embargo, los últimos acontecimientos del país, y en especial la evolución del tipo de cambio, sitúan al Consejo que preside Agustín Carstens en una disyuntiva, con argumentos a favor y en contra de un próximo movimiento en las tasas.
A favor, reducir el diferencial de tasas con respecto a la Reserva Federal que, recordemos, sí incrementó el precio del dinero el pasado 15 de marzo. Banxico siempre ha argumentado la necesidad de seguir los pasos del organismo estadounidense, por lo que sería una manera de mantener firme su postura y no mostrar titubeos. Igualmente, está el problema de la inflación. Si argumentan que su principal objetivo es mantener a raya las expectativas para dicho indicador, entonces una subida estaría más que justificada (incluso los hay que hablan de un incremento de 50 puntos básicos. Recordemos, no en vano, que la inflación en la primera semana de marzo alcanzó una tasa anual del 5.29%, y la subyacente una tasa del 4.32%. Es la tasa más alta desde mediados de 2009.
Sin embargo, tenemos también argumentos en contra. El principal, la apreciación que viene registrando el peso en las últimas semanas. Recordemos que el viernes cerró la sesión en su nivel más bajo del año, acumulando una revalorización desde enero del 9.3%. La debilidad del dólar por los últimos acontecimientos próximos a la Casa Blanca -Donald Trump no ha conseguido de momento derogar la ley de Salud de Barack Obama (Obamacare) ante el Congreso del país, lo que genera dudas acerca de la posibilidad de que pueda llevar a cabo los cambios que prometió y que podrían perjudicar a México-, han mejorado la visión de la divisa mexicana, al tiempo que también se veía beneficiada la pasada semana por unos subíndices relativos a la depreciación cambiaria y a los precios energéticos menores de lo esperado cuando se conoció el último dato de inflación.
También han sido buenas, según los últimos registros, las entradas de capital extranjero. El 15 de marzo supimos que habían alcanzado un máximo histórico de 2.211 billones de pesos. Y eso a pesar de Trump y sus amenazas. Y también las últimas subastas de dólares y las actuales coberturas cambiarias, otro punto de apoyo para el peso mexicano. No en vano, en la última semana la divisa anotó un repunte del 2.74%, una de las mejores evoluciones desde la llegada al poder de Trump.
En cualquier caso, como afirmaba José Miguel Moreno, analista de DineroLlamaDinero, en uno de sus últimos artículos, la reunión tendrá lugar en un ambiente de mucha más calma que en ocasiones anteriores. “Desde luego, la decisión no será lo dramática de otras ocasiones, cuando su veredicto estaba envuelto por la presión de una divisa, el peso mexicano, en serios apuros. Ahora la situación se ha revertido: por lo que esta reunión se celebrará desde una posición más cómoda, sin la urgencia de tener que frenar la caída del peso como sea para amortiguar su impacto inflacionario”.
“El propio gobernador de Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, lo dijo en un periódico: si Trump ya no es una película de terror, si el peso ya no nos aterroriza, ¿para qué seguir espantando el crecimiento económico con tasas mucho más altas? ¿Será que ahora sí bastará con un alza de 25 puntos base (pbs)?”.
El jueves saldremos de dudas. Y, como siempre, aquí estaremos para contárselo.