La semana anterior el mercado de renta fija en EE.UU. reflejó toda la angustia introducida en el entorno por los temas políticos en desarrollo: elecciones anticipadas en Inglaterra (8 de junio), elecciones presidenciales francesas (segunda vuelta el 7 de mayo), elecciones federales en Alemania (24 de septiembre) y por supuesto el interminable impasse de EE.UU. con Corea del Norte.
El treasury a 10 años, el título financiero más liquido del mundo, tocó a mediados de la semana el nivel de 2,18%, penetrando la barrera inferior de su rango de oscilación que durante semanas se ubicó entre 2,3%-2,6%. Las probabilidades sobre tres subidas de las tasas de fondos federales se redujeron sustancialmente a partir de la aparición del tema norcoreano. En este momento los mercados a futuros de tasas de interés, dan una probabilidad de 66% a una subida en septiembre, y de 34% a una segunda subida en diciembre de 2017.
Un retraso en la subida de las tasas de fondos federales es, al menos en el corto plazo, una buena noticia para el mercado accionario, pero también se puede leer como el reflejo del convencimiento de los actores económicos de que habrá un crecimiento mediocre de la economía de EE.UU. el resto de este año.
En este nuevo escenario, los grandes perdedores han sido quienes se benefician con esquema de tasas más altas, en particular los bancos, cuyas acciones subieron de precio ante las expectativas de mayores márgenes entre tasas activas y pasivas, que no se materializarán tan pronto. Otros grandes perdedores son los grupos corporativos que ofrecen programas de retiro a sus empleados, ya que el valor presente de sus acreencias se incrementa al ser calculado con tasas de descuento más bajas.
Algunos formadores de opinión en el sector financiero aseguran que el llamado “Trump stock rally”, se debió en buena medida a la esperanza del impacto positivo que podría generar en la economía un presidente orientado a los negocios. La cruda realidad muestra que hace falta más que voluntad para poner a crecer la economía estadounidense por encima del 3,5%, tal como lo prometió el Presidente Trump en su campaña electoral.
¿Qué hace falta?, una buena contribución al debate la presenta Bill Gross, una autoridad en el mercado de renta fija, en su publicación mensual de abril de 2017, quien sostiene que tal crecimiento no es posible sin un gran aumento en la productividad de EE.UU., parte de su argumentación la apoya en unas declaraciones del pasado 10 de abril de Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, quien sostiene que es un gran acertijo, el por qué la productividad de su país ha crecido sólo 0,5% interanual en los últimos cinco años, mientras que en el quinquenio previo lo hizo en el orden del 2%.
Es posible, sostiene Gross, que esta caída en la productividad sea el efecto combinado de una reducción en la inversión producto de la crisis financiera de la década pasada, acompañada de la caída del consumo de una población que se envejece en el primer mundo, y del hecho de que aún no se haya concretado el impacto económico de nuevas tecnologías como podría ser el caso de la robótica.
Sin inversión en temas relevantes, el crecimiento del mundo y no sólo de EE.UU., seguirá siendo mediocre en las próximas décadas, y a este mercado financiero tan cambiante se le acabarán las escusas para no corregir.