Este próximo miércoles 30 de abril, INEGI publica su estimación oportuna del PIB de México correspondiente al primer trimestre del año.
Existen considerables probabilidades de que a tasa trimestral y anual (respecto al trimestre inmediato anterior), la economía mexicana haya salvado una variación negativa o una recesión técnica. Esto ante el repunte de la actividad económica de febrero medida por el IGAE y los indicadores adelantados de consumo y comercio exterior, que resultaron mejor a lo esperado en marzo. Sin embargo, la estimación que proyecta el indicador oportuno de actividad económica del INEGI anticipa una posible contracción, manteniendo pesimista la perspectiva de la economía en los próximos trimestres.
Para discutir con bases la posibilidad de una próxima recesión en México, la aseveración hay que tomarla de su definición. Una recesión es una caída significativa de la actividad económica que se extiende por toda la economía en su conjunto (abarca también al estado del empleo), por un periodo prolongado de tiempo.
Todavía existen sectores en México que muestran crecimientos, sobre todo en el rubro de servicios, por lo que en sentido estricto, bajo esta definición, la economía nacional no se le puede considerar que esté ya en una recesión. Esto es, si crecen los servicios, todavía no se puede hablar de que estamos en recesión.
Sin embargo, sí ha aumentado la probabilidad de que entremos en una y/o estemos cerca de ella. La mayoría de los analistas y organismos internacionales han recortado su estimación de crecimiento del PIB para este año, por lo que la variación del PIB está más cerca de cero de lo que estábamos antes, a comienzos de año.
La realidad es que el país enfrenta un panorama económico complejo, donde los factores externos e internos se combinan para jugarle en contra.
Entre los principales factores negativos que explican una expectativa de crecimiento modesto del PIB de México destacan:
• Ciclo político – 1er año de Nueva Administración pública
• Deterioro del marco institucional (reformas constitucionales controversiales)
• Consolidación fiscal (reducción del gasto público)
• Difícil situación financiera de Pemex
• Aranceles Trump
• Deportaciones masivas de migrantes que podrían desencadenar en menor envío de remesas • Renegociación TMEC
• Menores incentivos para aprovechar el Nearshoring
• Menor consumo privado por (todavía) altas tasas de interés, inflación y empleo
En el mundo de los mercados y negocios, la estabilidad y las reglas claras son fundamentales. Pero la volatilidad arancelaria instauró un clima de cautela extrema, con inversionistas y agentes económicos en modo “esperar y ver”.
Así, se siguen posponiendo planes de expansión y han optado por detener inversiones en espera de mayor certidumbre. El impacto real de esta indefinición es difícil de cuantificar, pero sin duda es alto y negativo. El escenario es muy complejo para hacer pronósticos. La incertidumbre externa e interna persiste en niveles altos.
Con ello, las estimaciones pueden terminar desviándose de forma robusta del dato final o de lo que termine sucediendo. En cualquier caso, es innegable la fuerte pérdida de dinamismo en la que se mueve actualmente la economía mexicana.