Este próximo jueves 14 de mayo, Banco de México sostiene una reunión ordinaria de política monetaria. Todo parece indicar que la autoridad recortará de nueva cuenta su tasa de fondeo. En CIBanco la expectativa es una baja de 50 puntos base, para así ubicarla en 5.50%.
Esta decisión se puede justificar por tres elementos: 1) riesgo de una contracción económica mayor a lo prevista; 2) inflación al consumidor controlada y; 3) menores riesgos a los observados hace tres semanas.
Asimismo, es muy probable que Banxico deje abierta la puerta a futuros recortes de tasas. Nosotros estimamos que para cierre de 2020, la tasa bajará a por lo menos 5.0%.
Conviene recordar que en reunión extraordinaria, el 21 de abril pasado Banxico bajó su tasa de referencia de 6.50% a 6.0%. Esta decisión fue inusual porque se acompañó con medidas para proveer de mayor liquidez a las instituciones financieras del país y generar incentivos para aumentar el crédito, sobre todo empresarial.
Respecto a este último punto, la efectividad de las acciones anunciadas dependerá, en buena medida, de la demanda y requerimiento de crédito por parte de los distintos agentes económicos, la cual suele hundirse durante los periodos recesivos o de pérdida de dinamismo económico.
Banxico sabe que, para responder con oportunidad a la evolución de los problemas económicos derivados del Covid-19, para que las acciones de política monetaria puedan tener un mayor impacto deben ser sorpresivas o inesperadas.
Sin duda, la expectativa de una fuerte recesión en México (CIBanco espera contracción del PIB de 8.0% para este año), requiere de medidas extraordinarias de toda índole para enfrentarla. A esto hay que sumarle que a México, la situación de la pandemia lo agarró con una fragilidad y estancamiento económico por cuestiones internas, que sólo provocan que la difícil situación económica se agrave.
Pero lo que no hay que perder de vista, son las limitaciones de la política monetaria (no solo en el caso de México). A diferencia de lo que muchos inversionistas, analistas y políticos piensan, la política monetaria no es una varita mágica para resolver todos los problemas económicos.
En este sentido, la situación de la pandemia generada por el coronavirus es muy diferente a otras crisis como la de 2008-2009 cuando la debacle de la economía mundial tuvo su origen en el colapso del sistema financiero y, por lo tanto, la política monetaria ejerció un papel preponderante de remedio.
En esta ocasión, la actual crisis se deriva de un choque de salud pública, el cual ha derivado en un choque de oferta, esto es, fenómenos que aminoran la capacidad productiva de la economía (y también ha provocado una afectación por el lado de la demanda por las medidas de confinamiento al consumidor). Difícilmente la política monetaria puede compensar este tipo de choques.
Una reducción de las tasas de interés no hace que, en este entorno, la gente aumente el consumo, su gasto en turismo o las empresas incrementen la inversión. Bajo las circunstancias actuales, la política monetaria sencillamente no es capaz de afectar de manera significativa el desempeño de la economía.
Como lo ha dicho el propio banco central, se requieren acciones significativas en materia fiscal para enfrentar la emergencia sanitaria.
Impacto en el tipo de cambio
Probablemente, el recorte de tasa de interés por parte de Banco de México en la reunión de esta semana, podría restar un poco el atractivo de los activos denominados en pesos y presionar a la moneda frente al dólar.
Sin embargo, como en otras ocasiones, consideramos que el efecto en el tipo de cambio será poco significativo y temporal, alrededor de 10-15 centavos Así, el comportamiento del peso seguirá definido en mayor medida por temas externos como todo lo relacionado al COVID-19, cifras económicas globales (principalmente en EUA) y del precio internacional del petróleo.