Fue otra semana horrenda para el peso mexicano. En estos últimos cinco días, la divisa se ha hundido un 3.4% y se ha ido a niveles no vistos desde enero: el viernes cerró en 19.27 pesos por dólar. Aun así, todavía está lejos de su peor nivel histórico, los casi 22 pesos que acarició en enero de 2017.
Sin embargo no es un asunto particular del peso mexicano. Se trata, más bien, del poderoso regreso del dólar estadounidense, que ha reaparecido con el aumento de las tasas de largo plazo en Estados Unidos. Ante el atractivo de las rentabilidades que ofrece la deuda soberana estadounidense, la más segura del mundo, los capitales abandonan las inversiones en otros países de riesgo y retornan a la seguridad del dólar. La hemorragia, por tanto, ha sido generalizada. Todas las divisas del resto del mundo han salido magulladas en estos días, pero sobre todo los inversionistas se han cebado en los países emergentes y, de entre ellos, aquellos que ofrecen mayores vulnerabilidades macroeconómicas: fragilidad fiscal, elevados déficits externos e inflación alta, un cóctel letal si quieres resistir a los embates del dólar. Así las cosas, si mal le fue al peso mexicano, peor le fue al peso argentino, que se despeñó un 5.8% en la semana, o a la lira turca, con una caída del 4.6%. Dentro de Latinoamérica, también salieron mal parados el peso chileno (-2.2%) o el real brasileño (-1.8%).
Lo de Argentina nos remite a sus peores días de la devaluación de 2001. La llegada al poder de Mauricio Macri a finales de 2015 hizo pensar que sería capaz de reconducir a la economía hacia una posición más estable tras los desmanes de los Kirchner, pero los objetivos no se están cumpliendo: el ajuste fiscal va demasiado lento; el déficit corriente se ha deteriorado y se acerca al 5% del PIB; las reservas internacionales son exiguas, de apenas 56 millones de dólares (mdd); y la inflación sigue desbocada, por encima del 25%. Con eso desequilibrios, el peso argentino ha sido vapuleado a lo largo de todo el año. Pero en las últimas semanas el ataque ha sido brutal. Inicialmente, las autoridades echaron mano de las reservas internacionales y gastaron en torno a 7,000 mdd para contener al peso. Pero la semana pasada, vencidos por la sangría de capitales, el Banco Central de Argentina se vio forzado a elevar la tasa de referencia en tres ocasiones llevándola de 27.25% al 40%, la más alta del mundo, al tiempo que el gobierno anunció un programa de recortes y ahorros en el gasto público para reducir el déficit primario (excluyendo el pago de intereses) de 3.2% del PIB al 2.7%. La dolorosa prescripción puede abocar a la economía a una nueva crisis: tras la recesión de 2016 (-1.8%), el PIB se expandió un 2.9% en el 2017 y se esperaba que aumentara un 2.0% en 2018. Pero esas expectativas se pueden haber desbaratado con las recientes medidas económicas. El jueves, el peso argentino cerró en su nivel más débil de la historia.
La lira turca es otra divisa que se ha despeñado a nuevos mínimos históricos. Tras el intento de golpe de Estado de 2016, el presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, ganó un polémico referéndum que ampliaba los poderes del presidente. A partir de ahí, impulsó el crecimiento económico con crédito público y megaproyectos, lo que hizo que el año pasado la economía se expandiera a un ritmo explosivo de 7.0%. Ahora, con el deterioro de las cuentas públicas, un déficit por cuenta corriente de 5.6% de PIB, una fuerte dependencia hacia los capitales extranjeros y una inflación que rebasa el 10%, los capitales internacionales salen despavoridos de Turquía. El martes pasado, la agencia S&P recortaba la calificación de la deuda ante el riesgo de un “aterrizaje forzoso”, lo que lo hundía más al país en su estatus de “bono basura”. Al presidente turco le dio miedo de que la economía colapsara antes de las próximas elecciones, las primeras bajo el nuevo sistema de gobierno, que se iban a celebrar en noviembre de 2019, por lo que las adelantó al 24 de junio de este año, lo que ha añadido nerviosismo a los inversionistas.
Por tanto, no es un asunto particular del peso mexicano: es una hecatombe global que se explica por la fortaleza del dólar ante el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, y que se está llevando por delante, sobre todo, a las divisas de aquellos países peor guarnecidos. Esa tendencia ha sido especialmente latente desde el 19 de abril: desde entonces, el Índice del Dólar Spot de Bloomberg ha trepado un 3.2%. En consonancia, el peso argentino se ha hundido un 7.9% y la lira turca un 5.2%. El peso mexicano se mece entre ellas dos, con un descenso de 6.2%. En Latinoamérica, el peso colombiano se ha depreciado un 4.7%, el peso chileno un 4.4% y el real brasileño un 4.1%. En Europa, la libra esterlina se ha despeñado un 4.7% y el euro un 3.4%.
Entonces, ¿es el peso mexicano vista como una moneda vulnerable ante el alza de tasas en Estados Unidos? La reciente evolución te dice que sí: al menos, desde que empezaron las turbulencias en el mercado cambiario, es de las más golpeadas. Diseccionar las razones es más difícil: sus fundamentales, sin ser los ideales, son más robustos que los de Argentina o Turquía. La inflación, en torno a 5.0%, está por encima de la meta de Banxico, y la reciente depreciación del peso dificultará los esfuerzos del banco central para que la inflación converja a la meta. Sin embargo, está lejos de las cifras de doble dígito. El déficit corriente, de 1.6% del PIB, se ubica en niveles sostenibles, y las reservas internacionales rondan los 175,000 mdd. Su principal punto débil quizás es el volumen de deuda pública: el FMI proyecta que cierre el año en 53.5% del PIB, lo que lo sitúa en los mismos parámetros que Argentina pero muy por encima de los de Turquía, que no llega al 30%. Sin embargo, los esfuerzos de austeridad del gobierno mexicano junto con la recuperación de los precios del petróleo han logrado detener su peligroso deterioro. El crecimiento económico, como es habitual, ronda el eterno 2%, aunque los riesgos de nuevas subidas de tasas por parte de Banxico podrían moderar aún más el ritmo de expansión. De hecho, pese a la reciente debacle del peso mexicano, la divisa gana un 2.1% este año y está lejos de sus peores niveles, frente a los derrumbes del peso argentino (-14.8%) y la lira (-10.8%) en este 2018.
Lo que pasa que en el caso de México se añaden más factores de vulnerabilidad. También le acecha la incertidumbre con el resultado final de las negociaciones del TLCAN así como los riesgos de lo que pueda suceder tras las elecciones del primero de julio. Respecto al TLCAN ya hemos advertido que el acuerdo que se alcance de aquí a, como muy tarde, principios de junio (en caso de llegarse a uno) será de poco alcance. Lograr un acuerdo preliminar depende de que al menos se logre cerrar el capítulo automotriz, algo que no será sencillo. Pero no habrá un acuerdo integral y el nuevo TLCAN dependerá del nuevo presidente de México y de la nueva configuración del Congreso de Estados Unidos que emane de las elecciones de noviembre. Si lo que se anuncie será suficiente para respaldar al peso mexicano está por verse. Respecto a las elecciones presidenciales, pareciera que el principal riesgo, más allá de quien gane, es si funcionarán las instituciones democráticas de manera correcta y transparente y, sobre todo, si las distintas fuerzas políticas acatarán limpiamente los resultados.
INFOGRAFÍA
El dólar se ha disparado en las tres últimas semanas. Desde el 19 de abril, la divisa estadounidense se ha disparado, medido por el Índice del Dólar Spot de Bloomberg, un 3.2%, regresando a los máximos observados a principios de año. La fuerte apreciación del dólar está asociado al reciente repunte de las tasas de 10 años en EU y las expectativas de tres alzas más de tasas por parte de la Fed este año…
Fuente: Bloomberg
… el regreso de los capitales hacia EU atraídos por la mayor rentabilidad de la deuda estadounidense ha zarandeado a todas las divisas del mundo. De entre las grandes divisas, todas han perdido terreno respecto al dólar desde el 19 de abril. Las monedas más golpeadas son las de los países emergentes y dentro de ellos, los de peores fundamentales. Las divisas asiáticas son las que mejor han resistido…
Fuente: Bloomberg
… el peso argentino, la lira turca y el peso mexicano han sido de las divisas más castigadas. Sin embargo, los fundamentales de México son mejores que los de los otros dos países: su déficit corriente es pequeño, la inflación es menor y posee mayores reservas internacionales. La peor variable de México es la deuda pública, que el FMI proyecta sea de 53.5% al final de 2018, parecida a Argentina peor superior a Turquía…
Fuente: Bloomberg, Banxico, Inegi, FMI
… pese a la reciente caída del peso mexicano, el viernes cerró en 19.27 pesos, cerca de los 19.87 pesos de finales de 2017 pero bastante mejor que los casi 22 pesos que llegó a tocar en enero de 2017. Por el contrario, tanto el peso argentino como la lira turca cotizan en los peores niveles de su historia. En el año, el peso mexicano ha ganado un 2.1%, en contraste con el peso argentino (-14.8%) y la lira turca (-10.2%).
Fuente: Bloomberg