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La ''chupacuenta'' del trading

Publicado 26.05.2017, 08:47 a.m
Actualizado 14.05.2017, 05:45 a.m

Había una vez una joven promesa del mundo de las inversiones financieras. Quería ser trader. Era esbelta, de piel fina, preciosa mirada, cariñosa, de lindas curvas, muy inteligente y educada. Ella sabía moverse con facilidad y descubrió cómo podía codearse de los mejores traders y banqueros. Sabía que, si lo hacía así, iría por el buen camino, recogería eficientemente sus objetivos y los convertiría en beneficios.

Quizás eso es lo que pensaba, le habían dicho que otros ya lo habían logrado. Sus más allegados le habían contado que si hacía lo que le decían, sin lugar a dudas podría hacer fortuna dedicando pocas horas al día. Además le habían advertido que podría hacer dicha actividad desde su casa, en un bar desayunando, desde la playa, en un local con wifi y desde donde ella quisiera. Tan solo tenía que seguir el sistema que le planteaban, debía aprenderlo, interiorizarlo y simplemente ejecutar las operaciones tal y cuál le habían enseñado en un curso acelerado, tirado de precio por lo que podía conseguir, era una ganga lo que había conseguido.

Ella estaba tan ilusionada con ese proyecto, que incluso ya se atrevía a decir a las amistades y familiares más cercanos que estaba en una historia que pronto le llevaría a resolver todos sus problemas económicos y de nivel de vida.

Cristina creó sus propias expectativas y creyó todo lo que le habían contado. Lo descubrió en las redes sociales y en algunas webs. Sabía que quería hacer esa actividad que desconocía hasta ese momento. Al principio lo confundía con “training” porque le sonaba ese vocablo anglosajón. Pero al poco tiempo y después de escucharlo y leerlo más detenidamente sustituyó de forma correcta el “TRAINING” por “TRADING”. Ahora supo nombrarlo de forma correcta: quería dedicarse al TRADING.

Tenía algunos ahorrillos en casa, y también algo de dinero en una cuenta en el banco. Abrió una cuenta operativa para hacer sus inversiones u operaciones en el bróker aconsejado por sus instructores formativos. Era la bomba, era una cuenta muy buena, estaba en el mejor bróker y se había formado con los mejores. Debería dedicar muy poco tiempo al día para hacer trading y el resto del día haría lo que quisiera. La combinación era perfecta. Lo tenía todo.

Estuvo un tiempo operando en simulado, para adquirir la experiencia y probar lo que le habían enseñado. Le costó un tiempo probar todo en formato sim, conocía la plataforma y lo hacía más o menos como le habían dicho. Sabía que lo haría mejor y pensaba que puesto que era como le habían explicado, era cuestión de tiempo conseguirlo. Seguía idealizando sus expectativas y eso la seguía motivando cada día.

Mientras tanto, estando en su “camino” hacia ser una trader exitosa y llegar a ganar lo que ella quería, se esforzó como nunca. Le dedicó muchas horas y empeño. Intentaba sacar la operativa hacia delante pero descubrió que no era fácil, ni tampoco era cómodo hacerlo. Se le estaba complicando todo aquello que había soñado desde hacía un tiempo, cuando descubrió el mundo que le había cautivado. Estaba viendo como ese mundillo idílico del trading era algo más complejo de lo que le habían contado.

En menos de seis meses y sin darse cuenta su saldo en el bróker se había esfumado. Pasó del simulado a real en menos de dos meses. Seguía pensando que podría llegar a conseguir lo que había planificado en su formación. Sus expectativas eran altas y fundadas en lo que le habían enseñado.

Un día escuchó a alguien, que supuestamente estaba operando en real de forma consistente, afirmar que operar en simulado era perder el tiempo. Se le antojó probar el real sin demostrarse que estaba del todo preparada. Pero aún no estaba segura de estar en la operativa adecuada, porque los resultados todavía no llegaban a ser positivos.

Quiso formarse de nuevo. Cambió de tercio rotundamente, de producto a operar, de temporalidad, de indicadores, gestión monetaria diferente… todo por completo. Empezaba otra vez.

En su afán de descubrir más allá de lo que hasta aquel entonces sabía, siguió buscando otras alternativas de formaciones y operativas. Probó con otras academias, algún otro gurú e incluso otros brókers y plataformas. Pero no conseguía progresar. Quería dinero fácil y rápido. Seguía soñando con tener pasta y disponer de abundante tiempo para hacer muchas otras cosas. No estaba dispuesta a asumir, en absoluto, que no iba en la dirección correcta.

Volvió a encontrarse con lo mismo una y otra vez. Abrió hasta cuatro cuentas en real y las perdió todas. No dejó de buscar insistentemente y seguía abriendo cuentas pequeñas, pero seguía palmándolas, perdiéndolas todas.

Se quedó sin recursos, todo lo que tenía ahorrado se le había esfumado. El desastre era evidente, se había quedado sin materia prima: su dinero.

Quizás estuviera descubriendo que aquello que muchos predicaban no era del todo cierto. Estaba abducida en sus pensamientos, en sus ideas soñadoras. Pero el trading le estaba destrozando su vida idealizada.

Escuchó una voz conocida, no la reconocía del todo, alguien le gritaba. De repente su cuerpo se contrajo y abrió los ojos.
-Cristina Codicia, ¿quieres hacer el favor de despertarte? Te estoy hablando – le dijo aquel hombre mientras se dirigía a ella con el delantal puesto. ¿Por qué no contestas? Te estoy diciendo que la cena está hecha. ¿Qué te pasa? ¿En qué estabas pensando? ¿Qué te pasa con esa cara de preocupación?

Era su pareja, Juan Sensato. Había estado preparando la cena que más le gustaba: sopa de pescado con queso fundido. Cenaron y ella le prometió que le contaría en otro momento en qué estaba soñando. Y si estaba muy preocupada.

Pasaron un par de días y ella se dio cuenta que todo el dinero que había perdido no lo había perdido en realidad. Tan solo era un sueño. Hacía tiempo que estaba formándose para ser una trader, pero gracias a su nueva perspectiva entendió que esta actividad no es una actividad cualquiera.

Es una simple narración de algo que nos puede ayudar a entender lo que le pasó a la señora CODICIA. El trading como actividad, requiere de nuestra máxima atención, dedicación, formación, perseverancia, mucha pasión, disciplina, infinita paciencia y sobre todo de autoconocimiento. Por eso es importante conocer a nuestra personalidad y nuestro EGO, el enneatrading nos ayuda a resolverlo.

Debemos prepararnos a conciencia. No sirve tener solo un sistema aparentemente ganador, sin que tú lo puedas operar y demostrarte mantenerlo como ganador. Quizás ni tengas el sistema adecuado, ni sepas operarlo adecuadamente, tan solo porque te lo hayan dicho o que a alguien le vaya bien ese sistema.

Pero aún estás a tiempo, en esta ocasión no dejes que el sueño de Cristina CODICIA se haga realidad.

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Creo que la prueba más grande que hay que pasar en la vida, no sólo en el trading, es conocerse a uno mismo.
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