Gran desafío de Netflix: Tras alza de 41%, ¿el 2T impulsará rally o causará caída?
El oro vuelve a estar en el centro de la escena financiera global. A mediados de junio de 2025, su precio ronda los 3.400 a 3.450 dólares por onza, y aunque ha retrocedido ligeramente desde los máximos históricos de abril (US$ 3.500), sigue firme. ¿La razón? Un contexto internacional cargado de tensiones.
Los conflictos entre Israel e Irán no solo sacudieron los mercados, sino que reactivaron al oro como refugio tradicional. La incertidumbre geopolítica se combina con una demanda creciente por parte de los bancos centrales, que este año proyectan comprar más de 1.000 toneladas, impulsados por el deseo de reducir exposición al dólar y fortalecer sus reservas en activos más estables y tangibles.
En el corto plazo, los precios podrían oscilar entre US$ 3.380 y 3.450, dependiendo de factores clave como la próxima reunión de la Reserva Federal, nuevos datos inflacionarios (CPI/PPI) o cualquier novedad en Oriente Medio. Muchos traders están aprovechando estos movimientos para entrar y salir rápidamente, buscando capturar valor en cada fluctuación.
A mediano plazo, el panorama se mantiene optimista. Grandes bancos como JPMorgan (NYSE:JPM) estiman que el oro podría alcanzar US$ 3.675 o incluso 4.000 en 2026, sostenido por la tendencia de desdolarización, compras oficiales y una inflación que, aunque contenida, sigue presente. Incluso si el mundo entra en una fase más estable, los analistas creen que el piso del oro difícilmente baje de los 3.100–3.200 dólares.
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