El creciente interés del Gobierno Federal de Estados Unidos en regular más estrictamente las llamadas Big Tech (las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos) ha zarandeado el sector tecnológico desde el lunes, tras conocerse que se estaban considerando investigaciones antimonopolio y la posibilidad de una legislación más estricta relacionada con la privacidad de usuario. Los inversores, como es normal, han visto las señales de alarma.
Facebook (NASDAQ:FB), que ha sido el centro de varias controversias en los últimos años, cayó un 7,5% el lunes. Alphabet (NASDAQ:GOOGL) y Amazon (NASDAQ:AMZN), ambos señalados por agencias federales y por el Congreso, descendieron un 6,1% y un 4,6% respectivamente.
Las acciones se han recuperado en cierto modo debido a las expectativas de un recorte de tipos de interés de la Fed, pero los obstáculos no han terminado para las Big Tech.
En los últimos años, particularmente tras conocerse a principios de 2018 que la privacidad de los usuarios se había visto gravemente comprometida en Facebook mediante la recogida de datos por parte de terceros, los reguladores del Gobierno y grupos de activistas han sido muy críticos con el aparentemente ilimitado poder de las grandes empresas tecnológicas, así como sus a menudo agresivas tácticas empresariales.
El Congreso de Estados Unidos ha realizado varias sesiones con altos funcionarios, incluido el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg y el de Alphabet, Sundar Pichai. A juzgar por la opinión pública y los actuales problemas del sector, el escrutinio no está cerca de terminar. ¿Están las acciones de las Big Tech en grave peligro?
Se acabó el laissez-faire
En primer lugar, debe reconocerse que el tremendo crecimiento de lo que ahora llamamos las Big Tech se debe en parte a que el Gobierno de Estados Unidos ha adoptado una actitud de laissez-faire hacia estas empresas. La Comisión Federal de Comercio (FTC), junto con el Departamento de Justicia, son las dos agencias que representan al Gobierno en materia de antimonopolio. Ambos se habían mantenido mayormente al margen hasta ahora.
En el pasado, la FTC decidió permitir la adquisición de Whatsapp e Instagram por parte de Facebook, los cuales han supuesto una parte importante del éxito de Facebook y de su capacidad de superar a su competencia a día de hoy. La FTC también aprobó la adquisición de Whole Foods (NASDAQ:WFM) en 2017 por parte de Amazon, lo que permitió al coloso minorista expandirse más allá de la esfera digital.
Cualquier cambio en la disposición de la agencia gubernamental para permitir a las Big Tech comprar empresas más pequeñas o expandirse a nuevas áreas perjudicará inevitablemente las previsiones de crecimiento futuro.
¿Cómo de feo puede ponerse?
Para las Big Tech (y los inversores del sector), el peor escenario sería regulaciones estrictas junto con disgregaciones forzadas relacionadas con el antimonopolio, como propone la senadora de Massachusetts y candidata demócrata a la presidencia, Elizabeth Warren. Warren quiere que se regule la tecnología como un servicio público, evitando así que las empresas posean y gestionen empresas en sus plataformas. Warren también intenta romper fusiones previamente aprobadas, como las mencionadas adquisiciones de Whatsapp, Instagram y Whole Foods.
Para las Big Tech, sin embargo, el conjunto es mayor que la suma de sus partes. Gran parte del potencial de crecimiento proviene de una integración impecable y un servicio continuo. Crear entidades diferentes introduciría la enorme fricción que las Big Tech pretenden eliminar, perjudicando su atractivo de cara al cliente.
Sin embargo, con todo el debido respeto a la senadora Warren, estas medidas tan drásticas son poco probables. Su propuesta puede considerarse extrema, probablemente destinada a llamar la atención sobre su candidatura presidencial de 2020. Es muy poco probable que se apruebe una legislación tan radical en el Congreso —algunas estimaciones indican que hay menos de un 1% de probabilidades.
Los precedentes anteriores probablemente proporcionen respuestas
Como una manera de entender lo que hay realmente en juego aquí, tenemos algunos precedentes para guiarnos. Las demandas antimonopolio se han convertido en una especialidad europea en los últimos años.
Los tribunales europeos llevan investigando a Google más de una década, emitiendo multas por un total de hasta 9.250 millones de dólares durante ese período. Aunque Google ha tenido que cambiar su comportamiento para cumplir con las decisiones reguladoras en la UE, los resultados han involucrado sobre todo productos específicos. Por ejemplo, Google Shopping, el servicio de búsqueda y comparación de precios que en su día mostraba sólo anuncios de Google, desde junio de 2017 se vio obligado a incluir anuncios de terceros en el motor de búsqueda de compras.
Del mismo modo, a finales de los noventa, Microsoft (NASDAQ:MSFT) entró en la línea de fuego en Estados Unidos por prácticas monopólicas relacionadas con su sistema operativo y otros componentes de software, como su navegador Internet Explorer. En junio del año 2000, un tribunal ordenó a Microsoft dividirse en dos componentes: un productor de sistemas operativos y otro de software. Sin embargo, durante la apelación de la empresa, el Circuito del Distrito de Columbia decidió no anular la decisión ante las preocupaciones en torno a que una disgregación inhibiría la innovación. El pleito terminó con un acuerdo que no tuvo mucho impacto en el negocio de Microsoft, lo que le permitió convertirse en la potencia que es hoy.
¿Creciente influencia de la política?
Además, subestimar la gran influencia de las Big Tech sobre la política sería un gran error. En primer lugar, muchas empresas, incluida Facebook, dicen estar dispuestas a cooperar con los reguladores explorando también la autorregulación. Por ejemplo, Facebook ha incorporado miles de revisores de contenido a su plataforma, en un intento de apaciguar a los críticos.
Estas empresas también han aumentado muy activamente sus esfuerzos de presión en los últimos años, empleando un total de 77,9 millones de dólares en esta cuestión en 2018, según el Centro para una Política Reactiva, organismo no partidista. Creer que Google, Facebook, Amazon u otros incondicionales de las Big Tech van a comulgar sin rechistar con los esfuerzos para desmantelarlas sería extraordinariamente ingenuo.
Conclusión
Los inversores deben evaluar mucho más concienzudamente los rumores frente a la actividad empresarial. Desbaratar las Big Tech es más fácil de decir que de hacer.
Aunque cada vez se está más de acuerdo con una intervención del Gobierno en el sector —lo que crea una presión negativa sobre las acciones tecnológicas—, aquí se aplica eso de que lo pasado no es más que un prólogo. Los reguladores y los tribunales han demostrado ser cautelosos en su acercamiento a la regulación de las tecnológicas, ya que son conscientes de que una sola decisión podría paralizar la innovación y dañar la economía.
El resultado más probable por lo tanto es: años de evaluación, seguidos de una decisión que sea aceptable para el Gobierno y las Big Tech. Nuestro consejo es comprar con los rumores y vender con las noticias.