Para los amables suscriptores de TMR, la advertencia llegó más que a tiempo: la temporal fortaleza del peso que se vio en abril no podía sostenerse.
De hecho, tuvimos el acierto de ‘cantar’ el piso de este año por debajo de los 18 pesos. Son esas cosas que pasan cuando se juntan el análisis fundamental con las circunstancias adecuadas. En todo caso, lo cierto es que el peso sigue bastante presionado. Al cierre de esta edición el miércoles pasado, el máximo alcanzado en el mercado interbancario llegó a 19.70 pesos por dólar.
Son varios factores, tanto internos como externos, los que podrían seguir afectando al peso y otras monedas de economías emergentes en los meses por venir.
Primero que nada hay que recordar que como consecuencia de la crisis y Gran Recesión de 2008-2009, todos los grandes bancos centrales del mundo comenzaron históricas rondas de estímulos, deprimiendo artificialmente las tasas de interés a mínimos históricos para impulsar el crédito y el consumo, e inyectando una gran cantidad de liquidez a los mercados.
Por primera vez en la historia, todos los bancos centrales se lanzaron en conjunto a una ‘impresión’ masiva de dinero. No es el tema de este artículo, pero basta recordar que he explicado la razón por la que lejos de una oleada inflacionaria que en principio se esperó, lo que se indujo fue la ‘madre’ de todas las burbujas de activos, en especial mercados bursátiles y de bonos.
Ese ‘tsunami’ de dinero generó una auténtica oleada de flujos de capital hacia economías emergentes, como México, lo que ayudó a que también se redujeran sus tasas de interés, que subieran las bolsas y sus monedas tendieran a fortalecerse.
Sin embargo, en diciembre de 2015 la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos inició un lento proceso de ‘normalización’ de su política monetaria, y comenzó a subir poco a poco las tasas de interés hasta su rango objetivo actual de 1.50 a 1.75%. Aunque ha sido un proceso paulatino, las autoridades monetarias han dejado ver que continuarán recogiendo la liquidez que inyectaron antes al mercado para no generar, ahora sí, mayores presiones inflacionarias.
Jerome Powell, nuevo presidente de la Fed, ha dejado en claro que el alza de tipos seguirá su curso, y lo hará hasta que llegue la próxima recesión, de tal modo que esos flujos de dólares que antes inundaron al mundo, ahora se están revirtiendo y van de regreso a la aparente seguridad del billete verde.
Si antes las monedas se fortalecieron, ahora la presión es a la inversa, hacia la depreciación. El FMI calcula que a medida que la liquidez retrocede, los flujos hacia los mercados emergentes podrían disminuir en hasta 60,000 millones de dólares anuales, esto es una cuarta parte de los totales anuales entre 2010 y 2017.
Si a eso sumamos otros factores internos que ya hemos comentado en TMR, como la renegociación del TLCAN –que está en un punto crítico–, y otros de carácter interno, como la incertidumbre política y la inseguridad, que son los que más preocupan a los inversionistas, pues se genera el clima de nerviosismo propicio para una mayor debilidad del peso.
Recomendamos seguir saliendo de nuestra moneda hacia activos más sólidos que de manera constante le presentamos en este boletín.
En este contexto adverso sería muy importante que –gane quien gane la presidencia de la República– hubiera un compromiso serio de tener finanzas públicas SIN déficit, para que la deuda ya no aumente, y de esta manera, México haga lo que le toca.
En TMR, en particular, no estamos muy optimistas, pues ante la casi certeza de triunfo de AMLO el 1 de julio próximo, estamos convencidos de que, lejos de un equilibrio fiscal, volveremos a incurrir en los déficits que hemos tenido siempre. Por eso, más que nunca, debe mantenerse al tanto de la información que le presentamos, para tomar las mejores decisiones de inversión.
Por otro lado, hay que poner mucha atención al tema de las deudas, porque Banxico seguramente seguirá subiendo las tasas de interés previniendo presiones inflacionarias mayores hacia finales de año.
De ahí que más vale que personas y empresas paguen o renegocien sus compromisos, sobre todo deudas en dólares y que se tengan a tasa variable, UDIs, salarios mínimos, etc., pues sus costos van a seguir elevándose. Si no tiene opción, en la medida de lo posible traslade sus deudas a pesos y tasas fijas, para que al menos la inflación y el tipo de cambio no jueguen en su contra.