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¿Por qué es tan importante la visita de Trump de mañana en el Congreso?

Publicado 27.02.2017, 10:01 a.m
Actualizado 09.07.2023, 04:32 a.m

El martes, Donald Trump entonará su primer discurso en el Congreso. Esta primera comparecencia delante de todo el cuerpo legislativo es, tradicionalmente, todo un acontecimiento cargado de rito y máximo decoro, una formalidad que no encaja bien con la estridente personalidad del presidente. La elocuencia y el respeto no es lo suyo y, hasta ahora, cada ocasión que se le ha presentado la ha aprovechado para desplegar su perorata mitinera en toda su extensión. Con esa perorata, el republicano de a pie, el que acudió el viernes a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) está obnubilado, rendido a sus pies. Ahora falta por ver si se gana también a los congresistas republicanos, algo más reticentes a comprar el discurso trumpista. Además, en este discurso Trump marcará las prioridades y qué legislaciones específicas plantea, algo que el mercado espera ansioso para evaluar si este rally bursátil aún tiene cuerda o no, así como el rumbo para el dólar y los bonos. Una de las grandes cuestiones es cómo será el recorte de impuestos "fenomenal" que propone Trump y si ya está descontado por el mercado.

La retórica que ha usado Trump hasta ahora la conocemos bien. Se centra en una visión apocalíptica del país, el “American carnage”, una desastrosa nación repleta de pobreza, con una industria depauperada y ciudades inseguras satanizadas por el crimen y la droga, una realidad que él iba a transformar gracias al “America First”.

Ahora bien, Trump ya lleva 40 días de presidente. Desde que llegó a la Casa Blanca, ha sido un vendaval de tuits y órdenes ejecutivas y, desde el Despacho Oval, ha lanzado toda una metralla de propuestas: tumbar el “Obamacare”; emprender una agresiva política de desregulación de sectores clave como el financiero y energético; acometer grandes proyectos de obra pública que renueve la infraestructura estadounidense; sacar adelante un programa de recorte de impuestos “fenomenal”; renegar de los tratados de libre comercio; gastar más en defensa y seguridad nacional; y controlar la inmigración. El muro con México, ya lo ha dicho, empezará “antes de lo previsto”.

Probablemente este martes algo cambie en el tono de su discurso. Quizás aproveche toda la escenografía y audiencia que tendrá para reiterar los males que aquejan al país, pero sobre todo lo utilizará para jactarse de todo lo que la logrado en tan poco tiempo. La pregunta aquí es: ¿Con qué fuerza llega Trump a este primer envite y qué tanto apoyo tiene su agenda?

La respuesta no es clara. Desde luego que, por las encuestas, su popularidad anda por los suelos. Sus niveles de aprobación son los más bajos de la historia moderna de Estados Unidos para un presidente que acaba de tomar el mando. La firma de encuestas Gallup da un seguimiento diario a los ratios de aprobación de Trump: el 22 de enero, dos días después de su toma de posesión, los porcentajes de aprobación y desaprobación estaban empatados en 45%. El sábado pasado, el porcentaje de desaprobación era de 54% y el de aprobación había descendido a 41%, una diferencia de 13 puntos porcentuales.

También tiene en contra a buena parte de los medios estadounidenses. Aquellos que son críticos con sus políticas los acusa de ser “enemigos del pueblo”, “deshonestos” y creadores de “noticias falsas”. La cruzada empieza a tomar tintes dictatoriales: el viernes negó la entrada a una conferencia de prensa en la Casa Blanca a algunos medios, y ayer anunció que no acudirá, a finales de abril, a la tradicional cena de corresponsales de prensa.

Pero si bien Trump tiene enemigos, y muchos, su votante anda la mar de contento. Hay que recordar que Trump ganó la presidencia perdiendo el voto popular. Y que sólo está gobernando para sus fans, lo que explica el alto porcentaje de desaprobación. Pero entre su electorado se percibe que está cumpliendo sus promesas. El viernes, en la CPAC, mostró músculo entre el ala más conservador de republicanos. Y si hoy se repitieran las elecciones presidenciales volvería sin duda a perder el voto popular, pero al parecer ha logrado conservar el voto entre los estados que le dieron la victoria.

Por otro lado, se espera que sea recibido en el Congreso con los brazos abiertos. Trump ha logrado que de nuevo en las dos cámaras haya mayoría republicana, por lo que habrá gran entusiasmo entre sus huestes. El martes, los legisladores republicaros estarán con él y lo vitorearán. El ala demócrata, y dado que es su primer discurso en el Congreso como presidente, posiblemente le guardará respeto y no le quedará más que contemplar el espectáculo.

Finalmente, Trump llega al Congreso sintiendo que sus políticas están legitimadas por los mercados, por los inversionistas, por Wall Street. ¿Cómo sus políticas no van a ser buenas si el mercado las aplaude? Se podrá vanagloriar de que el rally de Trump no se agota: las bolsas volaron con su elección, y la tendencia alcista ha continuado después de su toma de posesión. Wall Street cerró el viernes en máximos históricos. Y el Dow Jones ha encadenado once jornadas consecutivas de récord, algo que no se lograba desde la era Reagan, en 1987, cuando la racha de récords fue de trece sesiones seguidas. Si lograra el Dow trepar hoy y mañana, algo que vemos factible, llegará al Congreso presumiendo haber igualado el récord de Reagan. Y todo eso lo achacará a que ha devuelto la confianza al ciudadano de a pie, a los consumidores, a los empresarios, al creer en sus política para “hacer a América otra vez grande”.

Pero más allá del triunfalismo con el que llegará el martes al Congreso, hay que ponerse a trabajar. Frente al dinamismo que exhibe la Casa Blanca, hay parálisis en el Capitolio. Su carácter autoritario le ha hecho prescindir del Congreso, con el que hay una desconexión evidente. Y pese a que en la forma Trump nos dirá todo lo que ha hecho, en el fondo no ha pasado nada.

Ahí está el caso del “Obamacare”: lo quieren desmantelar, pero no saben bien cómo ni con qué será reemplazado. Ésa parece ser la prioridad. Lo mismo sucede con su reforma tributaria, donde no hay consenso: se debate el impuesto fronterizo y su impacto en la economía. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, afirmó ayer que la reforma al código fiscal estará lista para agosto. O con su plan de infraestructura. Se dice que en el discurso revelará el plan de obras públicas (carreteras, puentes, aeropuertos) que ha diseñado para “reconstruir” a Estados Unidos. Sin embargo, eso no quiere decir que vaya a haber una legislación pronto: el paquete legislativo sobre infraestructura podría no estar listo hasta el 2018.

Por tanto, los legisladores buscarán orientación: cuáles son las prioridades de la Casa Blanca y las legislaciones específicas que se plantean. Y sobre todo, si están dispuestos a adherirse al “movimiento Trump” abandonando los principios tradicionales de la derecha estadounidense. Los líderes del partido republicano, incluyendo al actual presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, ha denostado a Trump hasta hace poco. Pero el partido ha sido absorbido por el presidente a una velocidad de vértigo. Su arrollador liderazgo ha logrado que las bases estén con él y, respaldado por los votantes, está levantando un nuevo movimiento republicano a su imagen y semejanza que desvirtúa su línea ortodoxa tradicional: el “nacionalismo económico” que pregona, basada en el proteccionismo comercial, el subsidio a ciertos sectores productivos, el gasto público y el crecimiento financiado con deuda contradicen la libertad económica y la disciplina fiscal de la ideología republicana. Quizás apoyen el recorte de impuestos, o ciertas desregulaciones, pero ¿todo lo demás?. La supremacía de Trump ya está entre sus votantes. Falta por ver si también sus legisladores traicionan sus principios y se suben al tren del presidente. De eso depende qué tan lejos puedan llegar tanto Trump como este rally.

Trump llega al Congreso con Wall Street desbocado. El viernes, tanto el Dow Jones como el S&P’s 500 acabaron en nuevos récords. Pero además, el Dow Jones ha encadenado 11 jornadas de récord consecutivas. Si el Dow logra subir hoy y mañana, llegará al Congreso igualando el récord de Reagan de 1987, algo que Trump puede aprovechar para legitimar su agenda política.

El Dow desde la victoria de Trump

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