por Kenia Arteaga
(Retransmite la historia publicada el 25 de octubre)
Infosel, octubre. 25.- La fila de cerca de una centena de personas que se presentó en la casilla instalada en la Glorieta de Los Insurgentes, en la capital del país, para recabar la opinión de los ciudadanos en torno a si el próximo gobierno debe mantener o cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en lo que fue el Lago de Texcoco, no desalentó a la gente a participar en la consulta convocada por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Juliana, una ciudadana chilena naturalizada mexicana de 54 años de edad, esperó paciente, pero entusiasmada, los cerca de 20 minutos que le llevó para poder depositar su boleta en la urna.
"Es la primera vez que participo en una consulta. Llevo muchos años viviendo en México, es mi país ya y estoy optimista a ver qué pasa con el nuevo gobierno, espero que todo empiece a funcionar mejor", dijo Juliana, en entrevista unos minutos antes de votar. "Esta consulta es un primer paso y voy a votar por Texcoco, se los aclaro".
El futuro presidente de México propuso, ante su oposición inicial a mantener la construcción del NAIM, por parecerle muy cara y con altos costos de mantenimiento, consultar a los ciudadanos para saber si debía o no mantener esa obra.
Claro que ante el problema de saturación aérea que existe en el Valle de México con el aeropuerto actual de la capital, que por su dimensión limita el número de vuelos que pueden llegar y salir de la capital, el equipo de López Obrador ha ofrecido una alternativa para superar esa saturación aérea en caso de no seguir con la edificación de NAIM
Esa opción alterna consiste en construir dos pistas comerciales en la base militar aérea de Santa Lucía, algo que su defensores dicen que incrementará, aunque no lo han podido probar desde un punto de vista aeronáutico, el número de operaciones aéreas en el Valle de México, ya que esa obra, a diferencia del NAIM, sí permitiría mantener abierto el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Si bien la solicitud de realizar una consulta popular sobre el tema recibió un buen respaldo de la población, que en encuestas previas al ejercicio, dijo que en su mayoría veía bien que fuese consultada para definir qué hacer, la ejecución del ejercicio de democracia participativa dejó, para algunos, mucho que desear.
Esto porque la consulta sobre el aeropuerto no estuvo exenta de una pobre organización desde que abrieron las casillas, que en ocasiones pareció ser improvisada. A eso hay que sumar el hecho que desde que el equipo de López Obrador dio a conocer la metodología que seguiría la consulta y la pregunta que se plantearía a la ciudadanía, generó sospechas de que estaba inclinada hacia la opción de cancelar la obra en Texcoco por su elevado costo e impacto ambiental.
Claro que de cancelarse ese proyecto, el otro tendría que asumir los costos que implicaría el gasto ya realizado en NAIM, que lleva un adelanto de entre 20 y 30% y que suma cerca de 60 mil millones de pesos (tres mil 100 millones de dólares), más las penalizaciones por la reversión de múltiples contratos de construcción y proveeduría.
Los problemas metodológicos y organizacionales, sin embargo, no impidieron que hoy se iniciara el proceso de consultar a la ciudadanía sobre el tema aeroportuario.
El propio López Obrador acudió temprano por la mañana a una casilla de la alcaldía de Tlalpan, cerca de su casa, a depositar su voto. El futuro mandatario acabó depositando en la urna una papeleta en blanco por temor de inclinar la balanza hacia una de las dos opciones en caso que las cámaras registraron qué alternativa era su favorita.
Otros políticos, sin embargo, no tuvieron recato para decir por cual de las dos opciones votaron. El senador Marti Batres, presidente de la Cámara Alta y un colaborador cercano de López Obrador, reveló que el votó por Santa Lucía, ante los altos costos de la otra opción y por su impacto en el medio ambiente.
Claro que Batres dijo, como lo ha indicado el futuro presidente de México, que él y su partido, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y que fundó López Obrador, respetarán el resultado de la consulta.
De cualquier manera y a pesar de las críticas que generó la consulta y las dudas de que pudiese realmente recabar el sentir de la población sobre el tema aeroportuario, en diversos lugares de la capital, como el Parque México, en la colonia Condesa; la Glorieta de Los Insurgentes o el cruce de las avenidas Insurgentes y Reforma, la gente se dio cita para esperar pacientemente su turno, obtener su papeleta, y depositar su voto en las urnas dispuestas para ello.
El ejercicio, que terminará el domingo 28 de octubre, ya que la gente podrá votar hasta ese día, es aparentemente el primero de muchos que planea hacer el próximo gobierno para decidir algunas de las obras de infraestructura o proyectos que podrían implicar un gasto importante de recursos presupuestales, algo que no necesariamente ocurriría con NAIM ya que 70% de su financiamiento proviene de recursos privados, mientras que el resto de recursos públicos que ya incluso están asegurados hasta mediados de 2020.
El posible uso de consultas es algo que no todos en México ven bien como forma adecuada de gobernar. Para quienes así piensan, hay temas de gran complejidad técnica, como lo es la ubicación de un aeropuerto, en el que intervienen consideraciones aeronáuticas, financieras y medioambientales, que hacen poco aconsejable solicitar la opinión de la gente, ya que esos problemas escapan a su conocimiento al no ser especialistas en esas materias.
Incluso, algunos de los que participaron en el primer día de la consulta aeroportuaria, dijeron tener dudas sobre si el futuro gobierno deba o no utilizar este modelo para la toma de sus decisiones.
"La gente no tiene la paciencia de ponerse a leer, todos estamos ocupados, en cualquier cosa. La información tendría que haber sido corta, precisa, clara y más difundida y no lo fue", agregó Juliana, tras depositar la boleta en la urna. "Pero yo igual, he leído por otro lado, me he informado por mi cuenta, voy a votar por el actual porque ya hay inversión en Texcoco".
Además, la misma organización generó dudas entre quienes, de forma voluntaria, estuvieron dispuestos a ayudar con el proceso. Los voluntarios responsables de resguardar la casilla de la Glorieta de Los Insurgentes dijeron que no sabían cuál sería el procedimiento que debían seguir si las dos mil 400 boletas dispuestas para la votación en ese punto se terminaban.
De hecho, los dos voluntarios de esa casilla, identificados por gorras y camisetas que tenían la leyenda Consulta Nacional, determinaron que, para evitar que las boletas se acabaran en la primera jornada, únicamente llevarían 600 papeletas en el primer día y el resto en monto idénticos para los días subsecuentes.
No supieron tampoco responder a la pregunta sobre qué pasará si las impresiones que llevaron en el primer día de la consulta se acababan ni tampoco sobre quien resguardaría los votos a lo largo de la consulta.
Otro factor que también despertó inquietud en la población que participó fue la opacidad respecto a quién eligió a las personas encargadas de montar las casillas y las urnas, y quienes contaran los votos.
Dos ciudadanos que trabajaban en la casilla de Insurgentes y Reforma únicamente dijeron que habían respondido a una convocatoria "de la colonia"; mientras que en la de Parque México sólo indicaron que se los habían pedido, pero no supieron decir más.
Para participar en la consulta que definirá el futuro del NAIM, los ciudadanos únicamente deben identificarse con la credencial para votar con fotografía que emite el Instituto Nacional Electoral (INE).
La utilidad de la credencial del INE es doble, pues por un lado les permite identificarse visualmente y por el otro ayuda a los organizadores a registra una clave que viene al reverso del plástico en una aplicación que les impida votar nuevamente.
Eso, sin embargo, parece no haber ocurrido como planeó el equipo de López Obrador. Las redes sociales, tan pronto y abrieron las casillas, comenzaron a llenarse de mensajes y videos de personas que dijeron haber votado en más de una ocasión, sin ninguna dificultad.
El problema no escapó a la atención de colaboradores del equipo del presidente electo, que reconoció los problemas pero que intentó resaltar lo positivo de que la gente haya salido a participar.
"Estamos blindado la consulta", dijo Jesús Ramírez, el vocero de López Obrador, en un encuentro con periodistas reportado por el diario El Universal. "Reconocemos que ha habido estas situaciones, pero esto no invalida la consulta y sigue adelante".
Las quejas que circularon en redes sociales sobre la organización de la consulta se explican en buena medida por los avances que ha logrado México para contar con procesos electorales confiables, especialmente aquellos que organiza el INE y que cuentan con múltiples medidas para asegurar que solo los ciudadanos con credencial voten, que sólo lo hagan una vez y que sus votos sean contados con toda precisión.
La consulta careció de muchos de los candados que ha venido imponiendo México a sus elecciones para contar con procesos altamente confiables, algo que la consulta no alcanzó, de acuerdo a algunos.
"No hay padrón. No hay autoridad responsable. No hay voto secreto. No hay garantías de integridad ni del proceso ni del resultado. No hay marco normativo. No hay instancias para impugnar", escribió Carlos Bravo Regidor, analista político y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas, o CIDE, en un mensaje en su cuenta de la red social Twitter.
"Ayer se quejaban del fraude electoral. Hoy validan este fiasco de consulta. ¿Qué les pasó?", agregó, en referencia a las múltiples quejas que lanzó López Obrador en procesos electorales previos y que él, tras perderlos, los calificó de fraudulentos.
Así, los controles que aparentemente intentaron incluir los responsables de diseñar la consulta del aeropuerto palidecieron frente a la tradición creada por el INE.
En la casilla ubicada en el cruce de las calles Insurgentes y Reforma, por ejemplo, una persona emitió su voto, pero los responsables de operar la urna no le exigieron que pintara su dedo con la tinta indeleble que se acostumbra para identificar cuando una persona ya ejerció el voto.
Aún más, otro ciudadano que votó ahí sí cumplió con la obligación de poner tinta en su dedo, pero ésta se borró sin muchas dificultades al aplicarle agua, una crítica que se repitió varias ocasiones en mensajes de redes sociales.
(Eduardo García, Gabriel Arrache y Ricardo Garduño colaboraron en la elaboración de esta historia)
(Retransmite la historia publicada el 25 de octubre)
Infosel, octubre. 25.- La fila de cerca de una centena de personas que se presentó en la casilla instalada en la Glorieta de Los Insurgentes, en la capital del país, para recabar la opinión de los ciudadanos en torno a si el próximo gobierno debe mantener o cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en lo que fue el Lago de Texcoco, no desalentó a la gente a participar en la consulta convocada por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Juliana, una ciudadana chilena naturalizada mexicana de 54 años de edad, esperó paciente, pero entusiasmada, los cerca de 20 minutos que le llevó para poder depositar su boleta en la urna.
"Es la primera vez que participo en una consulta. Llevo muchos años viviendo en México, es mi país ya y estoy optimista a ver qué pasa con el nuevo gobierno, espero que todo empiece a funcionar mejor", dijo Juliana, en entrevista unos minutos antes de votar. "Esta consulta es un primer paso y voy a votar por Texcoco, se los aclaro".
El futuro presidente de México propuso, ante su oposición inicial a mantener la construcción del NAIM, por parecerle muy cara y con altos costos de mantenimiento, consultar a los ciudadanos para saber si debía o no mantener esa obra.
Claro que ante el problema de saturación aérea que existe en el Valle de México con el aeropuerto actual de la capital, que por su dimensión limita el número de vuelos que pueden llegar y salir de la capital, el equipo de López Obrador ha ofrecido una alternativa para superar esa saturación aérea en caso de no seguir con la edificación de NAIM
Esa opción alterna consiste en construir dos pistas comerciales en la base militar aérea de Santa Lucía, algo que su defensores dicen que incrementará, aunque no lo han podido probar desde un punto de vista aeronáutico, el número de operaciones aéreas en el Valle de México, ya que esa obra, a diferencia del NAIM, sí permitiría mantener abierto el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Si bien la solicitud de realizar una consulta popular sobre el tema recibió un buen respaldo de la población, que en encuestas previas al ejercicio, dijo que en su mayoría veía bien que fuese consultada para definir qué hacer, la ejecución del ejercicio de democracia participativa dejó, para algunos, mucho que desear.
Esto porque la consulta sobre el aeropuerto no estuvo exenta de una pobre organización desde que abrieron las casillas, que en ocasiones pareció ser improvisada. A eso hay que sumar el hecho que desde que el equipo de López Obrador dio a conocer la metodología que seguiría la consulta y la pregunta que se plantearía a la ciudadanía, generó sospechas de que estaba inclinada hacia la opción de cancelar la obra en Texcoco por su elevado costo e impacto ambiental.
Claro que de cancelarse ese proyecto, el otro tendría que asumir los costos que implicaría el gasto ya realizado en NAIM, que lleva un adelanto de entre 20 y 30% y que suma cerca de 60 mil millones de pesos (tres mil 100 millones de dólares), más las penalizaciones por la reversión de múltiples contratos de construcción y proveeduría.
Los problemas metodológicos y organizacionales, sin embargo, no impidieron que hoy se iniciara el proceso de consultar a la ciudadanía sobre el tema aeroportuario.
El propio López Obrador acudió temprano por la mañana a una casilla de la alcaldía de Tlalpan, cerca de su casa, a depositar su voto. El futuro mandatario acabó depositando en la urna una papeleta en blanco por temor de inclinar la balanza hacia una de las dos opciones en caso que las cámaras registraron qué alternativa era su favorita.
Otros políticos, sin embargo, no tuvieron recato para decir por cual de las dos opciones votaron. El senador Marti Batres, presidente de la Cámara Alta y un colaborador cercano de López Obrador, reveló que el votó por Santa Lucía, ante los altos costos de la otra opción y por su impacto en el medio ambiente.
Claro que Batres dijo, como lo ha indicado el futuro presidente de México, que él y su partido, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y que fundó López Obrador, respetarán el resultado de la consulta.
De cualquier manera y a pesar de las críticas que generó la consulta y las dudas de que pudiese realmente recabar el sentir de la población sobre el tema aeroportuario, en diversos lugares de la capital, como el Parque México, en la colonia Condesa; la Glorieta de Los Insurgentes o el cruce de las avenidas Insurgentes y Reforma, la gente se dio cita para esperar pacientemente su turno, obtener su papeleta, y depositar su voto en las urnas dispuestas para ello.
El ejercicio, que terminará el domingo 28 de octubre, ya que la gente podrá votar hasta ese día, es aparentemente el primero de muchos que planea hacer el próximo gobierno para decidir algunas de las obras de infraestructura o proyectos que podrían implicar un gasto importante de recursos presupuestales, algo que no necesariamente ocurriría con NAIM ya que 70% de su financiamiento proviene de recursos privados, mientras que el resto de recursos públicos que ya incluso están asegurados hasta mediados de 2020.
El posible uso de consultas es algo que no todos en México ven bien como forma adecuada de gobernar. Para quienes así piensan, hay temas de gran complejidad técnica, como lo es la ubicación de un aeropuerto, en el que intervienen consideraciones aeronáuticas, financieras y medioambientales, que hacen poco aconsejable solicitar la opinión de la gente, ya que esos problemas escapan a su conocimiento al no ser especialistas en esas materias.
Incluso, algunos de los que participaron en el primer día de la consulta aeroportuaria, dijeron tener dudas sobre si el futuro gobierno deba o no utilizar este modelo para la toma de sus decisiones.
"La gente no tiene la paciencia de ponerse a leer, todos estamos ocupados, en cualquier cosa. La información tendría que haber sido corta, precisa, clara y más difundida y no lo fue", agregó Juliana, tras depositar la boleta en la urna. "Pero yo igual, he leído por otro lado, me he informado por mi cuenta, voy a votar por el actual porque ya hay inversión en Texcoco".
Además, la misma organización generó dudas entre quienes, de forma voluntaria, estuvieron dispuestos a ayudar con el proceso. Los voluntarios responsables de resguardar la casilla de la Glorieta de Los Insurgentes dijeron que no sabían cuál sería el procedimiento que debían seguir si las dos mil 400 boletas dispuestas para la votación en ese punto se terminaban.
De hecho, los dos voluntarios de esa casilla, identificados por gorras y camisetas que tenían la leyenda Consulta Nacional, determinaron que, para evitar que las boletas se acabaran en la primera jornada, únicamente llevarían 600 papeletas en el primer día y el resto en monto idénticos para los días subsecuentes.
No supieron tampoco responder a la pregunta sobre qué pasará si las impresiones que llevaron en el primer día de la consulta se acababan ni tampoco sobre quien resguardaría los votos a lo largo de la consulta.
Otro factor que también despertó inquietud en la población que participó fue la opacidad respecto a quién eligió a las personas encargadas de montar las casillas y las urnas, y quienes contaran los votos.
Dos ciudadanos que trabajaban en la casilla de Insurgentes y Reforma únicamente dijeron que habían respondido a una convocatoria "de la colonia"; mientras que en la de Parque México sólo indicaron que se los habían pedido, pero no supieron decir más.
Para participar en la consulta que definirá el futuro del NAIM, los ciudadanos únicamente deben identificarse con la credencial para votar con fotografía que emite el Instituto Nacional Electoral (INE).
La utilidad de la credencial del INE es doble, pues por un lado les permite identificarse visualmente y por el otro ayuda a los organizadores a registra una clave que viene al reverso del plástico en una aplicación que les impida votar nuevamente.
Eso, sin embargo, parece no haber ocurrido como planeó el equipo de López Obrador. Las redes sociales, tan pronto y abrieron las casillas, comenzaron a llenarse de mensajes y videos de personas que dijeron haber votado en más de una ocasión, sin ninguna dificultad.
El problema no escapó a la atención de colaboradores del equipo del presidente electo, que reconoció los problemas pero que intentó resaltar lo positivo de que la gente haya salido a participar.
"Estamos blindado la consulta", dijo Jesús Ramírez, el vocero de López Obrador, en un encuentro con periodistas reportado por el diario El Universal. "Reconocemos que ha habido estas situaciones, pero esto no invalida la consulta y sigue adelante".
Las quejas que circularon en redes sociales sobre la organización de la consulta se explican en buena medida por los avances que ha logrado México para contar con procesos electorales confiables, especialmente aquellos que organiza el INE y que cuentan con múltiples medidas para asegurar que solo los ciudadanos con credencial voten, que sólo lo hagan una vez y que sus votos sean contados con toda precisión.
La consulta careció de muchos de los candados que ha venido imponiendo México a sus elecciones para contar con procesos altamente confiables, algo que la consulta no alcanzó, de acuerdo a algunos.
"No hay padrón. No hay autoridad responsable. No hay voto secreto. No hay garantías de integridad ni del proceso ni del resultado. No hay marco normativo. No hay instancias para impugnar", escribió Carlos Bravo Regidor, analista político y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas, o CIDE, en un mensaje en su cuenta de la red social Twitter.
"Ayer se quejaban del fraude electoral. Hoy validan este fiasco de consulta. ¿Qué les pasó?", agregó, en referencia a las múltiples quejas que lanzó López Obrador en procesos electorales previos y que él, tras perderlos, los calificó de fraudulentos.
Así, los controles que aparentemente intentaron incluir los responsables de diseñar la consulta del aeropuerto palidecieron frente a la tradición creada por el INE.
En la casilla ubicada en el cruce de las calles Insurgentes y Reforma, por ejemplo, una persona emitió su voto, pero los responsables de operar la urna no le exigieron que pintara su dedo con la tinta indeleble que se acostumbra para identificar cuando una persona ya ejerció el voto.
Aún más, otro ciudadano que votó ahí sí cumplió con la obligación de poner tinta en su dedo, pero ésta se borró sin muchas dificultades al aplicarle agua, una crítica que se repitió varias ocasiones en mensajes de redes sociales.
(Eduardo García, Gabriel Arrache y Ricardo Garduño colaboraron en la elaboración de esta historia)