por Kenia Arteaga
Infosel, mayo. 15.- La convicción mostrada por el presidente Andrés Manuel López Obrador respecto a construir una nueva refinería, en un plazo de tres años y con un costo menor de lo que estiman algunas de las empresas líderes de este tipo de proyectos, no ha hecho sino incrementar las dudas que tienen los analistas y expertos del sector energético respecto a la viabilidad de este proyecto.
El mandatario aparentemente no tiene dudas que la nueva refinería de Dos Bocas, que México planea construir en el estado de Tabasco, en conjunto con la rehabilitación de las seis plantas de refinación que actualmente tiene la empresa estatal Petróleos Mexicanos, ayudará a recuperar la soberanía energética nacional al reducir la necesidad de comprar combustibles del exterior.
Eso quedó más que confirmado la semana pasada, cuando el gobierno optó por insistir en el proyecto a pesar que las empresas y consorcios invitados a construir la nueva refinería quedaron descartadas de la licitación al no poder garantizar que la obra estaría lista en tres años y con un costo menor a los ocho mil millones de dólares que México quiere gastar como máximo.
Lejos de rendirse, López Obrador optó por redoblar su apuesta y decidió que la Secretaría de Energía y Pemex --como también se conoce a la empresa estatal-- serán quienes saquen adelante la nueva refinería en los términos planteados por la administración, algo que casi nadie espera que ocurra.
"Consideramos que vamos a lograr en 2022, para ser exactos mayo [de] 2022, vamos a tener la autosuficiencia en producción de gasolinas, es todo un desafío pero lo vamos a lograr", dijo el mandatario, en la conferencia de prensa matutina del 10 de mayo, al anunciar que ahora será el gobierno quien saque adelante este proyecto. "Se va a construir la refinería en ocho mil millones de dólares y lo vamos a hacer en tres años".
Cierto que López Obrador puede sorprender, pero la mayoría de expertos del sector energético y agentes financieros dudan de ello por la experiencia del país para construir una obra de este tipo en las últimas cuatro décadas.
"No dejaría de poner énfasis en que no hay un precedente en la historia de la industria [energética] que te diga que se ha podido hacer algo así. No existe un precedente, eso te habla mucho de lo poco factible que se antoja este plan", dijo Víctor Gómez Ayala, el subdirector de análisis económico y estrategias de mercado de Casa de Bolsa Finamex, en entrevista telefónica. "Ahora en el escenario que pudieran lograr instalar la refinería, es posible que veamos una instalación más pequeña" al plan inicial.
México ha dicho que otros ejemplos de proyectos de esta naturaleza (principalmente en la India) auguran un buen desenlace en este caso, pero no son pocos quienes creen que la inexperiencia del gobierno en la construcción de refinerías puede ser algo que el gobierno está minimizando.
"Las últimas dos refinerías que se hicieron en el país se construyeron en el 1979, la de Salina Cruz y Cadereyta", dijo José Luis Cano, el director ejecutivo de deuda corporativa de la agencia calificadora mexicana HR Ratings, en entrevista telefónica.
Aún más grave, el deseo de López Obrador y sus colaboradores de tener una nueva refinería podría ignorar que el principal reto de Pemex es frenar el declive de la producción de crudo del país en los últimos años.
Si las advertencias son ignoradas, entonces México sí podría terminar por pagar más de lo planeado por un proyecto que no necesariamente será viable en términos financieros.
"Dada la falta de experiencia del gobierno y de Pemex en la construcción de refinerías, es probable que el proyecto termine costando más y tome más tiempo de lo que anticipa el gobierno, lo que crea mayores presiones sobre los recursos fiscales", escribieron Jaime Reusche y Mauro Leos, analistas de la agencia calificadora Moody's Investors Service, en un reporte publicado tras la determinación del gobierno de seguir adelante por su cuenta. "Debido a que las inversiones en sus seis refinerías existentes no han seguido el ritmo de las mejoras necesarias, la utilización de la capacidad es inferior al 50%".
Moody's, como otros, piensa que el gobierno federal, en lugar de apostar todo por construir una nueva refinería, debería enfocar sus baterías en rehabilitar las instalaciones ya existentes, lo que sí mejoraría la capacidad de refinación que existe en el país.
"Si lo pensamos en prioridades, pues parecería mucho más rentable una alternativa que te genera crecimiento, que te genera ingresos, a una alternativa que te permite producir de manera relativamente autosuficiente combustible, pero sobre una base que no necesariamente es la más eficiente", dijo Gómez Ayala, de Finamex, en la entrevista.
De acuerdo con datos de Pemex, la petrolera estatal refinó un promedio de 189.6 mil barriles diarios de gasolina en los primeros tres meses del año o 26.3% de los 720.5 mil barriles que consumió el mercado.
Esa capacidad de refinación representa un avance con respecto a las cifras del mismo lapso del año pasado, cuando Pemex refinó 191.3 mil barriles diarios de gasolinas o 24.4% de los 782.3 mil que demandaba el mercado interno.
La mejoría en la capacidad refinadora del país, aunque leve, refuerza la idea de algunos que creen que México, al construir la nueva refinería, distraerá a Pemex de sus objetivos más urgentes.
"El objetivo central de Pemex, porque es su principal métrica de valuación de riesgo, es la producción, y la producción de petróleo es la que debe ser una prioridad para la empresa", agregó Gómez Ayala, el experto de Finamex. "Cada peso que Pemex no destina a sus actividades de exploración y producción de hidrocarburos, pues es una oportunidad que pierde la empresa para contribuir a su objetivo principal".
Claro que los detalles conocidos hasta ahora, si bien son vistos con recelo, parecen no ser suficientes para cambiar el panorama de las finanzas de la empresa y del país, como algunos de los más críticos con el gobierno creen.
Es conocido que López Obrador planea destinar este año 50 mil millones de pesos, o menos de la tercera parte del presupuesto total estimado, en iniciar la construcción de la refinería, pero eso por sí mismo no pone en riesgo las finanzas de la empresa o del gobierno, de manera que es quizá prematuro advertir un desastre.
"No habría recorte por este [anuncio], pero no estamos diciendo que no vamos a bajar la calificación. . . porque hasta cierto punto la calificación ya incorpora el riesgo de Dos Bocas", dijo por su cuenta Félix Boni, quien es director de análisis de la agencia calificadora HR Ratings, en entrevista telefónica. "Lo que estoy diciendo es que por este anuncio solo no vamos a bajar la calificación. No quiere decir que éste, combinado con toda una serie de hechos, no [implique que] vamos a recortar la calificación" en un futuro.
HR Ratings, que tiene su sede en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, ya ubica la perspectiva de la calificación soberana del país y de Pemex en negativo, lo que implica una mayor probabilidad de baja en el futuro.
De hecho, la mayoría de analistas y agencias calificadoras coincide en identificar a Pemex como uno de los principales riesgos a las finanzas del país, por la convicción que muestra López Obrador de recuperar los supuestos años dorados que tuvo la empresa en las ocho décadas que ostentó el monopolio de hidrocarburos en el país.
Pese a los augurios pesimistas, esta semana Pemex y el gobierno de hecho parecen haber tomado un respiro al alcanzar un acuerdo con tres bancos extranjeros --HSBC, JP Morgan y Mizuho Secutiries-- para reestructurar la deuda que tiene la compañía e incluso hacerse de recursos adicionales, mediante un crédito que pude usar más adelante para tener mayor capacidad de maniobra en el futuro.