Por Eliana Raszewski
BUENOS AIRES, 29 nov (Reuters) - Debido a la constante caída en las ventas y el aumento de sus costos, el empresario Aldo Stratico recortó el horario de los 18 empleados de su fábrica de artículos plásticos en Buenos Aires, en una secuencia que se repite en muchas firmas de baja escala de Argentina.
Stratico explicó que su producción cayó un 30 por ciento respecto al año pasado, una situación que representa un grave problema para el presidente liberal Mauricio Macri, quien apuesta a la recuperación de la economía para ganar las elecciones legislativas del 2017.
Un año después de que Macri asumiera la presidencia, el país sigue en recesión y con una alta inflación, problemas a los que se ha sumado un desplome del consumo contra el que lucha Stratico por el moderado ajuste aplicado por el Gobierno.
"Nadie va a comprar una maquina en este contexto de derrumbe de ventas. Lo mismo que el obrero. ¿Para qué voy a contratar un obrero?", dijo el empresario, de pie ante maquinaria con la que producía bolsas de polietileno y cintas industriales, ahora apagada.
Las compañías de baja escala, denominadas Pymes (Pequeñas y medianas empresas) en Argentina, generan más del 70 por ciento del empleo en el país, según datos de la cámara que las agrupa. Además, contribuyen alrededor del 4 por ciento del producto bruto interno, que se estima que caerá un 1,5 por ciento este año.
"No se puede apostar al consumo para un crecimiento de largo plazo, pero necesitás el consumo para ganar elecciones", destacó Marina Dal Poggeto, economista de la consultora Estudio Bein & Asociados.
"Las pequeñas y medianas empresas, que viven de sus ventas al mercado interno, dependen del éxito que tenga el Gobierno en lograr reactivar el consumo", agregó.
En lo que va del año cerraron unos 6.300 comercios de los 300.000 que hay en el país, según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). Medido con una metodología distinta, el desempleo aumentó a 8,5 por ciento en el tercer trimestre desde un 5,9 por ciento en el tercer trimestre del 2015. AL CONSUMO
Tras 12 años de un Gobierno peronista de centroizquierda que aplicó amplias regulaciones sobre la economía y generó desconfianza en los inversores, Macri liberó los mercados apenas desembarcó en la presidencia.
Pero su apuesta a que una ola de inversiones impulsara la economía aún no se plasmó y la actividad mantiene su deterioro.
A riesgo de despertar dudas entre los inversores preocupados por el déficit fiscal del país, que será del 4,8 por ciento este año, el Gobierno ha decidido incentivar el consumo -que fue el motor del crecimiento en los últimos años- para empujar la actividad económica.
Con un Congreso dividido, Macri necesita imponerse en los comicios de medio término para ahondar sus reformas de mercado y ganar oxígeno de cara a las elecciones presidenciales del 2019.
La semana pasada, el presidente se comprometió a destinar casi 2.000 millones de dólares en tres años para ayudar a los sectores más pobres, lanzó un nuevo plan para compras en cuotas y propuso una reducción del impuesto a la renta.
Los economistas estiman que el país crecerá entre un 3 y un 5 por ciento el año próximo, impulsado principalmente por una cosecha agrícola récord y una reactivación de la obra pública.
Pero el panorama no es menos desolador para muchas compañías pequeñas que también han tenido que lidiar con un abrupto aumento de las tarifas de servicios como la energía y el agua y con más bienes importados, contra los que sienten que no pueden competir.
"La suba de tarifas, las importaciones, el apriete impositivo y el encarecimiento del dinero (por las altas tasas de interés) es un cóctel explosivo", dijo Eduardo Fernández, presidente de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios.
"Creemos que varios miles de Pymes pueden cerrar", agregó. (Reporte de Eliana Raszewski)