La reciente decisión de Ford Motor Co (NYSE:F) de permitir a sus clientes el acceso a la red de recarga de vehículos eléctricos de Tesla (NASDAQ:TSLA) ha causado un gran revuelo en el sector. Esta decisión ha suscitado debates sobre la necesidad de una infraestructura de recarga estandarizada en todo Estados Unidos y también ha arrojado incertidumbre sobre el futuro de las empresas de recarga en dificultades.
El acuerdo, anunciado el mes pasado, esbozaba planes para proporcionar a los conductores de vehículos Ford en Norteamérica acceso a más de 12,000 Supercargadores Tesla, a partir de 2024. En virtud del acuerdo, Ford distribuirá adaptadores Tesla a los clientes y, a partir de 2025, equipará los futuros vehículos eléctricos con NACS. No estaba claro si esos adaptadores estarán disponibles para los clientes de otros fabricantes de automóviles.
Según ejecutivos del sector, inversionistas, banqueros y analistas, el acuerdo presiona a otras empresas, así como a la Administración del Presidente Joe Biden, para que se pongan a la cola o gasten más en mejorar.
"La ventaja de Tesla en este sector y la participación de Ford obligarán a las empresas que han invertido en otras tecnologías a cambiar de rumbo, lo que resultará caro", afirman los analistas de SS&C ALPS Advisors.
El acuerdo con Ford ha dado un gran impulso al popular y fiable sistema de recarga norteamericano (NACS) de Tesla y ha asestado un duro golpe a las empresas más pequeñas que utilizan el sistema de recarga combinada (CCS). El director general de Tesla, Elon Musk, espera que la asociación con Ford, el segundo mayor vendedor de vehículos eléctricos de EE.UU., ayude a convertir la tecnología de Tesla en la norma en Norteamérica.
La administración Biden aún no ha hecho comentarios, pero el Secretario de Transporte Pete Buttigieg declaró a la CNBC tras el acuerdo Ford-Tesla que la administración "no va a elegir ganadores y perdedores en términos de qué estándar prevalece". Añadió que el sector acabará convergiendo en un sistema, pero que los adaptadores permitirán el uso cruzado.
El gobierno estadounidense ya había destinado 7,500 millones de dólares en fondos federales a impulsar a las empresas a adoptar el CCS como parte del plan de Biden para hacer frente al cambio climático mediante la conversión del 50% de todas las ventas de vehículos nuevos en EE.UU. a eléctricos para 2030.
Tesla adoptó la norma CCS en Europa bajo la presión de los reguladores de ese país, y está abriendo gradualmente una parte de su red estadounidense a los vehículos que utilizan CCS para poder optar a subvenciones.
Sin embargo, la limitada infraestructura de recarga de CCS ha frenado la adopción del autos eléctricos. Han surgido numerosas quejas que señalan la ineficacia y el mal funcionamiento ocasional del sistema CCS. Esto ha hecho que los compradores potenciales teman quedarse atrapados en la carretera sin tener dónde cargar sus vehículos eléctricos.
Algunas empresas ya están haciendo planes para adoptar la tecnología de Tesla, pero la falta de una norma nacional podría causar más quebraderos de cabeza, según los responsables del sector.
"Ahora estamos probablemente atrapados en tener dos normas de carga separadas coexistiendo en el futuro previsible", dijeron los analistas de Consumer Reports.
Las acciones de F y TSLA bajan un 0.40% y un 0.20%, respectivamente, en las operaciones del martes.
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