Por Peter Murphy
JARDÍN, Colombia, 3 jun (Reuters) - En momentos en que Colombia festeja su mejor cosecha de café en ocho años tras superar una epidemia de roya, los cultivadores enfrentan un problema potencialmente más grave: la escasez de trabajadores para recoger una abultada producción de granos de arábica.
Algunas regiones han recurrido a pregoneros y anuncios en altavoces en las estaciones de autobuses para encontrar recolectores, pero la poca respuesta significa que los caficultores están dejando granos en los árboles sin recoger.
La escasez de mano de obra es un efecto secundario de crecimiento económico que ha reducido el desempleo a mínimos históricos.
Los expertos sostienen que será difícil para el primer productor mundial de arábica suave llevar su cosecha anual mucho más allá de los 13 millones de sacos de 60 kilos, situación que en el futuro va a provocar un aumento de los precios del café colombiano.
"Se habla de llegar a 15 (millones) a 18 millones de sacos, pero la gran pregunta es ¿quién va a recogerlo? Creo que nos estamos acercando al techo", dijo Marcelo Salazar, jefe del Comité de Cafeteros del central departamento de Caldas.
En Colombia, además del reto físico los recolectores de café deben enfrentar la informalidad de un trabajo sin seguridad social y sin el pago de prestaciones legales. Los productores dicen que no pueden darse el lujo de pagar pensiones u otros beneficios adicionales.
"La recolección de café es para locos. Es un trabajo muy duro. Estoy esperando para entrar en el ejército", dijo Alejandro Hernández, de 17 años, un recolector mientras caminaba con botas de caucho por una casa cercana al municipio de Fredonia, con un recipiente plástico con café sobre el hombro.
Actualmente gana 200.000 pesos semanales (unos 80 dólares), alrededor de un cuarto más que el salario mínimo. El auge de la construcción en Colombia y un programa de construcción carreteras con inversiones por 24.000 millones de dólares están absorbiendo la mano de obra y provocando un éxodo de trabajadores rurales a las ciudades.
Los expertos dicen que Colombia, que bajó su participación en el mercado global de café a un 8 por ciento, será incapaz de recuperar el 15 por ciento que tenía hace dos décadas.
La escasez de mano de obra podría subir los precios de los cafés colombianos en el largo plazo, a medida que aumenta la demanda de los granos de alta gama y se agota la capacidad de producción. Esta situación podría estimular una respuesta de rivales centroamericanos para aumentar la producción.
Menos manos para el mantenimiento de las fincas también agrava la amenaza de plagas del café como la roya y la broca que pueden reducir la cosecha.
La escasez de trabajadores es parte de un problema más amplio de recursos humanos. La edad promedio de los productores de café es ahora de 55 años y sus hijos se están alejando de un negocio volátil e incierto.
Colombia tiene cerca de 600.000 recolectores de café. La Federación Nacional de Cafeteros estima que las mayores áreas de producción necesitan de un 20 a un 40 por ciento más de recolectores para asegurar la calidad escogiendo cada grano cuando está en su punto óptimo de maduración.
CANTIDAD VS CALIDAD
Los cultivos a grandes alturas en Colombia realzan el sabor del grano y le permiten al país producir grandes cantidades de café de calidad.
Granos de Costa Rica, Nicaragua y Guatemala son opciones para tostadores que buscan reemplazar el café colombiano, pero el hongo de la roya ha diezmado los cultivos en esos países donde tomará años que nuevos árboles empiecen a producir.
Cuando factores similares causaron en los últimos cinco años escasez de recolectores en Brasil, el primer productor mundial de café incursionó en la mecanización. Pero con fincas y cultivos en las empinadas laderas de Colombia que dificultan el uso de las máquinas, se descartó esa solución.
El centro de investigaciones del café, Cenicafé, ha estudiado alternativas que incluyen la mecanización y variedades que permitan una recolección más rápida de los frutos, pero ninguna opción ha demostrado ser viable.
Los productores dicen que bajar la calidad es la única forma en que los volúmenes se pueden aumentar, para ahorrar costos en la recolección y en la selección que incluye la separación de los granos maduros.
Grandes fincas productoras se ven obligadas a desechar los granos inmaduros o venderlos localmente debido a que no cumplen las normas de exportación de Colombia.
"Es una situación crítica ahora. Todos los muchachos van a la ciudad. No quieren trabajar la tierra. No hay incentivos", dijo el agricultor Conrado Antonio Marín en Jardín, un pueblo en departamento de Antioquia, una de las grandes regiones cafeteras de Colombia.
Marín aumentó los salarios más del 50 por ciento en tres años, pero con poco éxito. Solo pudo encontrar dos recolectores y debió unirse a las labores para producir y recolectar la cosecha en su propia finca de 2,5 hectáreas.
Es una historia conocida para el comprador de café Juan Saúl Parra, de 32 años de Fredonia.
"Hay gente con árboles para producir 1.000 arrobas (11,5 toneladas), que cosechan solamente 800 porque no tienen a nadie para recogerlo todo", aseguró. "A medida que pasan los años, esto se pondrá peor y peor". (Editado en español por Luis Jaime Acosta)