22 nov (Sentido Común) - Dentro del nerviosismo que ha generado en México la victoria electoral de Donald J. Trump por sus posturas proteccionistas y anti-trabajadores inmigrantes, existe una persona que al menos podría brindar cierta seguridad de que los puntos de vista de México serán escuchados y analizados por la nueva administración estadounidense.
Esa persona se llama Jared Kushner, el esposo de Ivanka Trump, una de las dos hijas del futuro presidente estadounidense, y quien al parecer no sólo se ha ganado el respeto y la confianza de su suegro sino quien se encamina, de acuerdo al periódico The Wall Street Journal, a jugar un papel clave en la nueva administración estadounidense.
"El yerno de Donald Trump, Jared Kushner, podría obtener un puesto clave en la Casa Blanca", fue el encabezado con el que el diario publicó un reportaje sobre el posible rol que jugará el también empresario en el gobierno que encabezará Trump el próximo 20 de enero. La importancia de Kushner para México es que fue él quien, durante la campaña presidencial del republicano, estableció el contacto con México para una posible visita de Trump al país.
Kushner fue el que tuvo la idea de que su suegro viajara a México para que durante ese viaje pudiera suavizar su retórica contra los trabajadores ilegales en Estados Unidos y al mismo tiempo presentarse como un hombre capaz de sostener conversaciones con jefes de Estado, o en otras palabras, mostrarse presidenciable al electorado estadounidense.
Gracias a un amigo mutuo de Wall Street, Kushner se puso en contacto con el ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray.
De ahí que cuando el presidente Enrique Peña Nieto, a sugerencia, al parecer de Videgaray, enviara las invitaciones para que Trump y la candidata demócrata, Hillary Clinton, visitaran el país a finales de agosto para intercambiar puntos de vista sobre la agenda bilateral, Kushner, quien al igual que su suegro ha hecho una fortuna en la industria de los bienes raíces, aceptó, a nombre del ahora presidente electo, el gesto y comenzó a moverse con gran velocidad para en pocos días concretar la visita.
Si bien al final el encuentro no logró la finalidad de suavizar la postura de Trump en materia migratoria por un tuit de Peña Nieto en el que, frente a las críticas que recibió en México por haber invitado a un político que había insultado a los mexicanos, reveló detalles de lo que dijo en privado a Trump.
Ese tuit aparentemente no gustó al candidato republicano, quien, a las pocas horas de regresar a Estados Unidos, retomó la retórica contra el libre comercio, los trabajadores mexicanos sin documentos en su país y a favor de edificar el muro -posturas que había suavizado cuando estuvo en el país.
Así, si bien la visita estuvo lejos de los objetivos con la que la plantearon las dos partes, la relación que entabló el gobierno de México con Kushner es algo que muy probablemente pueda abrir al país nuevos accesos, más allá de los diplomáticos, con el equipo que conformará el futuro gobierno estadounidense, sobre todo por la creciente importancia del yerno de Trump en su equipo de transición y quizás en su equipo de gobierno.
La confianza que aparentemente tiene Trump en Kushner, de 35 años de edad, y la cercanía que aparentemente tuvo éste con Videgaray es lo que muy probablemente ha motivado a que en México comiencen a surgir especulaciones de que el exsecretario de Hacienda pueda volver a jugar un rol importante en el actual gobierno luego de que dejó su cargo a los pocos días de la visita del entonces candidato republicano al país.
El columnista del periódico Excelsior, Diarío Celis, escribió incluso ayer que Peña Nieto anunciaría en breve que las negociaciones con el próximo presidente de Estados Unidos las encabezará Videgaray, en coordinación con la titular de relaciones exteriores, Claudia Ruiz Massieu.
Si bien se antoja difícil que Videgaray regrese a la administración por las fuertes críticas que en su momento causó la visita de Trump, principalmente por sus posturas calificadas como anti-mexicanas, el contacto con Kushner podría servir.
Para México, tener acceso al nuevo gobierno de Estados Unidos es crucial, más cuando el presidente electo buscará en sus primeros 100 días de gobierno renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para encontrar formas que permitan proteger los empleos estadounidenses o bien generar más puestos de trabajo en esa economía.
Si bien la idea de renegociar el TLCAN genera mucho nerviosismo en México por la amenaza de Trump de cancelarlo si no se llega a un acuerdo y porque la economía mexicana está fuertemente ligada a la estadounidense (80% de las exportaciones mexicanas, que representan una tercera parte del producto interno bruto, la consumen los estadounidenses), es poco probable que eso llegase a suceder.
El mismo Trump aclaró durante su visita al país su visión sobre el acuerdo comercial que le gustaría tener con México, dejando entrever además que esa visión no es necesariamente proteccionista.
El problema fue que las palabras del futuro presidente de Estados Unidos en México se perdieron por el ruido de las críticas que generó su visita y por la reacción que tuvo el mismo Trump a las pocas horas de que Peña Nieto advirtiera en un tuit que sí le había dicho en privado que México no pagaría por el muro fronterizo.
El tratado "debe ser mejorado con la finalidad de que los trabajadores de ambos países se beneficien mutuamente de un comercio justo y recíproco", dijo Trump cuando visitó México a finales de agosto.
La visión de futuro presidente estadounidense sobre el libre comercio fue más que nada limitarlo para precisar los beneficiarios de esas operaciones libres de aranceles.
"Existen muchas mejoras que podrían efectuarse que harían que México y Estados Unidos sean más fuertes y podamos mantener a la industria en nuestro hemisferio", agregó Trump. "Nos enfrentamos a una tremenda competencia de China y el resto del mundo. Hay que mantenerlo en nuestro hemisferio".
De ahí que para algunos, si bien no será nada fácil la renegociación con el nuevo gobierno estadounidense, existen los contactos, como Kushner, que permiten, hasta cierto punto, ser optimistas de que el futuro presidente no deshaga un acuerdo que ha dado frutos a la región y cuya disolución sería perjudicial no sólo para México o Canadá, el otro miembro del acuerdo, sino incluso para Estados Unidos en sus esfuerzos por mantenerse competitivo en un mundo globalizado.
Además, México cuenta con una amplia experiencia negociadora en materia de acuerdos comerciales.
No sólo es el país que más tratados de libre comercio tiene en el mundo, sino que incluso quien encabeza la Secretaría de Economía, la entidad encargada de la política comercial de México, Idelfonso Guajardo Villareal, es un experimentado negociador que vivió de cerca desde Washington la negociación de ese acuerdo comercial y quien, junto con el equipo que conforma la dependencia, ha participado en múltiples negociaciones como la del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, o TPP. (Redacción Sentido Común)