Por Marcelo Rochabrun
LA PAZ, 16 oct (Reuters) - Los bolivianos, en la antesala de una elección presidencial clave el próximo domingo, temen que pueda resurgir la violencia y la crisis política que acechó al país andino luego de unos tensos comicios en 2019.
Varias muertes siguieron a la votación tras enfrentamientos callejeros que duraron semanas y provocaron escasez de alimentos y gasolina debido a los bloqueos de carreteras.
Luego de anular la elección por acusaciones de fraude, el líder izquierdista Evo Morales renunció y dejó al país en un vacío político. Desde entonces, el poder fue asumido por un Gobierno conservador provisional.
Los 7,3 millones de votantes se enfrentan ahora a una encrucijada: el regreso al partido socialista de Morales o un giro hacia el centrista Carlos Mesa, expresidente entre 2003 y 2005, quien ocupó el segundo lugar en las elecciones de 2019.
Sin embargo, muchos simplemente quieren evitar el derramamiento de sangre.
"Que haya paz. Que no haya mas líos, no queremos sangre de nadie de ningún partido político", dijo Sandra Rivero, pariente de Marcelo Terrazas, quien murió el año pasado en medio de la violencia callejera.
"Queremos vivir en paz, en libertad y tranquilos", añadió.
El candidato socialista Luis Arce, un aliado cercano a Morales, lidera las encuestas, aunque no con una diferencia suficiente como para evitar una segunda vuelta electoral el 29 de noviembre.
La votación, que fue postergada en diversas oportunidades este año por la pandemia de coronavirus, será presencial y con protocolos sanitarios para evitar contagios. Los centros de votación abrirán el domingo por la mañana y los primeros resultados del conteo oficial se difundirán alrededor de las 20:00 hora local (2400 GMT).
PREOCUPACIÓN
En La Paz, la capital administrativa del país, muchos bolivianos ya comenzaron a abastecerse de suministros esenciales, preocupados por posibles disturbios después de la votación, haciendo largas colas en las gasolineras.
Muchos ciudadanos critican a Morales y su partido por aferrarse al poder durante demasiado tiempo (más de 13 años), a pesar de los límites constitucionales.
Otros consideran que Morales fue derrocado en un clásico golpe de Estado con apoyo militar y su partido ha advertido que esta situación podría repetirse, lo que avivó tensiones durante la campaña.
Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo en un comunicado el viernes que nadie quiere que se repita la violencia de 2019 porque condujo a "una amplia violación de los derechos humanos y provocó la muerte de al menos 30 personas".
"Es esencial que todas las partes eviten nuevos actos de violencia que podrían desencadenar una confrontación", dijo.
Un alto diplomático con sede en Bolivia dijo que a pesar de las encuestas todavía había mucha incertidumbre, dada la cantidad de votantes indecisos, y que hay muchas noticias falsas en circulación.
"Creo que cualquier cosa puede pasar esta vez. Hay mucho temor de que se repita la violencia y las protestas una vez que se den a conocer los resultados", dijo el diplomático en La Paz.
Un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que la votación es "un momento crítico para la democracia en Bolivia", y agregó que su país habló con representantes de todos los candidatos y está abierto a trabajar con quien sea elegido.
"Hemos instado a todos a que aconsejen a sus partidarios a dejar que las autoridades electorales y los observadores hagan su trabajo para mantener la paz y la tranquilidad, y dejar que el proceso electoral suceda, aceptando los resultados una vez que estén completamente confirmados".
Marisol Rodríguez, quien representa a víctimas de la violencia desatada en octubre del año pasado, dijo que quienquiera que gane necesita encontrar una manera de cerrar las marcadas divisiones en el país.
"Lo único que espero en estas elecciones es que aquella persona que gane las elecciones sea una persona con sentimientos y pueda escuchar al pueblo boliviano", dijo. (Reporte de Marcelo Rocharbun, con reporte adicional de Daniel Ramos y Mónica Machicao Traducido por Marina Lammertyn y editado por Nicolás Misculin)