La semana pasada la empresa Soifer Consulting reportó que sólo el 6% de los egresados del MBA de Harvard en el 2017 decidieron emplearse en banca de inversión. Esta es la cifra más baja de preferencia por dicha área de empleo desde que se lleva la estadística. Los egresados prefieren hoy en día comenzar su carrera post MBA en capital de riesgo y capital privado.
La encuesta de Soifer Consulting es vista con cuidado por quienes hacen seguimiento a la formación de tendencias en el mundo de negocios, pues la escogencia profesional de estos egresados en un indicador de aquellos sectores que están “calientes” en un momento dado.
¿Por qué el desinterés en banca de inversión? porque las expectativas de retorno se hacen cada vez menos atractivas. La presión de los organismos reguladores para que haya un mejor desglose de las comisiones que cobran estas instituciones a sus clientes, aunado al hecho de que cada año aumenta el flujo de recursos colocados con gerentes de inversión que se dedican a replicar índices bursátiles y de renta fija nos habla de un nuevo modelo de negocios que se basa en el manejo de grandes masas de recursos a costos muy bajos.
En la actualidad, los líderes en el manejo de carteras estandarizadas (Vanguard, Fidelity y Blackrock (NYSE:BLK)) controlan 14,2 billones de dólares y se estima que manejarán 36,6 billones en el año 2025. La reducción de costos que motiva esta concentración de recursos será apuntalada por la adopción de la tecnología de cadena de bloques (blockchain) que se hará cargo de actividades de compra-venta de títulos en los mercados secundarios y sus correspondientes procesos de compensaciones (clearence).
Para quienes este modelo de manejo masificado de recursos no es una opción, su camino natural es tratar de entrar a segmentos de negocios más “personalizados”, y es allí donde se dirigen no solo los egresados de Harvard sino también los bancos de inversión de tamaño medio. Los clientes naturales son los llamados “unicornios”, empresas con capitalizaciones en el orden de un millardo de dólares que han decidido diferir lo más posible su salida a bolsa.
¿Por qué se comportan así los “unicornios”? Porque quieren capturar la mayor tasa de creación de valor que se da durante el nacimiento y la consolidación de los negocios. Retardar la salida a bolsa les evita tener que lidiar con entes regulatorios, analistas de negocios, prensa especializada, inversionistas activistas que adsorben energía y recursos que los fundadores de empresas prefieren dedicar a sus negocios en consolidación.
Sin embargo, al no salir a bolsa, los unicornios necesitan financiamiento vía deuda y emisiones privadas de acciones, las cuales son manejadas por los segmentos de capital privado de los grandes bancos de inversión y las boutiques financieras que deben tener una importante red de clientes tanto de la demanda de fondos, como dentro del grupo de potenciales inversionistas entre los que se encuentran fondos soberanos y de pensiones así como las oficinas que manejan las inversiones de familias muy adineradas.
Individuos con sólida formación en la estructuración de paquetes de deuda y emisiones privadas de acciones, aunados a un conocimiento profundo del funcionamiento de sectores de negocios específicos (petróleo de esquisto, semiconductores, alimentación vegana, etc.) pueden lograr posiciones gerenciales muy bien remuneradas en estas áreas que son a las que apuntan los egresados del MBA.
Lamentablemente, estos segmentos “personalizados” tienen barreras de entradas muy altas para los pequeños inversionistas. Nuestra esperanza es que alguna innovación financiera les permita a ellos también atrapar sus unicornios.