Desde que Dilma Rousseff consiguiera la reelección en Brasil tras ganarle al candidato favorito del mercado, Aecio Neves, el real se ha depreciado 30% hacia los 3,24 reales por dólar actuales, jaqueado por la contracción de su economía, un nivel de inflación del orden del 7,42% y el escándalo de corrupción de Petrobras (PBR).
De esta forma, la divisa brasilera ha tocado un mínimo en 12 años. En su promesa electoral, el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff prometía designar un equipo económico más afín a las perspectivas del mercado, con el objetivo de recuperar la confianza de los inversores en el país.
Así, comenzó un proceso de ajuste, encarado principalmente vía tasas de interés y por la reducción del gasto fiscal, lo que impacto aún más sobre las ya debilitadas cifras de la economía brasileña.
En una primera instancia, y a tres días de finalizar las elecciones, se anunció una subida en la tasa de referencia desde 11% a 11,25%, que continuó con la designación del economista ortodoxo Joaquim Levy como ministro de Hacienda.
Posteriormente, el nuevo ministro llevó las tasas al nivel actual de 12,75%, totalizando una subida de 175 puntos básicos en 5 meses. Esta situación parecía llevar a Brasil por la senda buscada por el mercado.
Sin embargo, la situación se complicó sustancialmente por dos cuestiones, una relacionada con el contexto internacional y otra con el frente interno, profundizando así la depreciación del real. Respecto del contexto internacional, el buen desempeño que viene mostrando la economía de los EE.UU. y la expectativa de una normalización de las tasas de interés fortalecieron fuertemente al dólar en los últimos meses.
En cuanto al frente interno, las continuas bajas en los precios del petróleo, que ya acumula un descenso de más del 50% en los últimos 8 meses, ha afectado profundamente los beneficios de la estatal Petrobras, que además se encuentra inmersa en una denuncia por corrupción que involucra tanto a funcionarios políticos como empresas privadas.
Sumado a esto, Brasil ya se encontraba enfrentando un proceso de bajo crecimiento, en incluso de contracción, junto con un nivel alto de inflación. Según el Fondo Monetario Internacional, la economía creció 0,1% en forma interanual durante 2014, mientras se espera que en este 2015 el Producto Interno Bruto presente un incremento de 0,3%, y en 2016 de 1,5%.
En tanto, los últimos datos de los precios al consumidor han mostrado que la inflación se ubica en torno al 7,7%. En este contexto, Goldman Sachs (NYSE:GS) ha modificado su pronóstico para el real brasilero para los próximos 12 meses a 3,35 reales por dólar desde 2,85 reales por dólar.
A su vez, ha indicado que la moneda incluso podría caer más de lo previsto a corto plazo por la mala percepción sobre el mercado local. Por su parte, el Banco Central de Brasil, la mayor fuerza regional con capacidad para modificar el tipo de cambio, no ha intervenido al mercado. Fuentes del gobierno de la presidente Dilma Rousseff han dicho que la autoridad monetaria no saldrá a vender dólares porqué sería inútil ir en contra de la apreciación de la divisa a nivel global.
Luego que la Fed ayer se mostrara cauta en su panorama sobre la economía norteamericana, dando a entender que la subida de las tasas de interés podría llegar más tarde que temprano, habrá que esperar las señales respecto de cuál es el nivel que el BCE cree adecuado para el real.
Entre los posibles movimientos que podría tomar la máxima entidad de Brasil, se estima que iría en busca de una nueva subida en la tasa referencial Selic en 50 puntos básicos, como alternativa a vender reservas (totalizan 370.000 millones de dólares) para calmar al mercado.
Dadas las condiciones actuales no esperamos una recuperación del real en el corto ni en el mediano plazo, en tanto continúe el proceso de ajuste sobre la economía, no se recuperen los precios del petróleo e incluso de los commodities que exporta el país y no se tomen las medidas necesarias para recuperar la confianza de los inversores en Petrobras.