Las débiles expectativas sobre el crudo han tenido efectos devastadores sobre su valorización que, de manera dramática en abril, se desplomó a mínimos desde que se tiene registro. ¿Volverá el WTI sobre U$60 con nuevos cortes de producción en la OPEP, Rusia y una bancarrota de los endeudados Frackers estadounidenses? Probablemente no.
Han sido tiempos inciertos para los Traders de petróleo que desde hace tiempo esperábamos su “caída inminente”. Si en los últimos años, la fortaleza del precio aumentaba la angustia que nos compaña cuando mantenemos pérdidas o fallamos en las predicciones, su colapso literalmente nos hizo recuperar el aliento.
Hoy con el petróleo -43% en 2020, el consenso apunta al COVID-19 como el gran responsable de su derrumbe, posición de la cual discrepo. Mi tesis es que el coronavirus sólo destapó un antiguo pesimismo que se mantenía oculto por manipulación de la OPEP. Probablemente la desconfianza sobre el petróleo y su futuro se inició con el vertiginoso cambio en el mapa geoplítico global producido por el Brexit y la Guerra Comercial, pero sobre todo, porque el fracking ha hecho relucir un exceso de oferta, que el lento pero constante avance de la demanda mundial, definitivamente no fue capaz de absorber.
Si bien durante la última década, el fracking ha reposicionado a EE.UU. en el mercado global de crudo, últimamente también esta técnica ha hecho a la industria petrolera víctima de su propio avance. Ahora con el precio bajo los costos de producción y una posible bancarrota de los frackers estadounidenses, ¿veremos al WTI de regreso a los U$60? Probablemente no.
Es importante destacar que en el mediano plazo, seguramente las expectativas de menos oferta provocará una fortaleza prolongada hacia la zona entre U$35 y U$45 (costo promedio de los extractores de esquisto). Serán niveles interesantes para incrementar las posiciones de venta en materia prima, porque hacia el largo plazo, las actuales restricciones de acceso al capital estimularán más disciplina financiera, mientras que el avance tecnológico (característico de esta industria) seguramente fortalecerá el ajuste de costos y de procesos ya observados en los últimos años. Lo anterior permitirá mantener (o incrementar) la producción y estabilizar la industria con precios entre U$10 y U$15, costo aproximado de producción de los extractores tradicionales.
Algo de esto ya se refleja en Bakken. Si antes de la caída de los precios en 2014, 200 faenas en esta región producían 500 barriles por día, hoy 50 faenas producen más de 1.300 barriles, algo similar ocurre en Eagle Ford y Permian.
El bombeo de EE.UU. continuará a pesar de todos los vientos en contra. Esta industria es tan o más estratégica que la Financiera ya rescatada en 2008. Desde el punto de vista político es vital por su impacto en el empleo y la independencia energética que genera y desde el económico, el fracking representa el 63% de la producción del país, mientras que el 90% de la deuda corporativa pertenece al sector Oil & Gas.
Aunque hoy se observa un importante repunte en el WTI, mantengo mi visión bajista. Los fundamentos de largo plazo se mantienen vigentes y seguramente volverán a imponerse a la manipulación de Arabia Saudita, que de no haber inflado los precios, en diciembre no habría logrado capitalizar cerca de U$2T en el IPO de ARAMCO, su petrolera estatal.
Por ahora una buena opción es aprovechar el desplome de 40% en el Sector Energía (XLE) para incorporar estrategias Buy & Hold en compañías líderes como Chevron Corp (NYSE:CVX), ExxonMobil (NYSE:XOM) y ConocoPhilips, todas con Dividend Yields que superan el 5% anual, excelentes márgenes operacionales y bajos ratios Deuda/Equity.