Bancos centrales: política monetaria y la fábula del Rey desnudo

Me imagino que todos conocen la fábula del Rey desnudo. En breve, dos ladrones fueron a un reinado quién sabe dónde y le ofrecieron al principal estúpido del reinado, el Rey, un traje, que según los ladrones sólo podía ser visto por gente inteligente, que obviamente no incluía al Rey. O sea, si eras un idiota, el traje se tornaba invisible, de acuerdo a la retórica de los dos ladrones. En realidad, la idea era muy sencilla, los maleantes querían cobrar sin hacer el traje y venderle al principal idiota, el Rey, la noción de que su escasa inteligencia le impediría ver el traje para finalmente generar la compra de esta vestimenta sin preguntas. Obviamente, el Rey creyó este big time y dijo como era de esperar, que el traje era excelente y convocó a la segunda línea o sea, los idiotas obsecuentes de segundo nivel, que tampoco quisieron confesar lo obvio: el traje no existe, ¡el Rey está desnudo!, y también aplaudieron la excelencia del traje. Finalmente, el sonso número uno, el Rey, convoca a una ceremonia pública en la que estaba todo el pueblo ¿Adivina qué cosa? Sí, los idiotas de tercera línea, el pueblo entero, aplaudieron lo fantástico del traje, mientras el Rey se paseaba totalmente desnudo. Y cuando va llegando a su trono, un niño inocente y sincero exclama: el Rey está desnudo, el traje no existe…

En este sentido, la semana pasada twtitteaba lo siguiente en mi cuenta (@germanfermo): "Hike de tasas. Este tema me tiene hasta el cazzo con hike o sin él, esta fiesta de curvas colapsadas sigue hasta el 2020".

La Política Monetaria y el Rey desnudo. Parecería que el ciclo del político de turno tiene más urgencias que el ritmo razonable al que debería recuperarse la economía global, pero apurar la recuperación vía esteroides puede generar más mal que bien. La reflación ha sido el gran aliado de una clase política del G3 que pocas respuestas ha dado en términos reales. El paradigma es clarísimo: primero se antepone la distorsión monetaria, muy lejos después y cuando no queda ninguna historieta más por especular, se consideran los fundamentos macroeconómicos de un equilibrio global que todavía lejos está de haber alcanzado estabilidad con una cara fiscal todavía oculta y muy preocupante y una periodo monetario que por momentos da la sensación de ser totalmente inestable.

A lo mejor a la Reserva Federal le hubiera convenido un mercado de activos que hubiese creído en el organismo, pero no tanto. Quizá, a la Fed le hubiese sido más útil un índice S&P 500 ganando menos gamma (aceleración) y dándole tiempo a que la economía real vaya acomodándose a la realidad descontada en el precio de los activos financieros. Quizá entonces la Fed debió ser menos agresiva en el ritmo de compras al que vino ejecutando su tercera relajación cuantitativa (QEIII). Sin embargo, a nadie le importa nada, el mercado de bonos claramente le dijo al resto: la laxedad monetaria seguirá firme por muchos años más, el Rey seguirá desnudo en el próximo lustro, ¡viva el Rey!

¿Estados Unidos, el país más comunista de todos? Queda muy claro que la Fed con controlar un sólo precio, la tasa de interés, ha podido en esta crisis distorsionar los precios de cuanto activo real y financiero pulula en este mundo. Cuando observo una y otra vez, la forma en la que estamos saliendo de la crisis originada en 2007 no paro de recordar al Rey desnudo. Es más, cuando de vez en cuando nos toca observar la parafernalia de la crisis Griega en un interminable ida y vuelta para finalmente siempre y sin excepciones acordar una salida de corto plazo, sigo recordando la fábula del rey desnudo.

De una u otra forma, tengo la sensación de que el mundo entero aprendió muy poco de lo catastrófico de la crisis 2007/2008 y sólo a fuerza de política monetaria por momentos incomprensiblemente dovish, hemos generado la noción de cierta estabilidad pero quizá hipotecando ferozmente la estabilidad del largo plazo. La política monetaria parecería ser ese traje invisible del Rey idiota que todos estamos hoy aplaudiendo. Queda claro que probablemente estamos frente a la burbuja de renta fija más enorme que ha vivido la humanidad entera con rendimientos de bonos 10 años que se acercan a terreno negativo y partes cortas de la curva ya con tasas nominales en negatividad.

Vivimos en un mercado financiero en donde los tres principales bancos centrales del planeta: Fed, BCE y el de Japón, hace años intentan reflacionar los mercados de activos. Claramente, fueron muy exitosos en esta estrategia, si bien se desconocen los efectos que tanta moneda emitida a cero costo puede generar en los próximos años. Obviamente, que en este mercado alcista simultáneo de renta variable y renta fija todo el mundo está haciendo una torta y de esta forma, si bien, más de uno piensa que el Rey está desnudo desde hace rato, nadie se anima a apagar la luz de una fiesta que arrancó con la primera QE de Bernanke, en 2008. Se hace difícil encontrar un índice de renta variable que no esté 200% arriba desde el mínimo de marzo de 2009. Es más, ser bajista en este mercado fue una receta para que te saquen en camillas
en la primera semana en que has clavado tu lado corto.

Un mundo a dos velocidades. Una economía real que todavía está por debajo de los niveles pre-crisis de junio 2007 le sigue suplicando a la Fed “dovishness”. Sin embargo, un S&P muy por encima de 2.000 puntos denota a las claras una realidad virtual en los mercados financieros que se han acelerado muy por encima de la performance de la economía real y entonces, surje la pregunta: ¿no habrá que estar un poco hawkish aquí, no habrá que vestir de veras al Rey? Observamos a una Fed atrapada entre el “dovishness” que suplica la economía real y el “hawkishness” que la prudencia indicaría para los mercados financieros. Claramente, la pulseada la viene ganando desde hace años la economía real y la Fed no parecería querer cambiar en nada esta estancia mega-acomodativa en la que estamos reflacionando, y mientras tanto, un Rey desnudo con tasas negativas, insinúa un mercadito exuberantemente burbujeante por todas partes.

Cuando miro la evolución del S&P y recuerdo el estado de la economía real mi estómago cruje y dice que los mercados financieros se deben a sí mismos un ajuste que los lleve nuevamente a una relación razonable con los magros fundamentos que caracterizan a la economía global y lejos de la dicotomía reflacionaria inducida por una Fed que no sabe cómo desarmar la criatura. Pero todo esto es largo plazo y tal como decía Keynes, estamos todos muertos. Estos mercados cada día tradean más el corto y aquí estamos celebrando el vestido inexistente del Rey.

La Fed de Janet Yellen enfrenta a una economía que está mejor pero esta mejoría se genera a una velocidad muchísimo menor relativa a la reflación de activos financieros. Si esta realidad se mantiene, cada segundo adicional de QE en algún lugar del mundo puede estar generando la mutación de un mercado reflacionante a uno peligrosamente exuberante. Por cada segundo que la economía real no reacciona, tenemos un segundo más de bancos centrales obligados a seguir acomodativos y eso a su vez genera un segundo más de un mercado de activos financieros que de una razonable reflación podrían estar mutando sin darnos cuenta a un mercado en franca dinámica de exuberancia.

El riesgo de tanto plan de estímulo monetario no radica en la inflación que pudiera ocasionar sino en la implosión de burbujas potenciales que ni siquiera somos conscientes hoy en día. Un problema que preocupa a la Fed (aunque no quiera decirlo) es la diferencia de velocidad con la que el mercado de activos se ha recuperado desde su mínimo del 2009 respecto a la velocidad a la que viene reaccionando la economía real. No es casual la insinuación de Yellen de semanas atrás cuando sorpresivamente sugirió que el S&P “estaba caro”.

Mi café irlandés: ¿racionalidad complementaria o exuberancia irracional a lo Greenspan?

Los planes de estímulo dela Fed, el BCE y el BoJ son a los mercados, lo que el café irlandés ha sido para mí en estas últimas semanas: simplemente no puedo dejar de reflacionar al ritmo de este café irlandés, me acostumbré tanto al cognac, a la canela que hasta se me hace difícil articular un párrafo si no tengo una tasa de irlandés cerca y con mucha canela, tan adictiva como la política monetaria de la Fed desde 2007. Mi inspiración de las últimas semanas se ha contagiado al ritmo de un muy dulce café irlandés siempre presente, tal como los mercados lo hacen en la sintonía de Yellen, Draghi y Kuroda. No siempre paga ser totalmente racional en finanzas o en la vida misma, muchas veces los mercados operan con una cuota de irracionalidad y como decía Keynes: “los mercados pueden permanecer irracionales por mucho más tiempo de lo que uno puede quedar solvente”. A veces, en lugar de querer racionalizar todo, en lugar de querer anticipar e imaginarse el steady state, es óptimo por momentos soltar la mano y relajarse y de esta forma en ocasiones, resulta racional permitirse ser ocasionalmente irracional, aunque suene paradójico. ¿Será este café irlandés un complemento estable a mi racionalidad o por el contrario, la mutación hacia una inestable exuberancia irracional tal como los mercados se cuestionan respecto a la política monetaria de la Fed? No me importa, voy a surfear la ola y que me lleve sin oponerme y en este caso, a diferencia del trading, me voy a permitir ser exuberantemente irracional sin desafiar al steady state: ¡Voy a disfrutar el gran momento paseo! y sin cobertura! ¡Catarsis otra vez! ¡Y viva el Rey desnudo!