Hace más de una década, los principales Bancos Centrales del mundo vienen comprando bonos. ¿Cuál es el objetivo? Al empujar el precio de los bonos hacia arriba, cae la tasa de interés implícita de estos bonos. Estas tasas bajas incentivan los créditos hipotecarios y el financiamiento automotriz (las dos industrias de mayor impacto en la actividad económica).
Ahora bien, ¿cuánto dinero han inyectado en el mercado mundial de bonos?
En el 2006 la hoja de balance (los activos) de los 10 bancos centrales más grandes del mundo estaba en U$S 6 trillions; hoy ese número es U$S 21 trillions. Básicamente en 12 años, multiplicaron por 3,5 el total de sus activos a través de diversos programas con el elegante nombre de “Quantitative Easing”.
Los bancos centrales compran los bonos de la mejor calidad crediticia, como es de esperar. Lo que sucede es que luego de ellos, en la “cadena alimenticia” financiera, siguen los grandes fondos como BlackRock (NYSE:BLK) o Templeton. ¿Qué comprarán estos participantes? Lo que vaya quedando.
Es por esto que bonos de muchos países emergentes han llegado a tener rendimientos históricamente bajos como del 4%, como es el caso de Uruguay y Perú. A esta altura, debe quedar claro que los bonos argentinos fueron subiendo porque la marea estuvo subiendo para todos los bonos y arrastró también a los bonos argentinos.
Pero, ¿el actual gobierno no tiene nada que ver con la mejora en los precios de los bonos? Parcialmente, si. Pero lo más razonable es entender que el grueso del recorrido tuvo que ver con “ir comprando lo que quedaba”.
Tenemos hoy un problema: la Reserva Federal ha puesto la maquinaria del Quantitative Easing en reversa. Esto quiere decir que no solo no comprará más bonos sino que no está renovando una parte de los que le van venciendo:
El gráfico parece mostrar muy poco, porque efectivamente los pasos iniciales son muy lentos. Sin embargo, para octubre de este año, le Fed estará reduciendo su balance sheet a una velocidad de US$ 50B por mes, lo cual implica reducir a una velocidad de U$S 600,000 millones por año.
Sumemos a esto que como el petróleo subió un 55% en los últimos 8 meses, la inflación ha reaparecido en los EEUU y la Fed promete subir al menos un 1% las tasas de corto plazo. Alcanza con ver lo que sucedió con la tasa a 1 año de los EEUU en la última década:
La tasa está subiendo con violencia. Y esto impactará en el precio de todos los bonos de todo el mundo. Aún en el caso en que Macri hiciera todo de la mejor manera imaginable, los precios de los bonos argentinos también tienen perspectivas de caer de precio.
Por último, para entender el delirio en el que vivimos como producto de la intervención de los bancos centrales (gentileza Mario Draghi y el Banco Central Europeo), les dejo este gráfico que muestra que un bono de a 4 años de la Telecom de Italia rinde menos que el bonos a 3 meses del Tesoro de los EEUU.
Quien tiene bonos como ahorro, debería pensar seriamente en venderlos. ¿Qué hacer? Una solución posible es colocarse en bonos en dólares de corto plazo (2-3 años). Hay otras alternativas pero involucran un mayor grado de sofisticación.