Sin duda alguna la novela política italiana fue el gran evento que movió los mercados financieros internacionales la semana pasada. Si bien estamos más que acostumbrados a que Italia reponga su gobierno anualmente, resolviendo de manera muy exitosa sus crisis políticas, y sin que los mercados apenas lo noten, lamentablemente esta vez fue diferente.
Los inversionistas en los mercados financieros italianos entendieron esta crisis como la posibilidad, aunque remota, de que grupos de interés que quieren ver al país fuera de la Eurozona puedan imponer su agenda en unas inminentes elecciones. La crisis además se agudiza en la medida en que existe el convencimiento de que un grupo importantes de bancos europeos no tienen capital suficiente para sortear el impacto económico que una crisis política generaría en la Eurozona.
Entonces este evento puede ser leído como el comienzo de un periodo de turbulencias causados por una serie de asignaturas pendientes en la región que incluyen desde los ya mencionados problemas de capitalización bancarias hasta las inconsistencias producto de la inconclusa integración financiera de la región.
En el corto plazo, se han producido llamativas inconsistencias en la valoración de bonos tanto de Italia como de la llamada periferia de la Eurozona formada por Portugal, Grecia y España, la misma es atribuida a reducción en la liquidez de los mercados causada por la ausencia de compradores.
En estos momentos un bono soberano portugués a 10 años rinde 2,15% mientras que una nota a dos años del gobierno italiano renta alrededor de 2,70%, de hecho este papel a dos años semanas atrás ofrecía un rendimiento a vencimiento de -0,15%. Los rendimientos de la deuda italiana a dos años son idénticos a los del bono soberano español a 30 años.
La apuesta en deuda europea en este momento radica entender cuan profunda es la crisis política italiana. Sin en las próximas semanas se lograra un acuerdo que tranquilizase a los actores políticos locales, quienes compren acciones y bonos italianos a los precios actuales harán buen dinero. Por el contrario, si estamos entrando en nuevas zonas de turbulencia, el peligro no está solo en poseer títulos italianos, sino en general también de la periferia de la Eurozona.
Los inversionistas que administren carteras a mediano plazo deben introducir en su marco de análisis las posiciones de Francia y Alemania en el eventual manejo de una crisis financiera en la Eurozona. Mientras el presidente Macron propone la creación de un fondo para enfrentar crisis económicas dentro de la región, los alemanes sostienen que más que fondos solidarios se necesitan gobiernos que se responsabilicen más por sus gastos nacionales. Un fundo de asistencia macroeconómica tranquilizaría mucho a los mercados, pero el problema es como siempre: ¿Quién paga la cuenta?