Después de tres años en que los confinamientos por Covid perjudicaron la evolución de la economía China, el país despierta con otra dinámica en el comercio mundial; tiene el reto de competir con la tendencia del nearshoring y los beneficios que éste representa para innumerables empresas y gobiernos.
A pesar de que las multinacionales buscan nuevos modelos de cadenas de suministro, el gigante asiático (la segunda economía mundial), sigue como el mayor centro de producción en el mundo. Según expertos, hasta el momento muchas empresas aún no lo sustituyen como su principal centro de producción, algunas se encuentran en un proceso donde impulsan nuevas capacidades y se van diversificando a otras regiones; indican que a las firmas les tomaría un tiempo de traslado a otros “ecosistemas productivos” de entre 3 y 5 años.
Para conservar inversiones, China tiene que aprovechar sus cartas fuertes: el país asiático representa un tercio del mercado global de productos químicos, y su mercado de maquinaria podría ser tan grande como el de Japón, Europa y Estados Unidos juntos.
China se enfrenta a nuevos competidores. En Asia, Vietnam es considerada una muy buena opción para muchas empresas por su ubicación, disponibilidad de materias primas de calidad, un elevado rendimiento de su mano de obra y su salario medio es un 50% más competitivo. Otra opción es India por su posición geopolítica estratégica, buen mercado interno y amplios recursos laborales; aunque el país tiene el reto de invertir más en infraestructura. En América Latina México es uno de los mayormente beneficiados por el nearshoring por su ubicación geográfica, aranceles favorables, y es considerada la mejor vía para que Estados Unidos reduzca su dependencia de la fabricación en China; incluso, empresas asiáticas buscan instalarse en México.
El Gigante asiático intenta recuperar inversión y expandir su economía enfrentando la amenaza de recesión mundial, alta inflación y la elevada deuda del sector inmobiliario. El Banco Popular de China indica que se centrará en apoyar la expansión de la demanda interna y estabilizar el crecimiento económico y los precios.
El PIB de China aceleró a 4.5% interanual en el primer trimestre, más de lo pronosticado, después de que Pekín levantó restricciones de su política de Covid cero en diciembre pasado y relajó la presión contra empresas tecnológicas y el sector inmobiliario.
Para el segundo trimestre del 2023, la Oficina Nacional de Estadística de ese país indica que la economía podría registrar un repunte considerado ya que el consumo se fortalece y mejora la confianza en los hogares. Ahora los proveedores se ponen al día con los pedidos pendientes, lo que podría seguir apuntalando las exportaciones.
Recordemos que en el 2022 el PIB chino creció 3%, debajo del 5.5% que se había planteado como meta. El dato fue de sus peores desempeños en los últimos 45 años.