Hay unas pocas gráficas que, cuando las delegaciones de México, Estados Unidos y Canadá se reúnan la semana que viene para renegociar el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), debería sacar los rubores a los altos funcionarios mexicanos. Todas ellas se refieren a los salarios y remuneraciones de los trabajadores mexicanos, bien referidos a la economía en su conjunto, o bien al sector manufacturero y, más en específico, en el rubro de autos.
Como se sabe, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene como objetivo central reducir el déficit comercial con México, país al que acusa de haber robado los empleos manufactureros a los estadounidenses, sobre todo en el sector automotriz. Y el nuevo plan parece concentrarse en exigir mejores estándares laborales al sur del Río Bravo e incorporar cláusulas para los trabajadores (respecto a los medioambientales poco puede decir después de abandonar el Acuerdo de París).
El TLCAN se esperaba que contribuyera a mejorar los estándares de vida entre los países, algo que no ha sucedido entre los trabajadores mexicanos. La primera gráfica se trata de la evolución de salario promedio anual, cifras publicadas por la Organización para la Cooperación y Desarrolle Económico (OCDE), institución que preside un mexicano, Ángel Gurría. Mientras los salarios de los canadienses se han incrementado entre 1994 y 2016 en un 39% y los de los estadounidenses en un 34%, el de los mexicanos se han reducido en un 4%.
Por otro lado, si buscamos en los datos del Inegi, se percibe la misma tendencia. Tanto en la serie histórica del índice de remuneraciones medias reales por personal ocupado como en la de remuneraciones medias reales por hora trabajada, se percibe un descenso en los ingresos de los trabajadores, si bien lo más lejos que nos podemos ir es hasta el 2005. Para todo el 2016, las remuneraciones medias reales por personal ocupado fueron un 10.2% más bajas en el 2005, y por hora trabajada, la caída fue de 6.8%. Los datos se refieren al sector de “Fabricación de Automóviles y Camiones”.
Fuente: Inegi
El TLCAN no ha servido, por tanto, para mejorar los estándares de vida de los trabajadores mexicanos. México, desde luego, ofrece grandes ventajas para que las fábricas estadounidenses y canadienses se alojen aquí. Pero hacer competencia desleal con salarios de miseria, o “dumping social”, tampoco parece la mejor opción. Ya sabemos que a largo plazo es bueno que la globalización beneficie a todos y las rentas se distribuyan un poco mejor entre el capital y el trabajo, que luego surgen nacionalismos que se nutren de ese desencanto.