El mundo avanza rápido. Desde la revolución industrial donde la máquina comenzó un proceso de sustitución de algunas de las labores humanas, hoy en día la mayoría de las áreas del conocimiento tienen a dichas máquinas en un rol protagónico. Los mercados financieros no escapan de esta realidad. Una tajada importante de las decisiones de inversión que se toman día a día no provienen de los humanos y es una tendencia que viene creciendo con mucha velocidad desde la década de los 80`.
¿Qué es un algoritmo?
El concepto de inversiones algorítmicas puede sonar abrumador o sofisticado en primera instancia, sin embargo, es bastante sencillo. Se refiere a crear sistemas basados en reglas. Es decir, el inversionista codifica una estrategia de un modo tan objetivo y sencillo que puede ser trasladado a un lenguaje de computación. Algo tan simple como esto: Comprar Apple (NASDAQ:AAPL) todos los lunes si la acción abre con caídas de 1% y mantener hasta el cierre de la jornada. El inversionista prueba, usando data histórica que hubiese sucedido con esta estrategia y mediante un riguroso proceso de validación decide llevar esta estrategia a un portafolio de dinero real.
El problema del operador discrecional
La pregunta que sigue es: ¿Por qué un inversionista se vería tentado a sustituir sus estrategias discrecionales por los algoritmos? Pues, la realidad es que a diferencia de otras áreas del conocimiento, el componente emocional en los mercados financieros es muy alto. Cualquier operador con experiencia podría asegurar que un buen desempeño depende muy poco del talento y mucho de la psicología correcta y control emocional. El mercado apela a sentimientos vinculados con el ego, el éxito y el dinero que dificultan el triunfo si no se tiene fortaleza emocional. La competencia es fuerte contra otros, pero la más difícil es la competencia contra uno mismo. En este sentido, las máquinas o algoritmos eliminan este componente emocional. No hay miedo cuando las cosas salen mal o avaricia cuando las cosas salen bien. Ellas, siempre hacen lo mismo, no importa la coyuntura de mercado. La apuesta es sobre la expectativa matemática del sistema y el éxito se convierte en un tema de números. Operar discrecionalmente y ser consistente en la ejecución es tema complejo. Es por esto que más del 90% de los inversionistas que operan los mercados financieros no son capaces de hacer dinero en el tiempo.
La historia de éxito de Renaissance
Una de las banderas de este experimento cuantitativo es el fondo de Inversión Renaissance Tecnologies, liderado por Jim Simons. La historia es sorprendente. Retornos de más de 80% por año por más de 20 años ganando por mucho a los mejores gestores de dinero de la historia. Ni siquiera el mitológico Warren Buffet se ha podido acercar a estos números. Todo el desempeño bajo un enfoque algorítmico donde las decisiones son automatizadas y en base al estudio de la data. El crecimiento de este fondo fue tan potente por la consistencia y el interés compuesto que desde 1993 dejaron de recibir dinero de terceros y solo trabajan con fondos propios. La fórmula de éxito radica en un equipo técnico altamente sofisticado (un tercio del equipo son PHD) y un abordaje completamente objetivo de los mercados financieros. Si bien para un inversionista particular Renaissance no es más que una anécdota, el mensaje radica en utilizar esta experiencia para entender que mediante un enfoque estructurado y basado en reglas se pueden obtener resultados interesantes. Siguiendo a Renaissance, cada vez más fondos e inversionistas particulares ven el valor de emplear algoritmos para sus decisiones de inversión.
Palabras finales
Si la mayoría de los inversionistas que se exponen a los mercados financieros fracasan, entonces la ruta a elegir debe ser completamente distinta. Haciendo lo mismo como comprar basado en tips, recomendaciones de analistas, no cuantificar riesgos, modificar la estrategia múltiples veces, dejarse llevar por las emociones, ser indisciplinado en todo el proceso, garantiza los resultados mediocres de la mayoría. Ahora, mediante el enfoque cuantitativo se abre una oportunidad para hacer las cosas distintas. El inversionista puede, mediante el uso de la data, identificar patrones y anomalías para ser aprovechados a su favor. No solo se limita a los mercados tradicionales sino puede ampliar su alcance a mercados desconocidos como monedas, materias primas, entre otros. No solo trabaja en una temporalidad sino puede estudiar fenómenos en 15 minutos como 1 mes. Al final es como cualquier ciencia, observación y confirmación. El alcance es infinito y las máquinas o algoritmos son aliados. La tecnología emerge para facilitarnos la vida y en los mercados, además, es un elemento importante para eliminar la discrecionalidad que tan caro se paga. Más allá de cuestionar y temerle a su alcance, vamos a apalancarnos en ella. Diseñar sistemas basados en reglas o algoritmos no es complejo y puede ser el primer paso en la ruta del éxito del inversionista de a pie.