Soy europeo. Todavía no sé bien de qué país vengo: mis abuelos maternos son originarios de Escocia, en el Reino Unido; mi abuelo paterno es suizo, mi abuela paterna es brasileña, y yo nací en Porto, mientras que mis hermanos nacieron en Suiza. Lo único que sé es que soy del planeta Tierra.
Soy un fiel creyente en que la epopeya iniciada por los navegadores portugueses y españoles que se aventuraron más allá por océanos desconocidos, abrió el camino para la globalización unos siglos atrás. En el mundo global e interconectado de esta nueva era de la digitalización, no tiene sentido que estemos construyendo muros y barreras.
El problema de la pobreza extrema en muchas regiones de nuestro planeta es una realidad a la que no podemos dejar de mirar con el corazón y la inteligencia. En los últimos veinte años asistimos al resurgimiento de una nueva clase social en muchos países emergentes, como China, Brasil, la India y otros. Pero aún hay mucho por hacer.
Con respecto a la política proteccionista y cerrada, la historia ya nos demostró que no es el camino; no nos olvidemos del estado miserable en el que estaban los países del bloque soviético en los años ochenta, o de cómo se vivía del otro lado del muro de Berlín.
Europa volvió a lograr hoy un acuerdo sobre migración. No es fácil llegar a un compromiso en una Europa tan diversificada, pero estos políticos sí que lo alcanzaron.
Los europeos han acordado la creación de centros para recibir los migrantes en suelo europeo y a repartir el esfuerzo entre todas las naciones para estar mejor estar organizados, y más recursos económicos para ayudar a los países mediterráneos.
Si este acuerdo fue logrado, aún falta otro: el Brexit, una novela sin un final a la vista. Y es que salir de la Unión Europea (UE) es sumamente difícil para los británicos: son cuarenta años de relaciones comerciales y sociales, y son muchas empresas y personas las que están interconectadas. El momento decisivo se acerca: la primera ministro británica, Theresa May, tiene una tarea muy difícil por delante, y por ahora, la incertidumbre es la única palabra escrita en la página del acuerdo sobre el Brexit.
Europa hoy brilla, y no fue solo el acuerdo alcanzado sobre las migraciones. La divulgación de datos relativos a la inflación sorprendió por la positiva: la tasa de inflación de la eurozona para junio estuvo en el 2%, ligeramente por encima del estimado, y es la mayor subida de precios desde inicios de 2017. La energía impulso a estos números, con una subida de precios del 8% frente al 6,1% del mes de mayo; y los alimentos frescos, con una subida de 3% cuando el número anterior estaba en el 2,4%.
Con estas noticias, los inversionistas se decantaron hoy por las compras, y los principales índices europeos despertaron positivos: en Alemania, el DAX subía un +1,2% y en Francia, el CAC40 ascendía un 1,00%. A su vez, el euro (EUR) registra ganancias del +0,8% contra el dólar estadounidense y cotiza a 1,1660. Por su parte, el rendimiento de los bonos a 10 años de Alemania sube un 0,95% y alcanza el 0,318%.
Como lo réferi esta semana, la diversificación de nuestro portfolio es sumamente importante para que pueda tener un balanceo correcto en la medida del riesgo que estamos dispuestos a asumir.
Aquí, algunos ETFs para tener una exposición al mercado europeo:
