En los tiempos corrientes sabemos que la informática se ha integrado firmemente en la vida cotidiana. Con el acceso a tecnologías de alta prestación a precios razonablemente bajos, en especial las computadoras de escritorio y hasta los teléfonos inteligentes y tablets, las ciencias de la información se han desarrollado de modo asombroso y son ahora herramientas indispensables para la vida cotidiana donde ya nadie discute su hegemonía.
Los mercados de activos no están ajenos a esta tendencia y en su evolución de los últimos años han incorporado a la tecnología informática como parte medular de la industria, dando enormes saltos cualitativos en las prestaciones y alcance de la actividad de compra-venta de la que hoy pueden participar todos aquellos que dispongan de una computadora o teléfono inteligente con acceso a internet.
En el recuerdo van quedando las clásicas imágenes de los “pisos de mercado” o “trading floors”, nombres con los que se identifica aún hoy al lugar físico donde los traders de pie pugnaban por los precios con gritos e intensa actividad física, escenas que de a poco van siendo desplazadas por las pantallas que de forma remota permiten realizar la misma actividad, con variantes lógicas que implica el cambio de metodología.
Si bien el paradigma basal de los mercados no ha cambiado y toda su actividad gira en torno de conseguir buenos precios de compra y/o venta, la tecnología introduce un fuerte impacto en la velocidad con que se deben tomar las decisiones, factor que ha ganado impulso en los últimos años y parece no querer quitar el pie del acelerador. En consecuencia, lo que antes tomaba horas de laboriosas sumas y restas hoy puede resolverse en cuestión de segundos, como es el caso del análisis cuantitativo para el cálculo de probabilidades respecto de una tendencia.
Con un impulso de estas características donde todo se acelera, se abre también un gran abanico de nuevos abordajes al trabajo de mercado, desde el apoyo automatizado que hoy puede programarse en plataformas de trading domésticas hasta el uso de “robots” que toman decisiones de compra/venta en función de probabilidades y cálculos matemáticos que, gracias al procesamiento en línea de miles de datos históricos, operan en los mercados de activos sin intervención humana, basados simplemente en ecuaciones estadísticas cuyo resultado obtiene el grado de probabilidad acerca de lo que pueda suceder con el precio de un activo.
La irrupción entonces de la informática ha mejorado de forma significativa el trabajo técnico de mercado, y de la mano de esta evolución se desarrollan cientos y cientos de componentes de software que permiten afianzar los resultados, dando paso a tareas completamente automatizadas donde el trabajo del operador cambia del análisis tradicional a la parametrización de las variables que la automatización necesita para acotar el espectro y así poder funcionar de forma más adecuada.
Si bien en términos de evolución no podemos afirmar que tal o cual cosa nunca sucederá, por el momento no existen sistemas de trading automatizados que no necesiten del monitoreo profesional y el ajuste de sus variables en intervalos de tiempo cortos para mantenerlos dentro de las condiciones de mercado que, como todos sabemos, van cambiando con el tiempo y se necesita de una percepción especial que las computadoras al día de hoy no han logrado alcanzar.