Se dice que la incertidumbre es maravillosa porque nos hace pensar mejor. Habrá que ver, pues resulta que los mercados financieros viven un momento de indecisión sobre si continuarán subiendo o caerán, cuando en la segunda mitad del año nos espera –quizás– una recesión, una nueva crisis de bienes raíces comerciales o un pánico en torno de los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
La actual situación del mercado nos hace prever un “melt-up” (o deshielo al final de un ciclo alcista), que llevaría al índice S&P 500 del mercado accionario estadounidense a niveles entre 4,100 y 4,200 unidades, estiman especialistas, entre ellos el muy acertado Michael Hartnett, director de inversiones de Bank of America (NYSE:BAC) (BofA) a quien nos gusta darle seguimiento en este reporte.
Como en un “volado”, las probabilidades son del 50-50: si el sistema bancario colapsa, como sucedió con el banco de inversión global Bear Stearns, que en la crisis de 2008 terminó siendo vendido a JPMorgan Chase (NYSE:JPM), el mercado caerá a nuevos mínimos, pero si en cambio ocurre algo como en el caso del fondo de inversión Long-Term Capital Management (LTCM), que en 1998 tuvo cuantiosas pérdidas, entonces el mercado subirá a nuevos máximos, expuso Hartnett la semana pasada en un documento privado de análisis de BofA al que tuvimos acceso.
En su análisis también destaca dos conjuntos de datos macroeconómicos importantes: el PIB y la inflación. Sobre el PIB nominal estadounidense vale resaltar que ha aumentado un 35 por ciento tras los mínimos registrados durante la pandemia de covid-19 en 2020, lo que representa la recuperación más rápida desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el Plan Marshall en 1949.
Lo anterior se debe, en gran parte, a los estímulos fiscales y de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que han monetizado la deuda de “estímulo fiscal”. Han impreso dinero de la nada, para decirlo sin eufemismos.
Y aquí le comparto que el déficit de EU ha aumentado en 700,000 millones de dólares en los últimos seis meses, y el balance de ése que es el banco central más importante del mundo se ha incrementado en 370,000 millones de dólares en las últimas cuatro semanas (inyectó dólares por la crisis bancaria), lo cual sugiere que la liquidez actual de la Fed ya se encuentra en niveles similares a los que tenía al comienzo de la crisis financiera global.
En cuanto a la inflación, Hartnett pone como ejemplo que el precio de una entrada para ver a The Beatles en el Shea Stadium en agosto de 1965 era de 5.65 dólares, y ahora ver a Beyonce en el MetLife (NYSE:MET) cuesta 1,568 dólares, lo que indica cómo es que la inflación ha afectado a la economía.
Si los precios hubieran seguido el ritmo de inflación de los boletos para ver al cuarteto de Liverpool en ese estadio en 1965, una barra de chocolate Hershey’s se compraría en 14 dólares (en lugar de 0.05 dólares), el boleto del Metro de Nueva York rondaría los 42 dólares (en vez de 0.15 dólares) y una casa costaría 5.5 millones de billetes verdes (en lugar de 20,000).
En este sentido, coincidimos con el director de inversiones de BofA en que los activos como el oro, las pequeñas empresas y los mercados emergentes han sido los que mejor se han comportado durante los períodos inflacionarios, y lo volverán a hacer.
A decir de Hartnett, el flujo de depósitos de los bancos regionales a los mercados monetarios continúa, con más de 500,000 millones de dólares de entrada en el primer trimestre de 2023.
El flujo de fondos –que ha sido lento pero constante– sigue siendo un indicador clave de la situación del mercado. En la última semana ha habido una entrada de 60,100 millones de dólares en efectivo, 2,300 millones en bonos, 500 millones en oro y 5,200 millones en renta variable. La huida hacia el efectivo fue la más notable, con una entrada de más de 100,000 millones de dólares en las dos semanas precedentes.
Las dos últimas veces que los saldos del mercado monetario se dispararon, la Reserva Federal tuvo que recortar las tasas de interés, ya que es la única manera de frenar las salidas de depósitos de los bancos regionales hacia los mercados monetarios. No hacerlo amenazaría con desestabilizar todo el sistema bancario mundial, como se demostró en marzo.
Una carga adicional a la “cruz” de la inflación
Anote también que varios miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se comprometieron a reducir la producción mundial de crudo en 1.6 millones de barriles diarios hasta finales de 2023, lo que supondrá una carga adicional para los bancos centrales en sus esfuerzos por frenar la inflación global.
Victor Ponsford, analista de Rystad Energy, comenta que el aumento anticipado a los precios del petróleo durante el resto del año, como resultado de los recortes voluntarios, podría avivar la inflación global, lo que provocaría una postura más agresiva sobre las alzas de las tasas de interés por parte de los bancos centrales de todo el planeta.
A expertos del sector les preocupa la aparición de más riesgos políticos derivados de los recortes voluntarios de la OPEP, ya que podrían causar un incremento de la inflación general más rápido de lo previsto.
Entre esos especialistas cuente a Tamas Varga, del broker petrolero PVM, quien advierte que el proyecto de “Ley de no a los cárteles productores y exportadores de petróleo” (NOPEC, por sus siglas en inglés) en el Congreso de EU podría provocar más tensiones entre la OPEP+ y el gobierno estadounidense.
La propuesta legislativa acusa a la OPEP+ de utilizar el petróleo como arma, lo que podría agriar aún más la relación entre Arabia Saudita y la Unión Americana.
Amrita Sen, cofundadora y directora de investigación de la consultora Energy Aspects, señala que las recientes fluctuaciones del precio del petróleo no estaban relacionadas con la materia prima en sí, sino con la crisis bancaria y el aumento de las posiciones cortas (bajistas) en el mercado.
Es en este contexto que la moneda ha sido lanzada al aire: en una cara, los mercados se irán al alza; pero en la otra se hundirán.
En cualquier caso, la inflación se mantendrá elevada el resto de la década, para beneficio de quienes inviertan en activos reales que no solo los protejan del alza de precios, sino que incluso se beneficien de ella.