Este artículo se publicó en inglés el día 1 de marzo de 2017
En la noche del domingo, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas cometió una pifia de proporciones espectaculares. Justo después de la medianoche, hora de la costa este (las 6:00 de la mañana en España), cuando todos los espectadores esperaban la entrega del último y tal vez más prestigioso Óscar –el de mejor película–, los presentadores anunciaron la película incorrecta. Los actores Faye Dunaway y Warren Beatty declararon ganador al musical La La Land (La Ciudad de las Estrellas), favorita de la noche. Sin embargo, a pocos segundos de comenzar los discursos de agradecimiento, resultó que a los presentadores les habían dado la tarjeta incorrecta y que Moonlight, una discreta película independiente, había ganado realmente.
Al parecer, la Academia nunca haba cometido un error semejante (aunque sí ocurrió en el certamen de Miss Universo de 2015) y la reacción fue confusa y torpe por parte de todos los involucrados. Sin embargo, para los traders del petróleo, este tipo de metedura de pata es sorprendentemente habitual y puede tener considerables efectos económicos.
Veamos este ejemplo:
Allá por marzo de 2015, la Administración de Información Energética (AIE) anunció que la producción media de petróleo se situaba en 9,422 millones de barriles al día. Los datos de semanas posteriores mostraron un descenso de la producción. Esto indicaba a los traders que la producción de Estados Unidos había tocado techo y estaba comenzando a descender. Los precios de los futuros del petróleo empezaron a subir. Pero luego, a finales de mayo, la AIE anunció de repente que la producción de petróleo se había disparado en 304.000 barriles diarios. Resultó que esta brusca subida no era realmente un reflejo del aumento de la producción de Estados Unidos, sino que fue la corrección de unos datos erróneos de dos meses antes. Esas cifras iniciales sobre la producción de petróleo eran realmente estimaciones que la AIE había realzado utilizando un modelo. Cuando llegó mayo, la AIE conoció las verdaderas cifras de febrero y marzo. En lugar de modificar los datos anteriores, la AIE los metió en el informe del 22 de mayo. Esto fue un gran error que tuvo muchas consecuencias en el mercado.
Desde entonces, la AIE ha cambiado sus métodos de presentación de informes. En septiembre 2015, la AIE dejó de confiar en la información fiscal de los informes de agencias estatales, que a menudo pueden tener lagunas de datos de hasta un mes, y se pasó al método de las encuestas que utiliza muestras de productores de varios estados y el Golfo de México. Durante periodos de gran volatilidad en el mercado del petróleo, los traders y los inversores confían en las estadísticas semanales de producción de la AIE para entender cómo va reaccionando la producción de petróleo de Estados Unidos al mercado.
Si la AIE hubiera divulgado las cifras de producción correctas, quizá el precio del petróleo no se habría disparado hasta 60 USD por barril esa primavera, porque los traders habrían entendido que la producción estadounidense no estaba descendiendo tan rápido. En aquel momento, muchos observadores del mercado llegaron a la conclusión de que los precios del petróleo habían tocado fondo en enero en 49 USD con el desplome inducido por la OPEP. De hecho, el WTI no tocó fondo hasta situarse en 29 USD de enero de 2016.
La lección aquí es doble:
1) Entender cómo se recogen, procesan y publican los datos es casi tan importante como los datos en sí mismos. Cuando se trata de la producción de petróleo, recoger y publicar los datos exactos cada semana es complicado y no es exacto todo el tiempo. Múltiples fuentes de datos (por ejemplo, del IAP, Platts, IAE, JODI, TankerTrackers.com y Thomson Reuters) son útiles, pero los inversores deben conocer los inconvenientes de cada uno.
2) Permanezca despierto para ver el final del espectáculo. Nunca se sabe cuándo puede ocurrir un giro interesante, tal vez incluso rentable.