Los mercados han tenido un comienzo bastante negativo en los primeros días de 2016. Nadie puede predecir con certeza si estamos solo frente a un aumento de la volatilidad de corto plazo o ante el comienzo de un mercado bajista de mayor magnitud. Sin embargo, es importante estar preparados para cualquier escenario. A continuación, algunos puntos importantes a tener en cuenta sobre la anatomía de un mercado bajista y las herramientas para transitarlo.
Los precios de las acciones en China no parecen encontrar un piso, y las medidas tomadas por los organismos regulatorios para poner freno a las caídas están resultando contraproducentes. A estas alturas cabe preguntarse si la decisión de suspender las operaciones ante una caída de 7% en los precios - circuit breakers - es una medida inteligente o simplemente incrementa la ansiedad de los operadores para liquidar rápidamente sus tenencias antes del cierre adelantado de operaciones.
Los precios del petróleo se encuentran en niveles mínimos de los últimos 12 años, lo cual tiene un impacto considerable sobre la economía de muchos países emergentes. Además, las tensiones geopolíticas y militares en países como Irán, Arabia Saudita, Siria, y Corea del Norte han estado en franco aumento en los últimos meses. Lo cual no es menor, el riesgo de amenaza terrorista en Europa es otro factor de preocupación entre los inversores.
Por supuesto, nada de esto en sí mismo garantiza que estemos frente a un mercado bajista a mediano plazo. La clave es analizar cómo evolucionan estas cuestiones en el futuro para evaluar su posible efecto sobre los mercados financieros globales.
El futuro no puede predecirse con exactitud, pero puede planificarse, es decir, podemos decidir cómo gestionar nuestras inversiones ante un posible mercado bajista, para contar con un plan inteligente y bien diseñado para navegar en tiempos de tormenta.
Se dice que estamos frente a un mercado bajista frente a una caída de 20% o más en los índices bursátiles. Históricamente, se observa un mercado bajista cada 3 años y medio, y el último mercado bajista en los Estados Unidos se produjo en el año 2011, en medio de la crisis de deuda en Europa el índice S&P 500 cayó un 22% entre los meses de mayo y octubre de ese año.
En promedio, un mercado bajista en los EE.UU. tiene una duración de 15 meses, y los precios caen un 32% desde sus máximos previos. Han existido caídas mucho más abruptas, tanto en cuanto a la magnitud de las bajas como en lo que respecta a su duración. Sin embargo, ajustes de precios en la zona de 50% o más son eventos relativamente poco frecuentes, los cuales no tienen una presencia histórica recurrente que permita obtener conclusiones claras.
Ahora bien, teniendo en cuenta las estadísticas históricas, un mercado bajista parece estar dentro de las posibilidades actuales, especialmente en caso de un deterioro en las variables macroeconómicas globales o un aumento sostenido de la tensión geopolítica. Por supuesto que el mercado no funciona con la precisión de un reloj, pero no no está de más tener un plan de acción por si acaso.
Antes que nada es importante tener en cuenta que un mercado bajista es parte necesaria de los riesgos que implica invertir en los mercados. A largo plazo las oportunidades de rentabilidad pueden ser extraordinarias, pero para poder capitalizarlas se debe estar dispuesto a asumir la volatilidad de corto plazo. Los mercados bajistas no son agradables, pero son un mal necesario para ganar dinero en los mercados.
En general existen dos grandes herramientas de las cuales disponen los inversores para compensar los riesgos en caso de un mercado bajista. La primera y más tradicional es la diversificación. Se trata de un concepto clave en cuanto a gestión de portafolios y básicamente se relaciona con el concepto tradicional de no poner todos los huevos en una misma canasta.
Al diversificar en diferentes clases de activos se reduce la volatilidad del portafolio, lo cual es una herramienta clave para controlar los riesgos cuando la volatilidad de los mercados va en aumento. En particular, activos como los bonos del Tesoro de los Estados Unidos o monedas como el dólar, el yen, y el franco suizo muchas veces actúan como refugio para los inversores, subiendo de precio cuando los activos de riesgo caen.
También es posible implementar estrategias de gestión de riesgos en base a timing de mercado, aunque estas son más complejas y sofisticadas. Por ejemplo, se puede tomar una posición de cobertura a la baja en índice de referencia mediante contratos de futuros, CFDs o ETFs. De esta forma, las ganancias en la posición bajista pueden compensar al menos en parte las pérdidas en las posiciones alcistas durante etapas de turbulencia.
Otra alternativa es operar con stop loss, básicamente, disparando una orden de venta en caso de que los precios caigan por debajo de determinado nivel. La ventaja de esta estrategia es que nos brinda la tranquilidad de saber a qué nivel de riesgo nos estamos exponiendo en términos de pérdida posible. Por otro lado, siempre existe la posibilidad de que los precios rompan el nivel de stop para luego volver a subir, en cuyo caso el operador pierde las ganancias de la recuperación si no vuelve a entrar rápidamente en la posición.
Por supuesto, ninguna herramienta de control de riesgos es infalible, y aplicarlas con efectividad es tanto un arte como una ciencia. Más allá de esto, es importante conocerlas y desarrollar un plan para aplicarlas en función de los diferentes contextos de mercado que puedan presentarse.