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¿Sería la presidencia de Trump un desastre para Apple?

Publicado 03.10.2016, 01:31 a.m
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Durante el primer debate presidencial del lunes pasado, el candidato republicano Donald J. Trump atacó a la Ford Motor Company (NYSE:F) por sus inversiones en México y sus planes de fabricar automóviles al sur de la frontera. Pero Ford no es la única empresa de Estados Unidos que desata la furia de Donald.

Recientemente, Apple (NASDAQ:AAPL), la compañía de mayor cuota de mercado del mundo, e innovadora fabricante de iPhones, Macs y otros dispositivos digitales y de software, ha estado encabezando titulares junto al señor Trump. La extraña pareja no parece llevarse muy bien, por una gran variedad de razones. Desde principios de este año, Trump y Apple (en la persona de su director, Tim Cook) han intercambiado golpes en múltiples ocasiones.

¿Van Trump y Applerumbo a una colisión?

La verdad es que parece que sí.

Trump inició la escaramuza en enero, señalando con el dedo a Apple por su decisión de fabricar en el extranjero. En febrero, llamó al boicot de los productos de Apple después de que la empresa se negara a desbloquear el iPhone del tirador de San Bernardino que mató a 14 personas e hirió de gravedad a otras 22. En marzo, el tema de conflicto de Trump con Apple fue el de los visado H-1B ‒un vehículo legal aunque cada vez más impopular del que se sirve la tecnología (y otros) para emplear a trabajadores no estadounidenses que aparentemente se especializado para adquirir ciertas habilidades.

Apple respondió en junio negándose a prestar apoyo a la Convención del Partido Republicano, alegando las opiniones de Trump. Echando más leña al fuego, y faltándole al respeto a Trump aún más descaradamente, a lo largo del verano, Tim Cook organizó personalmente una serie de eventos para recaudar fondos para el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Paul Ryan y la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, ambos acérrimos adversarios de Trump.

El enfrentamiento empezó en enero con la enérgica declaración de Trump sobre el comercio y la producción manufacturera. El candidato republicano afirmó que cree que Estados Unidos está en desventaja con respecto a China, de la que afirma que está llevando a cabo un "chantaje financiero" mediante la manipulación de divisas.

A diferencia de las economías occidentales que se basan en la libre fijación de precios de mercado, el tipo de cambio de China lo establece su banco central, que se ha dedicado a devaluar el yuan a un ritmo que según algunos analistas va en aumento. Es una política económica iniciada por el Gobierno que tiene como objetivo asegurar que las exportaciones chinas siguen siendo competitivas. Actualmente, el valor del yuan está cerca de mínimos de cinco años.

Trump opina que estas devaluaciones han debilitado el sector manufacturero de Estados Unidos, causando la pérdida de "decenas de millones de empleos estadounidenses". Apple, a través de Foxconn (TW:2354) Technology y Pegatron Corp., entre otros, fabrica sus iPhones en China, un punto de discordia obvio con Trump, y una bomba de relojería entre el candidato republicano y Apple.

En un discurso en la Universidad Liberty, en Lynchburg, Virginia, el 18 de enero, Trump se dirigió agresivamente a la empresa más rentable del mundo, declarando: "Vamos a tener que obligar a Apple a construir sus malditos ordenadores y cacharros en este país, y no en otros países”.

Teniendo en cuenta sólo los salarios manufactureros, esto podría suponer un gran problema para Apple. La media anual de los salarios manufactureros por persona en China es de 55,324 yuanes, u 8,281 USD. En comparación, calculando 40 horas por semana, el empleo manufacturero promedio de Estados Unidos se paga a unos 42,00 USD, algo más de cinco veces lo que Apple paga actualmente a sus trabajadores subcontratados en China.

Aunque no está claro exactamente cuántos empleados de Foxconn o Pegatron fabrican iPhones, pensemos lo siguiente: dado que Apple vendió más de 230 millones de unidades el año pasado y que la planta de Motorola (NYSE:MSI) de Fort Worth, Texas, actualmente cerrada, empleaba a más de 2.000 trabajadores que fabricaban unos 5 millones de smartphones al año, una estimación lógica indicaría que hay unos 100.000 empleados chinos trabajando en productos de Apple con el fin de satisfacer la demanda del mercado. La planta de Motorola de Estados Unidos se cerró en 2014 por razones que incluían los altísimos costes.

Por esta regla de tres, el coste potencial para Apple de reubicar su actividad manufactura en Estados Unidos sería prohibitivo y probablemente imposible. Igual de imposible que el que Trump realmente consiga imponer una barrera que impida la producción en el extranjero o que imponga sanciones adicionales sobre los iPhones fabricados en China.

De hecho, durante una conversación con Barack Obama en 2011, el difunto Steve Jobs declaró claramente: “Los empleos [en el sector manufacturero] no van a volver aquí [a Estados Unidos] porque China tiene ahora la más sofisticada infraestructura de fabricación del mundo”.

Apenas un mes después de las declaraciones de Trump sobre la fabricación, la pelea de Trump dio otro giro. En febrero, a raíz del tiroteo de San Bernardino ocurrido el diciembre pasado, Apple y su director, Tim Cook, se negaron a cumplir una orden judicial para desbloquear el iPhone del tirador, alegando que la orden pondría en peligro la seguridad de todos los usuarios de iPhone. Muchos americanos, incluyendo a Trump, consideraron la negativa un acto antipatriótico.

Durante un mitin en Carolina del Sur, Trump llamó al boicot de los productos de Apple. En una entrevista posterior para Bloomberg, dijo: Le daría una buena [al director Cook] —no tienes ni idea‒, le correría a collejas de vuelta a Silicon Valley.

El candidato republicano agravó su conflicto con Apple (así como con el resto de la América corporativa) aún más en marzo, al expresar su opinión sobre la reforma de inmigración y en particular, el programa de visados H-1B del país que permite a las empresas estadounidenses emplear a trabajadores extranjeros que son expertos en determinadas especialidades, si sus competencias no pueden encontrarse fácilmente entre los trabajadores de Estados Unidos. Durante el año fiscal 2014, según un informe del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, más de 313.000 trabajadores extranjeros se beneficiaron del visado H-1B, y el 64% desempeñan "empleos relacionados con ordenadores".

Mientras las compañías tecnológicas presionan al gobierno para que amplíe el programa, aumenta la oposición entre la población en general en cuanto a traer trabajadores extranjeros que a menudo se ven como competidores que se quedan con el trabajo de los estadounidenses a cambio de un salario más bajo. Trump ha comandado activamente esta debacle asegurando que pondrá fin al programa si es elegido. "Conozco muy bien el visado H-1B... no deberíamos tenerlo. Es muy, muy malo para los trabajadores".

Más adelante suavizó su postura, diciendo que la nación debe seguir trayendo trabajadores cualificados, pero sin embargo habla de una "pausa" en la expedición de visados H-1B y al mismo tiempo aumentar los salarios de los trabajadores H-1B para minimizar el incentivo empresarial a la hora de contratarlos. Apple es responsable de 4.020 solicitudes de visados H-1B entre 2013 y 2015, situándose en el puesto número 20 entre los patrocinadores de visados, aunque otros gigantes de la tecnología como Intel (NASDAQ:INTC), IBM (NYSE:IBM) y Amazon (NASDAQ:AMZN) le llevan ventaja en el número de solicitudes.

La respuesta inicial de Apple al hostigamiento de Trump se produjo en julio, en la Convención del Partido Republicano. Después de haber contribuido igualmente a las convenciones de republicanos y demócratas en el pasado, Apple decidió que no proporcionaría financiación ni apoyo técnico en la Convención de 2016 del Partido Republicano. Según Politico, la decisión se tomó en respuesta a las declaraciones de Trump sobre las mujeres, los inmigrantes y las minorías, aunque en vista de los continuos ataques del candidato a Apple, es concebible que la compañía tenga alguna otra razón.

Cook, de Apple, también ha organizado dos eventos para recaudar fondos en los últimos meses, ambos en beneficio de los rivales de Trump. A finales de junio, Cook y el tesorero de la empresa, Gary Wipfler, copatrocinaron un desayuno privado para recaudar fondos para Paul Ryan y otros republicanos de la cámara. A finales de agosto, él y su compañera en Apple, Lisa Jackson, organizaron un evento para recaudar fondos para Hillary Clinton.

La industria de la tecnología en general ha favorecido a Clinton aportando alrededor de 4 millones de dólares en donaciones de las empresas y directivos de Silicon Valley, frente a los menos de 200.000 USD de Trump. (Alphabet (NASDAQ:GOOGL) donó a Hillary 600.000 USD, y Apple estuvo entre los 10 principales colaboradores de la campaña de la candidata demócrata).

¿Una montaña de un grano de arena o una posible preocupante venganza?

Hay quien cree que la presidencia de Trump sería beneficiosa para Apple, porque el candidato republicano apoya la reducción del impuesto sobre sociedades para incentivar a las empresas a trasladarse a Estados Unidos. Apple, que atesora más de 200.000 millones de USD en efectivo en Irlanda para beneficiarse de las bajísimas tasas del impuesto sobre sociedades de esta nación, es quizás uno de los mayores beneficiarios de esta “laguna” fiscal.

Sin embargo, creemos que es obvio que hay mala sangre entre Donald Trump y Apple. Si hablamos de dinero, sin embargo, hay otra parte de esta historia. La mayoría de las participaciones de la cartera de valores de Trump, según la revista Fortune… son de Apple. Se ha estimado que sus participaciones en la empresa están valoradas en 1,25 millones de USD.

APPL 2014-2016

A primera vista, esto realmente podría calmar la inquietud de los inversores de Apple. Al fin y al cabo, ¿por qué iba Trump a perjudicar deliberadamente su propio bolsillo? Pero según el mismo informe de Fortune, en julio de 2015, Trump poseía 6,5 millones dólares en acciones de Apple. Teniendo en cuenta que las acciones de Apple han caído cerca de un 10% desde entonces, los números siguen indicando que Trump ha estado desvinculándose activamente de Apple durante el año pasado.

¿Se está haciendo una montaña de un grano de arena o deberían preocuparse los accionistas de Apple? Aunque Trump es famoso por su grandilocuencia y por decir lo primero que se le pasa por la cabeza con el fin de obtener la máxima cobertura mediática, creemos que merece la pena no perder de vista la situación.

Si Apple es parte de tu cartera, o pretendes adquirir acciones de esta empresa antes de noviembre, quizá quieras plantearte qué sucedería si Trump ganara el martes 8 de noviembre. Aunque hasta el momento no ha ofrecido mucho a los votantes en lo que a información política se refiere, la continua fricción que parece haberse desarrollado entre el candidato republicano y la compañía de Silicon Valley incide en demasiados de los más notorios argumentos de Trump para volver a hacer de Estados Unidos una gran nación. Si Trump gana, y procede a cumplir alguna de las amenazas que ha proferido a Apple, no vemos cómo podría acabar eso bien para Apple, o para el resto del sector tecnológico.

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