La conclusión de las elecciones del jueves en el Reino Unido marca una transición crucial, ya que el Partido Laborista, dirigido por Keir Starmer, se dispone a poner fin a 14 años de reinado del Partido Conservador. El Gobierno entrante tiene la tarea de abordar algunos de los problemas más importantes desde la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, que abarcan el crecimiento económico, las presiones del sistema sanitario y las restricciones fiscales.
La economía británica ha experimentado un crecimiento modesto desde la crisis financiera mundial de 2008-2009. Aunque ha superado a Alemania, Francia e Italia desde que los conservadores tomaron el mando en 2010, el margen es escaso. Si se tiene en cuenta el crecimiento de la población, en el que han influido considerablemente las elevadas tasas de inmigración, el crecimiento económico del Reino Unido ha sido menos sólido que el de Alemania y muy inferior al de Estados Unidos. El país se enfrenta además a la perspectiva de que el nivel de vida disminuya a lo largo de una legislatura por primera vez desde los años cincuenta.
El Primer Ministro, Rishi Sunak, ha sugerido que la economía se está recuperando tras la pandemia de COVID-19 y la subida de los precios de la energía. Por el contrario, Starmer sostiene que, bajo el liderazgo laborista, el Reino Unido alcanzaría el mayor crecimiento sostenido dentro de las naciones del G7. Sin embargo, desde la pandemia, los resultados económicos del Reino Unido han sido los segundos más débiles del G7.
La reducción de la pobreza se ha ralentizado desde 2010, y el Instituto de Estudios Fiscales indica que el ritmo de reducción de la pobreza absoluta ha disminuido en comparación con los 13 años anteriores al ejercicio 2009/10. Indicadores recientes revelan que la inflación está golpeando con más dureza a los hogares más pobres, y el porcentaje de adultos en edad de trabajar que no pueden calentar adecuadamente sus hogares salta del 4% en 2019/20 al 11% tres años después.
La inmigración sigue siendo un reto, con el Gobierno conservador incumpliendo sus objetivos de reducción. Incluso después de que el Brexit pusiera fin a la libre circulación de trabajadores de la UE, la migración neta ha aumentado, impulsada por las llegadas de países como India y Nigeria. Aunque la migración neta disminuyó a 685.000 en 2023 desde el récord de 764.000 en 2022, sigue siendo casi cuatro veces mayor que en 2019, a pesar de las promesas de reducirla.
La escasez de trabajadores, agravada por la pandemia, ha provocado un aumento de la inmigración. Con cifras récord de enfermos de larga duración y una creciente población estudiantil, Gran Bretaña tiene la mayor tasa de inactividad del G7 de personas en edad de trabajar que no tienen empleo ni lo buscan. El Partido Conservador ha propuesto endurecer las normas sobre prestaciones sociales por enfermedad de larga duración, mientras que los laboristas abogan por una mayor inversión en el servicio sanitario.
El Servicio Nacional de Salud (SNS) se enfrenta a importantes retos, con casi 8 millones de personas en Inglaterra a la espera de tratamiento no urgente a finales de 2023, una cifra que casi se ha duplicado desde cuatro años antes. A pesar de una ligera disminución reciente de los retrasos, el NHS no está cumpliendo sus objetivos de tratamiento puntual de pacientes tanto no urgentes como de urgencias. Desde 2010, el crecimiento del gasto sanitario ajustado a la inflación ha sido más lento que la media histórica, a pesar del aumento y envejecimiento de la población.
El objetivo del Gobierno conservador de potenciar la construcción de nuevas viviendas también ha encontrado obstáculos, ya que el número de nuevas viviendas construidas en Inglaterra en los 12 meses transcurridos hasta finales de marzo de 2023 se mantiene por debajo del objetivo de 300.000 de mediados de la década de 2020. La Resolution Foundation ha criticado la relación calidad-precio de la vivienda en Gran Bretaña en comparación con otras economías comparables.
Para que el próximo Gobierno aborde estos problemas acuciantes, es crucial acelerar el crecimiento económico. Para ello es necesario mejorar la productividad, que se ha concentrado en Londres y el sureste de Inglaterra. La ventaja de la capital en producción por hora se ha reducido tras la pandemia, posiblemente debido al cambio hacia un mayor trabajo a domicilio. Además, la inversión del sector privado ha sido tibia desde el referéndum del Brexit en 2016, que dio lugar a años de inestabilidad política. La nueva Administración se enfrenta a la ardua tarea de invertir estas tendencias y fomentar un panorama económico más sólido y equitativo.
Reuters ha contribuido a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.