por Gloria García Díaz
Lisset Esquila
Infosel, diciembre. 4.- Cuando alguien menciona al petróleo, la primera asociación que muchos hacen es con Arabia Saudita, un país que hasta ahora ha basado su desarrollo en esa mercancía.
Eso, sin embargo, está por cambiar a medida que ese reinado busca entrar en una nueva era en la que su economía no dependa tanto del crudo como lo hace ahora.
Bajo el mandato del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, el país está intentando, con un plan conocido como Visión 2030, modificar ese paradigma a fin de que dentro de 20 años sea un Estado que no dependa principalmente del crudo y de las vastas reservas que tiene del hidrocarburo.
"Técnicamente, esto hará de las inversiones y no del petróleo la fuente de ingresos del gobierno…dentro de 20 años seremos un Estado que no dependerá principalmente del crudo", dijo el príncipe heredero en una entrevista a Bloomberg cuando se presentó el plan en 2016.
La razón de la búsqueda de bin Salmán por cambiar el ritmo de la economía saudí es obvia.
Hoy el país basa 72% de sus ingresos en la venta del petróleo y sus derivados, o un porcentaje insostenible ante el rápido crecimiento de las energías renovables y de los deseos de millones de personas por cambiar sus hábitos para reducir el impacto de sus acciones en el medio ambiente, como son las emisiones contaminantes que generan los autos de combustión interna que emplean como combustibles derivados del petróleo.
De ahí que Arabia Saudita haya venido adoptando ya diversas acciones para reducir la dependencia que hoy tiene del petróleo.
El reinado, por ejemplo, ha decidido abrirse a los turistas extranjeros, a través de la organización de eventos culturales y sociales, a fin de generar un nuevo flujo de ingresos; al mismo tiempo que la nación cuenta ya con ambiciosos planes de inversión en infraestructura para dar pie el surgimiento de nuevas industrias y actividades económicas.
Pero quizá, el mayor proyecto para cambiar el rumbo económico del segundo productor de crudo del mundo es el que su empresa petrolera estatal, Saudi Aramco, salga al mercado a fin de que el reino saudí pueda recabar fondos para financiar sus planes de diversificación económica.
El reino incluso lleva cerca de cinco años planeando el debut en bolsa de Saudi Aramco, una compañía hoy valuada en cerca de 1.71 billones de dólares, un monto menor al que estimaba inicialmente de dos billones, para hacerse de una suma importante de recursos que le permitan cambiar el rostro de su economía.
Con la oferta pública inicial, la compañía espera poder recaudar 25 mil 500 millones de dólares por la venta de solo el 1.5% de la empresa.
De concretarse tal operación, Saudi Aramco batiría un récord bursátil, al convertirse en la mayor oferta pública inicial de la historia reciente, como lo hizo el gigante chino de ventas en línea, Alibaba (NYSE:BABA), que recaudó 25 mil millones de dólares con su salida a la bolsa neoyorquina en 2014.
Aunque es posible que la oferta pública inicial de Saudi Aramco no satisfaga al final las expectativas iniciales del reino, los expertos en el tema están convencidos que con ella la nación si logrará el objetivo más amplio de obtener suficientes fondos para poder financiar buena parte de los planes de expansión en otras actividades que quiere implementar en los próximos años.
Muchos así creen que la salida a bolsa de la paraestatal saudí representa mucho más que un solo debut bursátil.
"La operación es muy interesante desde el punto de vista que la empresa no requiere financiamiento, pues su salida [a bolsa] permitirá recaudar recursos para crear un fondo de inversión que diversifique al país, haciendo un cambio estructural desde adentro", dijo Luis Alfredo Hernández, especialista en consultoría en las áreas de energía e innovación financiera de EGADE Business School, una de las principales instituciones académicas en asuntos económico-financieros en México, en una entrevista.
Claro que si bien los motivos detrás de la colocación de Saudi Aramco podrían estar más ligados a una política de desarrollo por parte del gobierno Saudí que a una intención bursátil para financiar el futuro crecimiento de la compañía, su capacidad de extracción de crudo, junto con sus reservas de crudo no han dejado de generar cierto apetito por sus títulos, aun cuando sólo podrán participar en la oferta pública inicial inversionistas saudíes e instituciones extranjeras autorizadas a invertir en el mercado de valores del reino, conocido como Tadawul.
De acuerdo a planes preliminares, el precio inicial de la acción se ubicará entre un rango que va de 30 o 32 riyals, o el equivalente a poco más de entre ocho y 8.5 dólares, o poco más de 156 pesos.
Los inversionistas minoristas saudíes tuvieron hasta el 28 de noviembre para inscribirse y para poder participar así en la oferta pública inicial; mientras que los inversionistas institucionales pueden suscribirse en esos listados hasta el 4 de diciembre.
La salida a bolsa de Saudi Aramco no ocurre además en el mejor de los momentos por la debilidad que han mostrado los precios del petróleo recientemente en los mercados internacionales.
Además, ocurre en un momento complejo para que países petroleros puedan coordinarse a fin de reducir la oferta petrolera mundial y poder así incrementar el precio del hidrocarburo.
De hecho, Arabia Saudita, líder de facto del cártel petrolero, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha creado una alianza con Rusia para poder mantener, e incluso incrementar, el recorte de 1.2 millones de barriles a la producción de crudo de sus miembros hasta, por lo menos, el primer trimestre de 2020.
Con esas medidas, tanto Arabia Saudita como Rusia buscan reducir la oferta del hidrocarburo a fin a presionar el precio del crudo al alza, algo que podría a su vez hacer más atractivos los títulos de la compañía petrolera.
Claro que frente a estos retos, Arabia Saudita está buscando mejorar su oferta de diversas maneras para hacer los títulos de la empresa petrolera estatal más atractivos.
Saudi Aramco ha prometido, por ejemplo, pagar un dividendo de 75 mil millones de dólares a los inversionistas, una medida que les proporcionaría de inmediato un rendimiento neto por acción de 5%, con lo que la compañía petrolera estatal parece estar queriendo igualar la rentabilidad de otras petroleras internacionales, como la petrolera francesa Total y la italiana Eni (MI:ENI), que pagan dividendos de entre 5.4 y 5.9% por acción, pero que están aún por debajo de la petrolera europea Royal Dutch Shell (LON:RDSb), que ofrece cerca de un dividendo equivalente a 6.3% por acción.
Además, el reino suadí está dispuesto a reducir de 20 a 15% el cobro de regalías o royalties que recibe por las ventas de crudo de hasta 70 dólares, algo que podrá hacer también mucho más atractiva la oferta pública al poder conservar un mayor porcentaje de sus ingresos.
"No es únicamente la emisión de una acción, porque presenta ciertas particularidades, como la reducción de regalías, que tomando en cuenta los bajos precios del petróleo, trata de respaldar el precio de la acción", agregó Hernández.
En general, los costos de producción de Saudi Aramco son bajos y sus reservas altas, lo que le permiten tener un alto flujo de liquidez, o cash flow, que es reflejado en una buena eficiencia operativa.
Eso le permitió restablecer rápidamente su nivel de producción tras el ataque a sus instalaciones en Abqaiq y Khurais, de hace dos meses, que muchos pensaron podría descarrilar su salida a bolsa.
La petrolera saudí bombea alrededor de 10% del petróleo mundial y generó un ingreso neto de 111 mil millones de dólares en 2018, o una cifra mayor a los ingresos combinados del fabricante de iPhone, Apple (NASDAQ:AAPL), de la matriz de Google, Alphabet (NASDAQ:GOOGL) y de la petrolera estadounidense Exxon Mobil (NYSE:XOM).
"No veo que la empresa necesite inversiones, pero si uno observa la dinámica dentro del país es necesario un cambio estructural y eso es lo que le da más valor a la transacción" para Arabia Saudita, dijo Hernández. "Es más un tema de política, por lo que los recursos de la colocación serán usados para infraestructura".