En diciembre pasado el Banco Central Europeo desilusionó a los mercados cuando anunció un corte de 10 puntos base en la tasa que cobra a los bancos por mantener depósitos y extendió su programa de compra de bonos (Quantitative Easing) de setiembre 2016 a marzo 2017, la desilusión se debió a que la expectativa creada en el mercado era más alta.
La reacción inmediata fue contraria a la deseada, el euro se fortaleció con respecto al dólar de US$1,05 a US$1,10 y los rendimientos de los bonos de los gobiernos miembros del bloque monetario subieron. La decisión inyectó incertidumbre en los mercados bursátiles, ya que muchos especularon que el banco se había quedado sin municiones.
No obstante, este jueves se dieron a conocer las minutas de esa reunión, lo que ofrece más claridad sobre la forma de pensar de la entidad. Estas muestran que había un grupo, donde es probable que estaba Mario Dragui, el presidente de la entidad, que querían medidas más agresivas; posición que contrastó con otros que no veían la necesidad de las mismas. Según el documento, opciones como bajar la tasa mencionada anteriormente a niveles más negativos, aumentar la compra mensual de bonos y una extensión más allá de marzo 2017 de ese programa fueron temas tratados en la reunión, aunque no tenían el apoyo necesario.
Sin embargo, y quizá lo más importante de las minutas, es que la mayoría de miembros consideraron que era oportuno “guardar” estas medidas en caso de que fueran necesarias si la inflación continúa presionada a la baja, lo que implica que la entidad aún cuenta con un margen de maniobra que podría utilizar en el futuro próximo. Después de darse a conocer el documento, el euro se movió a la baja de los US$1,09 a los US$1,08.
Dicha situación está en línea con nuestra expectativa de que la divergencia entre los mayores bancos centrales se mantendrá durante 2016, con la FED evaluando el momento adecuado de hacer la segunda subida de tasas, mientras que Europa analiza cuando hacer un nuevo anuncio para relajar más la política monetaria.