Durante años los mercados financieros han estado atentos a cada movimiento en los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, debido a que esos solían indicar el movimiento que tendrían el resto de tasas a nivel mundial. En 2013, cuando Ben Bernanke, el entonces presidente de la Reserva Federal, insinuó la necesidad de comenzar a reducir el programa de compra de bonos generó un fuerte movimiento al alza en todos los rendimientos a nivel mundial, generando pérdidas entre muchos inversionistas.
Sin embargo, en los últimos meses parece que el mercado ha estado siguiendo la dirección de otros bonos, en este caso los alemanes. Un análisis reciente del Fondo Monetario Internacional llamado “From Taper Tantrum to Bund Bedlam” demuestra, mediante una técnica estadística que estudia la causalidad, que son los instrumentos alemanes, conocidos como Bunds, “los que están guiando los mercados de bonos a nivel mundial”.
Desde el año pasado los rendimientos alemanes presentaron una trayectoria a la baja, a medida en que el Banco Central Europeo telegrafiaba la posibilidad de mayores medidas macroeconómicas para incentivar el crecimiento y evitar un periodo deflacionario en la Zona Euro.
De esta forma, el bono alemán a 10 años llegó a rendir apenas un 0,074%, lo que hizo que el homólogo estadounidense cayera por debajo del 2%. La correlación fue más notoria, como señala el estudio, el 7 de mayo de este 2015, cuando el rendimiento alemán presentó un fuerte repunte (de 19 puntos base), lo que generó una reacción “posterior y equivalente” en los tesoros.
¿Cuáles son las consecuencias?
En primer lugar, representa un reto para la Reserva Federal, más aún cuando se encuentra en los preparativos para realizar el primer aumento en la tasa de política económica en años; ya que podría tener poco control sobre los rendimientos de largo plazo, debido a que estos responderían a movimientos externos.
Otra consecuencia es mayor volatilidad. Si bien es cierto, desde el punto de vista de riesgo crediticio, los tesoros y los bunds son muy similares, la liquidez no lo es. La deuda alemana es menos de un tercio de la estadounidense, por lo que los movimientos de inversionistas pueden generar cambios más grandes en los rendimientos.
Un resultado adicional respalda la idea de que los rendimientos de largo plazo de Estados Unidos no deberán de aumentar considerablemente, incluso cuando la Reserva Federal comience su proceso de normalización. Eso debido a que los rendimientos alemanes se mantendrán bajos, ya que el Banco Central Europeo seguirá inyectando liquidez, quizás, hasta setiembre del 2016, lo que pondrá una especie de “techo” a los rendimientos de los tesoros.