El primer lunes del 2016 no fue bueno para las autoridades chinas, a la apertura de su mercado bursátil los principales índices se desplomaron hasta un 5%, lo que activó un nuevo dispositivo que congela las negociaciones por un tiempo, con el fin de permitir que los inversionistas puedan reaccionar de la forma más racional posible. No obstante, posterior al “congelamiento”, los mercados volvieron a caer, por lo que el sistema paralizó las negociaciones durante el resto del día. Al cierre de esa sesión el CSI 300, que sigue el comportamiento de las acciones de las empresas más grandes del país, cerró con una pérdida del 7%.
Dicha situación le trajo recuerdos negativos al gobierno, debido a la fuerte caída que experimentó este mercado en agosto pasado y generó una reducción del apetito por riesgo a nivel mundial. En esa ocasión se tomaron una serie de medidas para detener la corrección, entre ellas la prohibición de vender acciones a personas o entidades que tuvieran más del 5% de las acciones de una compañía, prohibición que finaliza este viernes y que algunos señalan como una de las causas de la caída de este lunes.
En esta ocasión, y al igual que en agosto, las autoridades volvieron a actuar agresivamente. Según algunos medios internacionales, el Banco Central local inyectó lo equivalente a unos US$19.000 millones al sistema financiero, además de reactivar la compra de acciones a través de varias entidades gubernamentales. Ello demuestra que el país y su presidente, Xi Jinping, siguen interesados en evitar un desplome mayor de su mercado accionario, estrategia que conlleva riesgos, debido a que no deja que se den las correcciones normales y porque, al igual que en agosto, puede perder credibilidad si no logra su cometido.
Como comentamos después de la caída de agosto, este mercado está influenciado por inversionistas pequeños y con poco conocimiento, lo cual genera grandes movimientos, por lo que no se debería de tratar de derivar mucho de la situación.
Datos económicos recientes muestran que el país sigue con la misma trayectoria del año anterior, es decir, el sector manufacturero sigue contrayéndose, pero el sector de servicios se mantiene fuerte. Aunque eso no implica que no exista un riesgo, es probable que las medidas adoptadas por el gobierno estén postergando un movimiento que va a tener que darse en el mercado, lo que puede implicar un inicio de año bastante volátil para los mercados financieros en todo el mundo.