El riesgo de inflación elevada ha aumentado las perspectivas de que las tasas de interés permanezcan altas durante más tiempo, lo que a su vez incrementa los riesgos externos, fiscales y financieros.
En la primera mitad del 2024 se había mostrado un clima de optimismo en los mercados financieros; había confianza en que la inflación entrara en su "último tramo" y que los bancos centrales decidieran relajar su política monetaria, pero en este segundo semestre del año, el impulso en la lucha contra la inflación se está ralentizando, se detectan indicios de que la desinflación podría haberse estancado en algunos países, y de que el índice subyacente podría seguir siendo persistente en determinados sectores, lo que podría retrasar aún más el recorte de las tasas de interés y mantener la fuerte presión del dólar sobre las economías en desarrollo. Una intensificación de las tensiones geopolíticas podría afectar más el transporte marítimo y la producción de energía, y volver a causar subidas de la inflación.
Para organismos como el Fondo Monetario Internacional, aunque las monedas y los flujos de capital de los principales mercados emergentes han seguido mostrando resiliencia, si continúan los conflictos geopolíticos, las vulnerabilidades de la deuda seguirán aumentando en muchos países, ya que actualmente tanto el sector público como el privado están acumulando un abultado endeudamiento, y es probable que el crecimiento económico no se acelere.
Hay confianza en que los bancos centrales flexibilizarán su política monetaria cuando la inflación se desacelere más, pero si sigue elevada, esas optimistas expectativas podrían tambalearse, lo que desencadenaría una venta masiva correlacionada de activos.
El estancamiento de la desinflación ha sorprendido a muchos que pensaron que la batalla contra el indicador ya estaba ganada y que las tasas de interés volverían a niveles bajos a un ritmo más rápido. En las economías que todavía experimentan una inflación persistente por encima de la meta, los bancos centrales evitan relajar de manera prematura su política monetaria para no tener que dar marcha atrás más adelante.
Las expectativas optimistas de los inversionistas en cuanto a la relajación de la política monetaria, han causado cierta euforia en los mercados financieros; los bancos centrales continúan reiterando que un primer recorte de tipos no se traduce automáticamente en una serie de bajas posteriores, por lo que dependerá de los datos.
A pesar de la disminución de la inflación en el segundo trimestre en Estados Unidos y un mercado laboral que muestra signos de debilitamiento, la Reserva Federal parece convencida de mantener su tasa de interés en el nivel más alto en 23 años durante la próxima reunión de política monetaria esta semana, mientras que el mercado financiero apuesta por una posible reducción en septiembre, y está a la espera de cualquier indicio que la Fed pueda compartir sobre futuros recortes. Estas expectativas podrían incrementar la volatilidad en los mercados en las próximas semanas.
Respecto a México, la inflación aceleró su racha alcista durante la primera quincena de julio y llegó hasta 5.61% anual, su nivel más alto en un año. Recordemos que el objetivo de Banxico es de 3%, por lo que llegar a esa meta podría retrasarse aún más, por lo que se pronostica que la Junta de Gobierno del Banxico mantendrá sin cambios la tasa de fondeo el próximo 8 de agosto.