La tasa de inflación en Estados Unidos se resiste a bajar, por tercer mes consecutivo, y se mantuvo estable en septiembre, en el 3.7% anual.
Hasta julio de este año, había bajado en términos anuales durante 12 meses consecutivos. Sin embargo, en julio los precios volvieron a subir, dos décimas, hasta el 3.2%. Y en agosto crecieron cinco décimas.
El índice de vivienda fue el que más contribuyó al aumento mensual de precios de septiembre y representó más de la mitad del aumento. Este concepto incluye, entre otras cosas, el alquiler de la vivienda habitual, el alojamiento fuera de casa, el alquiler equivalente al propietario y el seguro del hogar. Un aumento en el índice de la gasolina también contribuyó de manera importante.
Además, en reporte separado, las expectativas de inflación de los consumidores de EUA para los próximos 12 meses, que recoge la Universidad de Michigan en su sondeo sobre la confianza del consumidor, se incrementaron en octubre hasta el 3.8% desde el 3.2% del mes anterior, marcando su lectura más alta desde mayo de 2023.
La persistencia que sigue mostrando la inflación complica la tarea a la Reserva Federal.
Las últimas declaraciones de los miembros de la Fed reflejan la divergencia de opiniones sobre los futuros planes del banco central estadounidense. Algunos consideran que la política monetaria es lo suficientemente restrictiva como para reducir la inflación al 2% e incluso que no sería necesario elevar más las tasas de interés, debido a que la subida en los rendimientos de los bonos gubernamentales está endureciendo las condiciones financieras y haciendo indirectamente el trabajo del organismo monetario. Otros, se han mostrado partidarios de seguir trabajando para conseguir el objetivo de inflación y anunciaron que podrían ser necesarias más subidas de las tasas de interés.
Sin embargo, detrás del titular de mayor inflación, consideramos que la tendencia desinflacionaria gradual evidente en los últimos meses todavía parece mantenerse.
La buena noticia la da el rubro subyacente, aquel que excluye bienes volátiles como energéticos y agropecuarios. Este índice cumple con lo esperado al subir a tasa mensual y anual: 0.3% y 4.1%, respectivamente.
Lo que demuestra el reporte de precios es la dificultad del último tramo que tendrá la tasa anual para converger a la meta de 2.0%. La expectativa es que cierre el año alrededor de 3.20%, pero las moderaciones anuales serán cada vez más lentas.
Por lo pronto, los últimos reportes de precios no han modificado de forma significativa las apuestas sobre los futuros de la tasa de interés. Actualmente, la probabilidad de que la Fed no suba las tasas en noviembre supera el 90%, mientras que a principios de la semana pasada se situaba en torno al 70%. Para la reunión de diciembre, el mercado le apuesta con 69% de probabilidad de que no habría ajustes en la tasa de interés, cuando rondaba el 50%.
Lo que si cambió es la expectativa de cuándo podría darse el primer recorte de tasas. Este se ajustó a junio de 2024, desde el mayo de las últimas dos semanas.
Por último, existen varios factores que añaden incertidumbre a la inflación a un panorama estable hasta hace unos días: el fin de la prórroga para evitar el cierre de la Administración, y el estallido de hostilidades entre Israel y Hamás, que podría amenazar la producción de petróleo en la zona.
El comportamiento del peso mexicano estará muy dependiente, en gran medida, de la especulación sobre los futuros pasos de la Fed. De nueva cuenta, los operadores asimilarán las buenas noticias (indicadores económicos sólidos, con lecturas por arriba de lo esperado) como negativas por las implicaciones que podría tener sobre la necesidad de la Fed de volver a subir su tasa de interés de referencia y; viceversa.
Esto sin dejar a un lado por completo la incertidumbre geopolítica con relación al conflicto bélico entre Israel y Hamás, que en caso de escalar se traduciría en episodios de aversión global al riesgo.