(Por Lic. Matias Surt.)
El crecimiento de la economía mundial previsto en 3,2% en abril pasado por el FMI luce menos seguro a la luz de los últimos acontecimientos en el plano internacional. Sin dudas, el hecho más relevante en el escenario mundial por estos días es el denominado “Brexit”, el referéndum llevado a cabo en el Reino Unido mediante el cual se decidió la salida del reino de la Unión Europea. Los efectos directos serán fronteras adentro de la isla aunque desde ya que habrá implicancias sobre el resto de Europa y el mundo. La inestabilidad financiera, que se vio en los primeros días posteriores al referéndum, tiene implicancias sobre el consumo en países con amplio acceso al mercado de capitales como Estados Unidos, y el efecto sobre el patrimonio de empresas radicadas en Inglaterra o con intereses económicos en la isla, como quedó expuesto mediante el derrumbe de distintas bolsas de valores, también va en la dirección contraria a la del crecimiento económico. De hecho el crecimiento esperado para Estados Unidos, antes de considerar el efecto Brexit, que era del 2,4% para el 2016 ya ha sido revisado a la baja, hasta el 2,2%, y los datos de producto para el primer trimestre mostraron un crecimiento más modesto: 1,1% anual. Con estos elementos y en ausencia de perspectivas de aceleraciones en el resto del mundo (América Latina y el Caribe, Asia, etc.) que puedan generar un efecto compensatorio, la proyección de crecimiento mundial podría ser revisada hacia la baja en poco tiempo.
Para América Latina, los emergentes en general, y Argentina en particular, los efectos son ambiguos. Por un lado, el fortalecimiento del dólar a nivel internacional que se está observando es una mala noticia debido a la alta correlación que existe entre este fenómeno y la caída en los precios de las commodities. Por el otro, ante un escenario global de mayor inestabilidad e incertidumbre, se garantiza un mayor tiempo sin novedades por parte de la Fed respecto al ajuste de tasas que tendría como consecuencia el encarecimiento del crédito internacional y el desincentivo a la entrada de capitales en mercados menos seguros que el norteamericano.
Desde donde surgen noticias más positivas en relación al mundo es desde la propia Cancillería argentina. A las visitas oficiales que se llevaron a cabo en los primeros tres meses del año y los anuncios de inversiones, se sumó una fuerte política de integración al mundo mediante distintas iniciativas. Por un lado, ya se cuenta con el pedido formal para ingresar a la OCDE, un selecto grupo de más de 30 países de medio y alto grado de desarrollo, entre los cuales se comparten estrategias y políticas de las más variadas: desde sostenibilidad fiscal hasta reformas educativas e infraestructura y productividad. Poniendo el foco en lo comercial, Argentina pasó a ser parte de los 49 Estados observadores de la Alianza del Pacífico, la organización de integración regional formada en el año 2011 por Chile, Perú, Colombia y México que, a diferencia del bloque del Mercosur, ha avanzado enormemente en tan solo 5 años en lo que respecta a la liberalización del comercio regional. Desde el mes pasado, el 92% del comercio regional se hace sin ningún tipo de arancel y está previsto avanzar hasta el 100%. Si bien ser un Estado observador es tan solo el primer paso para integrarse a la Alianza, este hecho significa un cambio drástico en la forma de llevar a cabo la política exterior de Argentina. Profundizar los lazos con los países miembros de la Alianza es fundamental para diversificar los mercados, un factor muy importante a la hora de enfrentar condiciones adversas en los mercados tradicionales (ej. Brasil), y desde allí aumentar las posibilidades de acceder a un mercado tan importante como el del Asía Pacífico.
En este mismo sentido se está intentando avanzar con las negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, con los problemas históricos respecto al comercio de productos agroindustriales que ello implica. En este sentido, el Brexit vuelve a ser una mala noticia ya que implica la ruptura con la Unión de uno de los países más liberales en cuanto al comercio exterior, quedando debilitada esta postura interna frente a una posición fuertemente proteccionista como la de Francia.
La situación de Brasil sigue siendo delicada y si bien algunos elementos hacen pensar que podría estar tocando el piso desde el cuál rebotar (por ejemplo, la reversión de la salida de capitales y la recuperación parcial de valor del real), continuará siendo un factor negativo por un tiempo más. El país vecino es crucial para el comercio exterior argentino en general (destino del 30% de las exportaciones totales) y para el de bienes industriales (principalmente automotriz) en particular. En estas circunstancias y observando los primeros 6 meses de cada año, el principal socio comercial de Argentina lleva 3 años reduciendo sistemáticamente sus compras desde el exterior. En el primer semestre de 2014 las importaciones cayeron un 4% interanual, en 2015 un 18,5% y en lo que va del corriente año un 28%. Esta última caída implica una retracción de la misma magnitud que la experimentada en el 2009 en medio de la crisis internacional del Lehman Brothers. Si bien estos números muestran una reducción generalizada de las compras de Brasil al resto del mundo, en los mismos períodos las importaciones desde Argentina cayeron significativamente más: 20%, 21% y 24% respectivamente.
Con respecto al precio de las commodities, se observó una fuerte recuperación en el bimestre respecto al inmediatamente anterior. El índice de alimentos registró la mayor alza, 37%, mientras que los commodities energéticos se valorizaron en un 20% y los metales sufrieron una nueva pérdida (-4%). Estos valores configuraron un alza del índice general de commodities del orden de 12%. Esta reversión momentánea en la tendencia de los precios de los productos primarios aún no es suficiente para devolver los valores que tenían un año atrás. Y tampoco puede ser entendida como un cambio de tendencia sino más bien como una recuperación momentánea dentro de un marco de fuerte inestabilidad; de hecho, la semana pasada el precio de la soja se desplomó casi un 10%, cerrando nuevamente por debajo de los 400 dólares por tonelada.
El escenario internacional, entonces, se muestra bastante desafiante en el corto plazo. Mal desempeño de socios claves, incertidumbre en precios internacionales y conflictos políticos que tendrán consecuencias económicas. La buena noticia en el corto plazo parece ser únicamente la continuación de la política monetaria expansiva de la Fed; las demás son de maduración tardía.