El mercado de renta variable local ha experimentado un notable sell-off durante 2018. Después de haber tocado una valuación de USD 1.817 en Febrero, hoy el Merval se encuentra en USD 743, una caída del 59.10% desde máximos y del 52.86% desde principio de año.
El castigo a las valuaciones argentinas va de la mano en primer lugar a la salida de capitales generalizada entre emergentes y en segundo lugar a la marcada devaluación que sufre el peso en lo que va del año, 107.41% en lo que va del año. Esto catapultó el riesgo país de 351 puntos a principio de año a 783 al día de ayer (+123.08%).
En un contexto de incertidumbre política y económica donde no existe un consenso no de tipo de cambio, ni de tasas, ni de actividad económica, los principales participantes del mercado decidieron ir liquidando posiciones argentinas a modo de salvaguardar su capital incluyendo periodos de alta volatilidad como los que experimentamos en la actualidad. La volatilidad del mercado argentino no asienta precedentes en los últimos dos años tornando la toma de decisiones una tarea extremadamente compleja para administradoras, portfolio managers e inversores, todos por igual.
El anterior gráfico muestra la volatilidad de los últimos 2 años respecto a 2018. Obsérvese como el indicador de ancho de bandas de Bollinger (BBW) se encuentra en máximos, siendo un año que promedio un valor de 0.30 respecto a los anteriores donde rara vez se tocaba los 0.20 como máximo.
Paralelamente, los bonos experimentan la misma volatilidad tanto su valuación en pesos como en dólares. Con una curva totalmente distorcionada, evidentemente estamos ante un panorama de irracionalidad marcada donde el tramo corto de la curva llega a invertirse, existiendo bonos cortos (como el AO20) con precios debajo de la par. El riesgo pais, en lo que va del año, se duplicó.
¿Estamos en piso?
La respuesta es: no se sabe. Las valuaciones son sumamente atractivas, hay empresas con PER inferior a 8 que no tienen deuda y parte de su facturación está atada a dólar, como también los bonos cortos están valuados a default sin probabilidad del mismo, pareciera que el mercado estuviese sobre-reaccionando a los eventos políticos y económicos del país. Pero esto no quiere decir que no sigan depreciándose.
Keynes lo resumió en una frase sencilla “Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia”. Cuando el sentimiento es pesimista y las noticias malas no cesan de llegar, por más sanos sean los fundamentals o calidad crediticia de un emisor, los inversores van a seguir vendiendo. Pelear a la tendencia es un acto peligroso si no suicida.
Predecir un piso (o soporte) en un momento de evidente flujo saliente, es tratar de agarrar un cuchillo cayéndose de punta y rogar que no nos lastime la mano. La tendencia es claramente bajista desde Febrero y no tiene evidencia técnica para salir de la misma.
Sin embargo, en este tipo de contexto donde las valuaciones empiezan a ser atractivas con un mercado de renta fija que puede comprimir seriamente spreads, estrategias del tipo “Dollar-cost Averaging” pueden ser muy beneficiosas para el inversor de mediano o largo plazo donde lo que se busca es acumulación continua de activos financieros. Paralelamente, para aquellos más sofisticados, la protección con puts o collars son una alternativa sumamente viable y segura para dormir tranquilo, como así también “hedge” con futuros de índice.
Conclusivamente, el momento de mercado es de observación. La tendencia a la baja está poniendo a las empresas y deuda argentina en “oferta” que podría maximizar nuestro beneficio si entramos en el momento adecuado. Con la mejora de algunos indicadores, Argentina retomará la senda alcista y 2018 solo habrá sido un año correctivo.