En el sector privado cuando una empresa pretende, por ejemplo, construir una nueva fábrica para ampliar su capacidad de producción y aumentar su volumen de ventas, en los mercados de consumidores se hacen los estudios necesarios, de muchos tipos según se requieran.
Técnicas financieras utilizadas para valuar estos proyectos son las muy conocidas: Valor Presente Neto, Tasa Interna de Retorno, Flujos Históricos de Efectivo y muchas otras necesarias según las circunstancias de cada proyecto. Estas técnicas se utilizan para saber si el dinero invertido se recuperará y en qué plazo y, posteriormente, qué rendimientos o utilidades generará el proyecto y si estas utilidades cumplen los requerimientos de los inversionistas.
Si en los plazos deseados se recupera la inversión y luego en un plazo apropiado se generan las utilidades deseadas, el proyecto se lleva a cabo. Por ejemplo, la fábrica se construiría. Los empresarios, los banqueros y los inversionistas colocan dinero en un proyecto para recuperar su inversión lo más rápido posible y obtener los rendimientos o utilidades deseadas o buscadas.
Por el contrario, si el dinero que se va a colocar en el proyecto evaluado mediante las técnicas citadas y otras, no se recupera y los números demuestran que tampoco habrá utilidades el proyecto se cancela y no se realiza. Se crean proyectos pars satisfacer necesidades humanas y para ganar dinero. Si no se recupera el dinero invertido y no hay utilidades, el proyecto no se realiza.
Hoy México tiene un gobierno en dónde los mal llamados "Proyectos del Gobierno Federal" son en realidad caprichos presidenciales, ya que no cumplen con los requisitos mínimos para ser proyectos de inversión.
Los caprichos del presidente no cuentan con proyecto ejecutivo y no cuentan con las evaluaciones financieras requeridas y descritas en los párrafos anteriores. En consecuencia, los caprichos del actual gobierno no son proyectos, son caprichos.
No sabemos con claridad cuánto dinero se colocará ahí, dinero que se perderá, cuál será el plazo de recuperación del dinero allí puesto, si es que se recupera, no sabemos qué utilidades generará después de recuperada la inversión, si es que esto sucede, etc. Sabemos muy poco respecto de estos caprichos, en consecuencia, no cumplen los requisitos mínimos para ser proyectos, son enteramente caprichos.
El único capricho que puede convertirse en proyecto es el Tren Maya, del cual se dio a conocer en la prensa un estudio realizado por la firma Price Waterhouse Coopers (PWC), que señala que el proyecto es viable y puede ser rentable con ciertos ajustes y recortes a las rutas. Por supuesto, la inversión financiada con recursos públicos es inmensa. ¿Será ese el mejor uso de los recursos? Cerca de $ 150,000 mil millones de pesos y la devastación de kilómetros de selva.
El resto de los caprichos, a la fecha, no han presentado ni proyectos ejecutivos, ni evaluaciones mediante las técnicas financieras requeridas para saber si habrá recuperación de la inversión y posteriormente utilidades. Así los caprichos son erogaciones que están destinadas a generar gigantescas pérdidas a las finanzas públicas del gobierno federal y a su vez representan dilapidar miles y miles de millones de pesos de los impuestos pagados por los ciudadanos mexicanos.
Salvo el estudio realizado al Tren Maya por PWC, ningún otro capricho de este gobierno tiene fundamento científico y técnico. Y la lista de caprichos sin sustento es muy larga y desafortunadamente sigue creciendo. Estos caprichos pondrán en grave peligro a las finanzas públicas a riesgo de llevarlas a la quiebra. Así, pues repito la pregunta: ¿Caprichos o proyectos? Los proyectos rentables harían a México un país rico, los caprichos harán a México un país pobre y tal vez lo llevarán a la quiebra.