En gran cantidad de ocasiones, solemos poner todo el peso sobre el análisis cuando tenemos un mal resultado o que este no haya sido deseable. Sin embargo, cuando vamos profundizando y agarrando experiencia (independientemente de considerarla buena o mala experiencia) nos encontramos con que la operativa en las profesiones financieras no tratan solamente de la lectura de gráficos o eventos que puedan alterar el movimiento del precio, sino que sumado a ello transcurren una serie de variables que no podemos perder de vista.
En este caso, pondremos el foco en los hábitos. Estas pequeñas acciones, que van desde un acto simple de higiene como lavarse la cara y los dientes, a cuestiones físicas como asistir al gimnasio o salir a correr, se manifiestan a través de mínimos avances o retrocesos que, al otorgarse de manera repetida, nos pueden llevar a mejores decisiones, resultados, o por el contrario, estancarnos en una serie de pensamientos y acciones que a futuro podríamos considerar como negativas o perjudiciales.
Cuando hablamos de hábitos, nos referimos a ellos como modos de conducirnos, resultado de la repetición de actos similares, o tendencias instintivas. En este punto, encontramos así que implican, yendo con un poco más de profundidad, las siguientes cuestiones:
- Están dirigidos a un fin, deseo o mantenimiento de nuestra condición, ya sea al corto o largo plazo. A modo de ejemplo, una acción como dormir la siesta se realiza con la finalidad de recuperar el cuerpo tras una jornada agotadora.
- Implican la percepción de una necesidad o demanda, ya que el motivo más grande para realizar estas acciones es saciar o satisfacer el registro de una carencia interna.
- Expresan cierto conocimiento o forma de pensar, ya que las acciones que realizamos cotidianamente son también reflejo de nuestras ideas o concepciones que tenemos arraigadas, o que hemos ido generando personalmente.
Si bien todos estos puntos expresan cuestiones indispensables que permiten justificar toda acción, en gran cantidad de ocasiones terminan por jugarnos perjudicialmente, sobre todo cuando las ideas, concepciones, presiones mentales o condicionamientos que acarreamos nos dirigen a tomar pequeñas decisiones que nos afectan sistemáticamente.
Y en este punto, ¿qué tipos de pensamientos nos afectan en términos generales para establecer hábitos perjudiciales en nuestra actividad financiera? Si bien en cada caso se expresará de una manera particular, podemos enumerar los siguientes:
- La idea o necesidad interna de generar grandes cantidades de dinero en poco tiempo: habitualmente dicha percepción nos ha llevado o conlleva a tomar decisiones precipitadas, entendiendo que todo día en el mercado puede ser una oportunidad de ganar montones. Nos envuelve en una relación adictiva con los mercados financieros, redirigiendo toda acción en nuestro día a mirar gráficos o ejecutar operaciones excediendo el riesgo diario.
- La comparación con otros traders, o la presión de la publicidad por ganancias excesivas y cambios de vida abruptos. Estos, en gran cantidad de ocasiones, nos llevan a identificarnos y creer que por tomar más riesgo podremos llevarnos ganancias exorbitantes en cuestión de poco tiempo, cuando la realidad es que muy poco porcentaje de los inversores realmente es rentable
- La renuncia al criterio propio, dejando que otra persona "experimentada" opere tu capital. Llevamos, por este medio, a depositar más confianza en individuos ajenos que en nosotros mismos, condicionando todo tipo de acción a futuro, reflejado en una falta de confianza personal.
Cada pensamiento o esquema configura las acciones que tomamos en el día a día, por más conscientes o no que seamos sobre eso. Poder identificar dichos patrones nos llevará también a ver qué de todas las decisiones (por más pequeñas que sean) que realizamos en el día de manera repetitiva nos están jugando a favor o en contra.
En este caso, pondremos el foco en los hábitos. Estas pequeñas acciones, que van desde un acto simple de higiene como lavarse la cara y los dientes, a cuestiones físicas como asistir al gimnasio o salir a correr, se manifiestan a través de mínimos avances o retrocesos que, al otorgarse de manera repetida, nos pueden llevar a mejores decisiones, resultados, o por el contrario, estancarnos en una serie de pensamientos y acciones que a futuro podríamos considerar como negativas o perjudiciales.
Cuando hablamos de hábitos, nos referimos a ellos como modos de conducirnos, resultado de la repetición de actos similares, o tendencias instintivas. En este punto, encontramos así que implican, yendo con un poco más de profundidad, las siguientes cuestiones:
- Están dirigidos a un fin, deseo o mantenimiento de nuestra condición, ya sea al corto o largo plazo. A modo de ejemplo, una acción como dormir la siesta se realiza con la finalidad de recuperar el cuerpo tras una jornada agotadora.
- Implican la percepción de una necesidad o demanda, ya que el motivo más grande para realizar estas acciones es saciar o satisfacer el registro de una carencia interna.
- Expresan cierto conocimiento o forma de pensar, ya que las acciones que realizamos cotidianamente son también reflejo de nuestras ideas o concepciones que tenemos arraigadas, o que hemos ido generando personalmente.
Si bien todos estos puntos expresan cuestiones indispensables que permiten justificar toda acción, en gran cantidad de ocasiones terminan por jugarnos perjudicialmente, sobre todo cuando las ideas, concepciones, presiones mentales o condicionamientos que acarreamos nos dirigen a tomar pequeñas decisiones que nos afectan sistemáticamente.
Y en este punto, ¿qué tipos de pensamientos nos afectan en términos generales para establecer hábitos perjudiciales en nuestra actividad financiera? Si bien en cada caso se expresará de una manera particular, podemos enumerar los siguientes:
- La idea o necesidad interna de generar grandes cantidades de dinero en poco tiempo: habitualmente dicha percepción nos ha llevado o conlleva a tomar decisiones precipitadas, entendiendo que todo día en el mercado puede ser una oportunidad de ganar montones. Nos envuelve en una relación adictiva con los mercados financieros, redirigiendo toda acción en nuestro día a mirar gráficos o ejecutar operaciones excediendo el riesgo diario.
- La comparación con otros traders, o la presión de la publicidad por ganancias excesivas y cambios de vida abruptos. Estos, en gran cantidad de ocasiones, nos llevan a identificarnos y creer que por tomar más riesgo podremos llevarnos ganancias exorbitantes en cuestión de poco tiempo, cuando la realidad es que muy poco porcentaje de los inversores realmente es rentable
- La renuncia al criterio propio, dejando que otra persona "experimentada" opere tu capital. Llevamos, por este medio, a depositar más confianza en individuos ajenos que en nosotros mismos, condicionando todo tipo de acción a futuro, reflejado en una falta de confianza personal.
Cada pensamiento o esquema configura las acciones que tomamos en el día a día, por más conscientes o no que seamos sobre eso. Poder identificar dichos patrones nos llevará también a ver qué de todas las decisiones (por más pequeñas que sean) que realizamos en el día de manera repetitiva nos están jugando a favor o en contra.