“Cuando hago promesas, las cumplo”, dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su alocución de hoy. Y desde luego que cumplió. Estados Unidos abandona el acuerdo nuclear que la administración de Barack Obama alcanzó en 2015 y reimpone las sanciones económicas “en su más alto nivel” sobre el Estado Islámico. Pero hay más: la dureza del discurso de Trump no deja espacio para intentar dar marcha atrás y reconducir las negociaciones. Trump ha roto el acuerdo, lo ha despedazado, y ahora sólo falta esperar a las reacciones de las restantes partes.
Trump trató al régimen iraní de “dictadura”, y lo acusó de ser el “principal estado promotor del terror”. Se refirió a su apoyo al régimen chií de Siria, liderado por Bachar al Asad, al grupo terrorista libanés Hezbolá, y al supuesto apoyo del gobierno iraní a las guerrillas de Yemen. Pero también incluyó en el saco a Al Qaeda, pese a que este grupo pertenece a la vertiente suní.
Lo que Trump dio a entender es que el acuerdo de Obama, en descomposición y putrefacto, permitió a Irán obtener recursos para financiar el terrorismo y no logró detener las ambiciones nucleares de Irán, poniendo como evidencia el programa de misiles balísticos, exhibiendo para ellos documentos elaborados por el gobierno de Israel. Por tanto, la salida de Estados Unidos del acuerdo busca evitar que Irán siga financiando el terrorismo en la región, y que siga produciendo uranio enriquecido hasta que al final logre fabricar cabezas nucleares. Si dejamos que este acuerdo prosiga, dijo, pronto estaremos involucrados en una “carrera de armas nucleares”.
Pero además, el rompimiento del acuerdo y la dureza de su discurso pretende mandar un mensaje a Corea del Norte: hacia allá, se dirige, precisamente, el secretario de Estado Mike Pompeo. Nosotros, dijo Trump, “no hacemos amenazas vacías”. Se ve que no. Ni tampoco respeta acuerdos. Y el presidente norcoreano, Kim-Jong Un se pensará si es bueno abandonar su programa nuclear para que luego, cualquier día, Trump rompa el acuerdo y lo vuelva a someter a duras sanciones económicas.
La reacción de los mercados al anuncio de Trump es relativamente moderada. El precio del petróleo, que ayer cerró en máximos no vistos desde noviembre de 2014, cede hoy terreno: el WTI cae 1.6% a 69.63 dólares y el Brent un 0.9% a 75.52 dólares. Las bolsas también descienden ligeramente: el Nasdaq pierde un 0.2%,el Dow Jones un 0.1% y el S&P’s 500 un 0.3%. Dentro de ese índice, el sector de energía es el que más gana, con una subida de 0.7%. El oro y la plata, visto como activos seguros, se aprecian en torno a un 0.1%.
¿Y el dólar? Sigue trepando. Aunque la tasa de 10 años de Estados Unidos permanece marginalmente por debajo de 3.0%, en 2.97%, casi todas las grandes divisas se deprimen contra el billete verde. Cae la corona noruega (-0.9%), una divisa esencialmente petrolera, el dólar australiano (-0.9%), el dólar canadiense (-0.6%) y el peso mexicano (-0.6%), que cotiza hoy en 19.58 pesos por dólar. También desciendo el euro (-0.5%) o el real brasileño (0.5%).
Pero ahora falta por ver la respuesta del resto del mundo. Israel y los países árabes del Golfo, liderados por Arabia Saudí, darán su aplauso a Trump. Pero falta por ver la respuesta de Irán, quien posiblemente anuncie que reanuda su programa nuclear, qué dice China en plenas tensiones comerciales con Estados Unidos, la reacción de Corea del Norte antes del trascendental encuentro entre Kim-Jong Un y Trump, el comunicado de la Unión Europea, que ve cómo Trump lo desdeña en casi todo: cambio climático, gasto militar, proteccionismo comercial, etc).