Según el Estado de la Nación del 2015, Costa Rica es el único país de Centroamérica que no ha logrado bajar la tasa de desempleo desde la crisis de 2009; y es que esta se ha mantenido, en promedio, en el 9,6% desde 2014, afectando particularmente a personas jóvenes (en el rango de 15 a 24 años) y a costarricenses con bajo nivel educativo.
Esta coyuntura hizo que el Banco Central pusiera sobre la mesa la posibilidad de que el país sufra de desempleo estructural, al señalar en el Programa Macroeconómico que el nivel obedece a “la falta de correspondencia entre la oferta y la demanda de trabajo, ante el cambio estructural en la economía”. ¿A qué se le conoce como desempleo estructural?
Generalmente se habla de dos tipos de desempleo, el cíclico y el estructural. El primero se produce después de una desaceleración económica y, en teoría, debería de recuperarse una vez que la economía vuelva a crecer; la segunda es más preocupante y se refiere a personas que son excluidas del mercado laboral precisamente por esa disparidad entre lo que ofrece el empleado y la demanda de las empresas que están contratando.
Este tipo de fenómenos han sido muy frecuentes, particularmente en la era moderna, donde cambios en la tecnología dejan a trabajadores sin las cualidades necesarias para reincorporarse al sector laboral; en la literatura hay incontables ejemplos de países donde los trabajadores de sectores relacionados con minería o manufactura han quedado excluidos.
Costa Rica cumple con uno de los requisitos y es el cambio en la estructura de crecimiento. En los últimos años, y con mayor fuerza en 2015, es el sector de servicios el que lidera la economía, destacan en ese los centros de llamadas, los programas informáticos y la animación digital. El caso de la planta de Intel (O:INTC) es un ejemplo del cambio que sufre Costa Rica, donde el área de manufactura se trasladó y en su lugar prevaleció un área más especializada en desarrollo.
De esta forma, las personas desempleadas, ya sea por despido, por cierre o traslado de empresas en áreas como la agrícola o manufactura, no suelen contar con las características que demanda el sector de servicios, el cual se ha vuelto el empleador más dinámico.
El bajo crecimiento económico del 2015, que no superó el 3%, inyecta ruido a la hora de determinar si Costa Rica sufre de este tipo de desempleo; no obstante, diferentes datos señalan que, al menos una porción del desempleo, puede catalogarse como estructural.
El mayor problema es que estas personas tienen pocas probabilidades de ser recontratadas, incluso si se da una recuperación económica, como la esperada para este 2016, por lo que se requiere de programas más especializados por parte del gobierno, similares a la iniciativa EMPLEATE, implementada recientemente.