"La gente no elige conscientemente invertir con emoción, simplemente no puede evitarlo", dice una famosa cita de Seth Klarman.
Está en la naturaleza humana perseguir el miedo y la codicia en los mercados.
Sin embargo, seguir esos instintos básicos es una receta para las pérdidas a largo plazo.
Las cotizaciones bursátiles son una consecuencia de las acciones de las personas. Y aunque sea difícil de admitir, todos hemos visto o pasado por el ciclo completo de las fases del mercado.
Fase verde: Después de un largo mercado alcista, todo el mundo está eufórico y apuesta por los valores más de moda, que suelen ser los más arriesgados.
Fase amarilla: Llega la primera caída del 5-7% y todo el mundo se sorprende. Sin embargo, parece una nueva oportunidad de compra. Los rezagados, que hasta la última caída no se habían unido a la fiesta, se lanzan por todas.
Fase naranja: El mercado se mueve lateralmente, y luego rebota ligeramente. Todo el mundo piensa: "vamos, yo también me haré rico".
Llega el rebote, pero se cierra por debajo del máximo anterior, y llega otra caída más severa, del 8% al 9%. Sigue un ligero rebote, y luego otra caída del 13-14%.
Comienza la fase de duda. ¿Qué hacer? Empiezan a surgir comparaciones. Algunas son alcistas (el mercado rebotará), y otras son bajistas (el nuevo 2008, la nueva burbuja puntocom, etc.).
Fase marrón: Al mercado le importa un bledo lo que usted piense; simplemente sigue hundiéndose. Estamos en un -20%, un mercado bajista. Llegan los periodistas. Los titulares habituales dicen: "500,000 millones de dólares quemados hoy en la bolsa", "la inflación tumba los mercados" y "pánico entre los inversionistas".
El miedo comienza a las 8 de la mañana, cuando compra el periódico, y nunca se pierde de vista. La comida se hace difícil de tragar, y revisa Investing.com cada 5 minutos, incluso cuando los mercados están cerrados.
Empieza a mirar las publicaciones de los demás y descubres que ayer empezaron a vender sus participaciones.
En cuanto se abre el mercado, usted también empieza a vender, ¿o tal vez no? No, tal vez esperes un poco más; ¿y si realmente rebota ahora, y los hunde a todos? Tal vez mañana...
Fase roja: ¡Mañana resulta ser aún peor! Los mercados bajan un 25-30%. "¡Debería haber vendido ayer! Voy a vender la mitad, luego ya veremos", piensas. De day trader, pasa a ser un "inversionista a largo plazo" y descubres que todo el mundo se ha convertido en uno también, para su sorpresa. Los gurús del mercado han desaparecido, y cuatro de cada cinco artículos que lee son sobre el mercado bajista.
Por otro lado, ese único artículo sobre comprar en este momento le parece una auténtica locura. ¿Por qué no iba a serlo? Acaba de perder el 30% de su capital.
Fase negra: Los mercados no repuntan. Han pasado meses, y el 50% restante de su capital casi ha desaparecido. Usted está resignado pero en el fondo se siente como un idiota por no haber vendido en los máximos. Pasa a vender lo poco que le queda. Mientras tanto, los day traders convertidos en inversionistas a largo plazo en la fase roja vuelven a operar de día, sólo para perder el dinero que aún les quedaba.
Los mercados bajan un 45-50%. Warren Buffett y Charlie Munger siguen comprando, pero deben estar fuera de juego porque son viejos.
Fase verde: se ha dedicado a la jardinería. Pero un día, mientras arranca las malas hierbas, conoce a un nuevo vecino que invierte en acciones. Le cuenta lo mucho que está creciendo su dinero. De hecho, el mercado se ha recuperado de la caída que borró sus ahorros en 6-9 meses. Lástima que usted no estuviera en él.
Abre el periódico y lee que la inflación está bajando, que los beneficios de las empresas están volando y que los mercados están explotando. Su desayuno vuelve a ser difícil de tragar, pero sólo esta vez porque se perdió la fiesta.
Oye a su amigo de Facebook hablar de una gran selección de acciones que será la próxima gallina de los huevos de oro. Lo que queda en su cuenta merece una venganza: "Lo meto todo, así recupero también lo que he perdido antes".
Fase amarilla...