La “globalización” cambió. Dejó o está dejando de ser la imagen que socialmente tenemos en la mente: transporte de bienes durables, flujos financieros y personas. Modificó su esencia, ahora la globalización es intercambiar flujos o bienes digitales. Transmitir información, ideas, innovar y participar en una economía global más amplia, interconectada e interdependiente que su versión anterior. Quedarse afuera de ella o ni siquiera comprender su impacto es un error que paga la generación de jóvenes actuales y sobre todo las futuras, aquellos que nacieron en los años 90 y 2000.
Hasta la crisis financiera de 2008 el intercambio de bienes durables y flujos financieros estaba en su apogeo, llegado el shock al modelo capitalista (la crisis sistémica) el flujo de intercambio de información entre países aumentó 45x desde su primera medición en el año 2006. Las proyecciones en común entre las principales empresas implicadas (Cisco (NASDAQ:CSCO), AT&T (NYSE:T), IBM (NYSE:IBM), Intel (NASDAQ:INTC)) es que estos flujos de información digital (video, datos, búsquedas e datos entre subsidiarias de multinacionales) se multiplicará por diez.
En esta nueva etapa de la globalización las pequeñas y medianas empresas tiene más poder y posibilidades de hacer negocios. Dejan de tener la etiqueta de “pymes” para conseguir el nuevo de “pequeñas multinacionales” gracias a que se conectan con nuevos clientes o proveedores (disminuyendo costos y aumentando calidad) mediante Ebay, Amazon (NASDAQ:AMZN), Mercado Libre, Freelancer.com, FlipKart, Facebook (NASDAQ:FB), OLX o Alibaba (NYSE:BABA); al mismo tiempo reciben financiamiento desde inversores extranjeros y son parte casi imborrable en los procesos de valor de empresas locales de otros países.
Sin ir muy lejos, los datos fortalecen esta hipótesis: el 86% de las pymes creadas tanto en mercados desarrollados como en desarrollo dijeron a McKinsey que tienen contactos con clientes de otros países. Es decir, hoy un pequeño emprendimiento puede diversificar su tasa de crecimiento y acotar su riesgo (las colas en una campana de gauss) al “engancharlo” a los eventos de otros países. La contracara de esta buena noticia es que al mismo tiempo nacen competidores en otros países con acceso a la misma información y conocimiento.
Ejemplos en la vida cotidiana. Una chica que acude al colegio secundario en Kenia, África, por las tardes toma cursos de matemática que enseñan profesores graduados de muy buenas universidades americana. General Electric (NYSE:GE) en 2016 tuvo una necesidad de innovación para un componente de sus aviones, los participantes tuvieron acceso a toda la información necesaria para armar una pieza de menor peso, el resultado debía ser enviado en un archivo (.SLT o .VRML) para que en Ohio, EUA, sea impreso el modelo 3D. Ningún finalista era ingeniero aeronáutico ni norteamericano; los finalistas tenían nacionalidad húngara e indonesia. En Camboya, la gente de muy bajos recursos puede acceder con su Nokia (HE:NOKIA) 1100 a un servicio gratuito (3-2-1, provisto por AirTel -la Telecom/Telefónica local- y una ONG) que transmite sus preguntas a Google y recibe mediante voz la respuesta. Hasta los más pobres envían y reciben flujos de información, datos. BP (LON:BP), una singular petrolera integrada, maneja desde Londres 4000 sensores que hacen a la operación de muchos de sus pozos a nivel mundial; en algunos pozos solo quedan un policía y su perro.
Ahora bien, vale preguntarse cómo está y cuánto aporta Argentina en la nueva configuración mundial. La consultora internacional McKinsey mediante su centro de estudio desde el año 2006 genera un ranking en donde mide cuánto aportan los países a esta nueva fase de la globalización en compartir datos, ideas y flujos de información. El resultado final del ranking pondera las variables propias de la vieja globalización (intercambio de bienes y servicios, flujos financieros y personas) con el de la nueva etapa (flujo de datos, de información).
El resultado final, sobre 140 países, es que Singapur, Holanda, Irlanda, China, Corea del Sur, Australia Arabia Saudita y Emiratos árabes son los países que más contribuyen y reciben de este nuevo mundo. Mientras que Chile y Brasil son quienes mayor conectividad, estando en el puesto número 45 y 44 respectivamente del ranking mientras que Argentina se mantiene en lugar número 72 junto a Colombia en el 73, después de Jamaica y antes de Latvia.
Nos guste o no, pataleemos o no, gritemos o no, nos importe o no Argentina está desenganchada del tren del mundo. Si se quiere una imagen más dolorosa, punzante, sin llegar a aplicar los dogmas del viejo comunismo Argentina con libertades mínimas se cerró mental y creativamente de este nuevo mundo de generación de conocimiento, competencia significativa, amistad con el emprendedor, de invertir en innovación, de duplicar el conocimiento (mejor calidad educativa y docentes con experiencia en el mundo real). La exportación de servicios tal como todavía se pregona en Argentina (call centers, generación de pagos tributarios, etc) en el mundo está cambiando, será como criar caballos con el advenimiento del automóvil.
¿Qué hicieron los otros países? Según la misma consultora, los países que más participan de este nuevo juego fue hacer rebajas impositivas para seducir el asentamiento de la subsidiarias de las grandes compañías (caso de Irlanda y Holanda), deducciones fiscales para aquel ciudadano que se eduque continuamente, programas de intercambio de estudiantes masivos (hoy un Coreano vive en Singapur, Japón y Estados Unidos; en uno conoce a sus clientes, en el otro sobre logística y en el tercero sobre negocios y finanzas) y se mantuvieron políticas de estado básicas entre otras cosas. Esto no ocurrió de la noche a la mañana, afirma el estudio, sino un proceso que una década debido a los nuevos contratos sociales que cada sociedad debió, la política mediante, aceptar y trabajar en su desarrollo.
El sector privado también hizo su esfuerzo en adaptarse al nuevo juego, incluso algunos al no llegar a entender el manual de reglas no pudieron participar. Se puede tomar por caso los cajeros. Después que se masificó el cajero automático, los bancos contrataron a mas cantidad de cajeros de carne y hueso que antes (fuente NCR) pero ellas debieron hacer mayor cantidad y complejidad de tareas nuevas (relacionas con la relación interpersonal y conocimiento financiero).
En conclusión, el mundo donde hoy vivimos y con estas reglas económicas, la letra “E” de escritura, lectura y aritmética pasó a un segundo plano mientras que la letra “C” de creatividad, colaboración, comunicación y codificación cotiza con mayor demanda.